A
corazón abierto
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Estoy
escribiendo una carta a una persona muy querida. La verdad es que, cuando me
senté con el papel delante, no sabía por dónde comenzar ni qué decir... solo
sabía que tenía que escribir.
Estuve
orando un poco y enseguida todo comenzó a fluir; es que, cuando quieres de
verdad a una persona, es fácil abrir el corazón. Inmediatamente te brotan los
recuerdos, los acontecimientos vividos juntos, y todo ello te hace ver que de
verdad quieres a esa persona...
Entonces
recordé que hacía tiempo me habían comentado que, si al escribir te emocionas,
harás que el otro también se emocione; si lloras, le harás llorar; si de verdad
abres tu corazón, esa carta tocará con facilidad el corazón del que la va a
recibir.
Y
al recordar eso, caí en la cuenta de que también el Señor se emocionó
contemplando lo que Él mismo había creado, esa creación que nos emociona a
nosotros y nos lleva a descubrir su inmensidad; Él también lloró con su amigo
Lázaro; se alegró cuando le invitaron a las bodas de Caná, y se ocupó de darles
el Vino Nuevo... y hoy en día también sigue saliendo en busca de la oveja
perdida, y cubriendo de besos al que vuelve a casa como el hijo pródigo...
¡Todo
lo que Él hace en nuestras vidas es una carta de Amor! Para que, al leerla, se
nos conmueva el corazón, descubramos un poco de su Amor, y experimentemos algo
de eso que Él siente por nosotros.
Hoy
el reto del amor es escribir una carta de corazón a corazón. ¿Hace cuánto que
no escribes una? Quizá el papel y el boli te sea más arduo, pero también vale
un WhatsApp. Únicamente, para unos minutos, ora, mira al Señor, mira a esa
persona, y deja que las palabras broten del corazón, que hablen de lo bueno, de
lo que le quieres, de lo que realmente te gustaría que esa persona recordase de
ti. ¡No dejes pasar una gran oportunidad!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma