Este
beato italiano, con solo 29 años, sufrió una horrenda muerte al intentar
proteger a un compañero prisionero
Teresio Olivelli nació en la ciudad de Como, en el
norte de Italia, en 1916. Su padre y su madre, Domenico Olivelli y Cleleia
Invernizzi, eran unos católicos devotos que practicaban su fe con convicción.
El tío de Teresio era el sacerdote Rocco Invernizzi, y Teresio, a medida que
iba haciéndose mayor, recurría a su tío en búsqueda de orientación espiritual.
En 1926, la
familia se mudó a Pavía, a unos 300 kilómetros al sur de Como. Teresio tenía
solo 10 años y ya se le daba muy bien el latín. Demostró ser un excelente estudiante y,
después de terminar la secundaria, pasó a cursar sus estudios preuniversitarios
en Ghislieri
College.
Independientemente
de lo que estuviera haciendo, Teresio siempre insistía en ir a Confesión todas
las semanas y en asistir a misa y recibir a Jesús en la Eucaristía tan a menudo
como fuera posible. Su fe era la piedra angular de su vida.
Tras su
graduación de Ghislieri en 1934, empezó los estudios de Derecho en la
Universidad de Pavía, donde se graduó con honores en 1938. Luego, se trasladó a
la Universidad de Turín, donde fue contratado como profesor. Durante este
periodo, empezó un ministerio de atención a los pobres y huérfanos de la zona.
Teresio era un apasionado de su trabajo y
escribió varios artículos sobre las condiciones sociales de su tiempo. Estos artículos incluían
recomendaciones de leyes que necesitaban promulgarse para ayudar a los
desfavorecidos. Su tesis sobre la dignidad humana de todas
las personas, al margen de su raza, ganó un concurso de oratoria en
Trieste, Italia. Fue durante este tiempo cuando Teresio aprendió también a
hablar alemán con fluidez.
Teresio
siempre fue consciente de los apuros de las personas explotadas y abusadas. Se
convirtió en soldado voluntario en la Guerra Civil española. En 1939, se mudó a
Berlín. Aunque había creído en la filosofía fascista y nazi, pronto se
dio cuenta de lo equivocado de esta ideología.
En 1941, se ofreció voluntario para
combatir en el frente ruso, aunque fue gravemente herido por congelación. En su
travesía de vuelta a Alemania, luchando contra temperaturas bajo cero y una
densa nieve, se las arregló para detenerse a ayudar a
personas heridas y agonizantes, aunque fuera solamente para
rezar y ofrecer alivio espiritual a quienes encontrara.
De vuelta en
Alemania, se había vuelto contra el fascismo. Se negó a jurar lealtad al
Gobierno italiano y los nazis lo deportaron a Austria. De alguna forma logró
escapar a Milán, donde llegó en octubre de 1943.
De inmediato fundó
un periódico clandestino y empezó a promover el cristianismo y las alternativas
cristianas al fascismo. Le repugnaba el trato hacia el pueblo judío y
se unió a la Resistencia italiana para plantar cara al mal que se cernía. Los
nazis lo arrestaron en Milán el 27 de abril de 1944.
Le acusaron
de ser un líder en la Organización Católica Milanesa, que era hostil a los
fascistas nazis, y fue llevado a San Vittore para dar comienzo a su tortura.
Lo
encontraron compartiendo sus exiguas raciones de comida con otros prisioneros y
fue trasladado a otra prisión y torturado de nuevo. Esta vez lo acusaron de
ayudar a otros prisioneros heridos y lo torturaron un poco más.
Después, fue
trasladado al campo
de concentración de Flossenbürg en Bavaria. Una vez más, retomó
sus viejos hábitos de atender a los enfermos, heridos y moribundos. Se
convirtió en un “sustituto sacerdotal” en el campo, donde iba de prisionero en
prisionero rezando por ellos y confortándoles. Muchos supervivientes
atestiguaron que su ayuda y sus oraciones salvaron muchas vidas mientras
Teresio estuvo allí.
El Día de
Navidad de 1944, Teresio se sentó junto a un hombre agonizante, sosteniéndolo
entre sus brazos y rezando con él. El nombre de este hombre era Odoardo
Focherini (fue beatificado como beato
Odoardo Focherini en 2013).
El 17 de
enero de 1945, Teresio vio cómo apaleaban despiadadamente a un prisionero
ucraniano. Arrojó su propio cuerpo demacrado sobre el de la víctima para
proteger al prisionero, intentando cubrirlo de los golpes que estaba
recibiendo. El premio de Teresio fue ser pateado hasta morir por los guardias.
Acababa de cumplir 29 años.
El papa
Francisco beatificó a Teresio el 3 de febrero de 2018.
Beato Teresio
Olivelli, por favor, reza por nosotros.
Larry
Peterson
Fuente:
Aleteia