Domingo XXXII (Ciclo C)
MONICIÓN DE ENTRADA
Buenos
días, hermanos, sed bienvenidos a la esta Celebración.
Un
domingo más, nos reunimos como comunidad para participar de la Acción de
gracias que Cristo eleva al Padre. De la mesa del altar tomaremos el Pan de la
vida, el cual no solo es alimento para nuestra peregrinación por este mundo;
sino que además es anticipo del Banquete del Reino al cual estamos llamados a
participar en la vida eterna.
Hoy,
también celebramos el Día de la Iglesia diocesana bajo el lema: “Sin ti no hay
presente, contigo hay futuro!” Este año se nos invita a sentirnos miembros
activos de la Iglesia, continuadores de la misión de Jesucristo allí donde nos
encontremos. Una misión que nace de la Eucaristía dominical y encuentra su
plenitud en ella.
MONICIÓN A LAS LECTURAS
La
muerte se presenta ante nosotros como un muro infranqueable: nos asusta, nos
paraliza, nos parece que es un destino trágico. Muchas personas viven con
angustias y sin sentido la muerte propia o de sus familiares y amigos.
Las
lecturas de hoy quieren abrir una brecha en ese negro muro. Nos anuncian la
victoria de la vida sobre la muerte. Jesús da testimonio de la resurrección
futura.
Escuchemos
con atención la Palabra de Dios, ella alentará nuestra esperanza.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Respondemos
a cada oración diciendo: ¡Padre bueno, escúchanos!
Por
la Iglesia, Pueblo de Dios en camino. Que escuche los lamentos de la gente y
sepa decir una palabra de consuelo y realizar gestos de vida y perdón. Oremos
al Señor.
Por
todos los que tienen responsabilidad en el mundo, especialmente por el gobierno
que salga de estas elecciones generales, para que se pongan al servicio del
bien común. Oremos al Señor.
Por
los que buscan a Dios con sincero corazón; por los que están abiertos a la fe;
por los que no se conforman con un mundo encerrado en unos cortos límites.
Oremos al Señor.
Por
todos los que se enfrentan ante la muerte sin fe, para que encuentren cristianos
que les acompañen y les anuncie la victoria de Cristo. Oremos al Señor.
Por
todos nosotros, que queremos vivir como hijos de Dios y discípulos de Jesús;
para que nos abramos al Evangelio y nos dejemos transformar por él. Oremos al
Señor.
ORACIÓN FINAL
Señor,
te damos gracias porque nos has dado la vida,
y
porque no contento con ese don,
también
nos has llamado a participar
de
la gloria de tu amor.
Señor,
¡cuánto te tenemos que alabar y bendecir!
Tú
haces todo lo posible
para
que no perdamos el camino
que
nos conduce a tu Reino:
nos
das tu Palabra, nos regalas los sacramentos,
nos
introduces en tu Iglesia,
nos
ofreces el testimonio de los santos…
¡Gracias,
Señor!
Te
pedimos, Padre bueno,
que
nunca perdamos la esperanza
de
que podemos llegar a tu Reino,
que
nos infundas la fortaleza para superar
cualquier
obstáculo que se nos presente en el camino,
y
que nos comuniques el arrojo de dar testimonio de ti
a
todos aquellos que lo necesiten.
¡Gracias,
Señor!