Él
está contigo
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
El
otro día estuvimos sublimando un montón de tela. Es que estamos haciendo unos
muñecos que llamamos “Abrázame”. Se trata del Niño Jesús, o la Virgen María, o
el ángel de la guarda... que sublimamos en una tela; después se cose y se
rellena, y queda como un muñeco para que los niños aprendan a rezar y, sobre
todo, para que abracen a Jesús y sientan que, con Él, no tienen que tener más miedos
nocturnos...
Mi
tarea era trabajar con la plancha de sublimar. Lo que hace es que, por medio de
la presión y del calor, transfiere el dibujo a la tela.
Después
de hacerlo una y otra vez, me daba cuenta de que lo fundamental es que dé
calor; de lo contrario, no se sublima la tela.
Con
ello el Señor me hablaba de que lo que da sentido a cada cosa que hago es
hacerlo con el calor del amor. Sí, porque puedo hacer muchas cosas al día,
pero, cuando simplemente las realizo porque hay que hacerlas, se me ha olvidado
lo más importante: el Amor. Y cualquier obra buena, sin Amor, queda sin
contenido y, aún peor, te deja vacío, o por lo menos igual que estabas.
Como
la plancha, que puedo cerrarla y “planchar” la tela, pero sin calor no va a
dejar huella, no se va a sublimar el dibujo sobre la tela.
El
Señor quiere que seamos felices, pero felices felices, en todos los minutos de
nuestro día, estemos haciendo lo que sea: ya sean esas tareas de casa, o el
trabajo más rutinario del mundo... todo queda transformado cuando dejamos que
su Amor se transfiera por nosotros hacia lo que hacemos, hacia los demás.
No
se trata de un amor inventado o de ser simpático, sino que su Amor es su
Espíritu Santo. Es estar enchufados a Su corriente y dejar que traspase todo
nuestro ser. Es quedarnos prendidos en Él; es un amor limpio, que desea el bien
del otro.
Su
Amor llena de sentido cada instante, porque llena cada instante de su
Presencia. Si quieres que todo lo que haces tenga sentido, deja a Cristo entrar
en ello.
Hoy
el reto del amor es detenerte ante dos cosas que hagas “porque toca” y busques
cómo Cristo te habla por medio de ellas. Él siempre está; por ello, tan solo
necesitamos pedirle unos ojos nuevos para poder descubrirle. “El que busca,
encuentra” (Mt 7, 8).
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma