En
la mañana del 15 de octubre, 11ª Congregación General para la Asamblea Especial
del Sínodo de los Obispos sobre el tema "Amazonia: nuevos caminos para la
Iglesia y para una ecología integral", en curso en el Vaticano hasta el 27
de octubre
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Congregación General (Vatican Media) |
Presentes
en el Aula, 180 Padres sinodales, junto con el Papa Francisco.
Crear
urgentemente un Organismo Episcopal permanente y representativo, coordinado por
la Repam (Red Eclesial Panamazónica), para promover la sinodalidad en la
Amazonía: es una de las sugerencias que surgieron de la XI Congregación General
del Sínodo Especial para la Región. Este organismo, integrado en el CELAM
(Consejo Episcopal Latinoamericano), deberá ayudar a implementar la fisonomía
de la Iglesia en la Amazonía, con vistas a una pastoral común más eficaz,
concretando también las indicaciones que el Papa Francisco querrá eventualmente
dar después del Sínodo, y trabajando en la defensa de los derechos de los
pueblos indígenas, en la formación integral de los agentes pastorales y en la
creación de seminarios amazónicos. Esta acción pastoral conjunta, elaborada
sinodalmente por todas las circunscripciones eclesiásticas panamazónicas, en
relación orgánica con el CELAM, servirá para afrontar problemas comunes, como
la explotación del territorio, la delincuencia, el narcotráfico, el tráfico de
drogas y la prostitución.
Un Observatorio para los
Derechos Humanos y Protección de la Amazonía
El
Aula del Sínodo vuelve a mirar a los pueblos indígenas, centrándose en los
problemas derivados de la colonización, la migración interna y el avance de los
modelos económicos depredadores y colonialistas, que a menudo matan. Esto
provoca la expropiación y desalojo de las comunidades originarias de sus
territorios, que se ven obligadas a emigrar en contra de su voluntad. Por el
contrario, los pueblos indígenas en movilidad deben ser entendidos en su
peculiaridad a través de un cuidado pastoral específico, de manera que sus
derechos humanos y ambientales estén siempre garantizados, en particular el
derecho a ser consultados e informados antes de cualquier acción en sus
respectivos territorios. En este sentido, se sugiere la creación de un
observatorio permanente para los derechos humanos y la protección de la
Amazonía. El grito de la tierra y de los pueblos amazónicos debe ser escuchado,
se reafirma, dando voz sobre todo a los jóvenes, porque se trata de una
cuestión de justicia intergeneracional.
Inculturación y educación
La
cuestión de la inculturación es también central, un modo de ser para la Iglesia
que se abre a descubrir nuevos caminos en la rica diversidad de las culturas amazónicas,
para hacer de ella una Iglesia más discípula y hermana, más que Maestra y
Madre, en actitud de escucha, servicio, solidaridad, respeto, justicia y
reconciliación. Vinculada al tema de la inculturación, retorna la educación de
los pueblos indígenas amazónicos, una educación que lamentablemente se
caracteriza por su mala calidad y fuerte precariedad. ¿Qué puede hacer entonces
la Iglesia, que es una de las instituciones más cualificadas y fuertes en el
campo de la formación? Por ejemplo, las universidades católicas pueden optar
preferentemente por la educación de los pueblos indígenas, o generar
estrategias de solidaridad para apoyar económicamente a las universidades
indígenas, como la Nopoki, en Perú, para que se proteja el derecho a la
identidad cultural y se salvaguarde la sabiduría ancestral de los pueblos
originarios de la Amazonía, en nombre del diálogo y el intercambio de culturas,
sensibilidades, lenguas y visiones.
El compromiso misionero y
el testimonio de los mártires
Los
Padres sinodales reflexionan también sobre la violencia: la Amazonia es como
una mujer violada de la cual acoger el grito, se subraya en la Aula, porque
sólo así se puede despertar de nuevo la evangelización. En efecto, el anuncio
efectivo del Evangelio se realiza sólo en contacto con el dolor del mundo que
espera ser redimido por el amor de Cristo, gracias a una teología de la vida.
Hay, por tanto, una fuerte referencia al valioso ejemplo de los mártires
misioneros de la región, como Monseñor Alejandro Labaka, la monja terciaria
capuchina Inés Arango, o la hermana Dorothy Stang, que dieron su vida en nombre
de la causa de los pueblos amazónicos indefensos y por la protección del
territorio. La obra misionera en la Amazonía debe ser más apoyada, se afirma en
el Aula, y por eso se reflexiona sobre la creación de un fondo financiero,
tanto nacional como internacional, para fortalecer la misión en la región,
especialmente para los costos de transporte y capacitación de los propios
misioneros.
El desafío ecuménico
Sin
olvidar que el compromiso misionero debe realizarse también desde una
perspectiva ecuménica, porque una Iglesia misionera es también una Iglesia
ecuménica. Este desafío concierne también a la Amazonía: lejos de todo
proselitismo o colonialismo intra-cristiano, la evangelización cristiana es la
invitación libre, dirigida a la libertad de los demás, a entrar en comunicación
y a entablar un diálogo vital. Una evangelización atractiva será, por tanto, la
prueba de un ecumenismo creíble. Otro punto de reflexión es la música, un
lenguaje común comprensible para todos que conduce a la reflexión sobre la
comunicación de la fe: no debe negar la doctrina -explican los Padres
sinodales- sino hacerla comprender a través de la sensibilidad humana. De esta
manera, la Buena Nueva será atractiva para todos, yendo hacia ese renacimiento
de lo sagrado que se vive incluso en las zonas más salvajes de la Amazonía.
La respuesta de la
Eucaristía
Ante
las difíciles situaciones que se viven en la Amazonía, importantes respuestas
provienen de la Eucaristía, por la que pasa la gracia de Dios, y de un amplio
ministerio, que comienza también con las mujeres, protagonistas indiscutibles a
la hora de transmitir el sentido radical de la vida. Tal vez tengamos que
preguntarnos -se pregunta el Aula- si no es el caso de replantearse el
ministerio. En efecto, muchas comunidades tienen dificultades para celebrar la
Eucaristía por falta de sacerdotes: se sugiere, por tanto, modificar los
criterios de selección y preparación de los ministros autorizados para administrar
este sacramento,
El ministerio femenino,
siguiendo el ejemplo de la antigüedad
Se
necesitan nuevos caminos hacia las tradiciones antiguas, afirman los Padres
sinodales. De hecho, algunas intervenciones recuerdan las prácticas de la
antigüedad que veían a los ministerios vinculados a las mujeres, y se
reflexiona acerca de la posibilidad de restaurar ministerios análogos,
particularmente para el lectorado y el acolitado. Alguien más se ocupa de la
facultad de dispensar del celibato, para poder ordenar a "ministros"
hombres casados que, bajo la supervisión de un presbítero responsable, puedan
ejercer en comunidades eclesiales dispersas. Al mismo tiempo, se propone la
creación de un fondo para financiar la formación de los laicos en los ámbitos
bíblico, teológico y pastoral, para que puedan contribuir cada vez mejor a la
acción evangelizadora de la Iglesia. Finalmente, en este contexto, se recuerda
también la importancia de las comunidades eclesiales de base y de la vida
consagrada, que es profecía y envío a las fronteras del mundo
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