El
sábado 7 de septiembre el Santo Padre pronunció un discurso ante las
autoridades de Madagascar en el marco de su viaje apostólico
Francisco
habló de la importancia de construir la paz, luchar contra todas las formas de
corrupción endémica y trabajar por el desarrollo integral del país, sin olvidar
a los pobres y protegiendo las riquezas del planeta Tierra, "nuestra casa
común".
La
mañana del sábado 7 de septiembre, el Papa Francisco participó en el encuentro
con las autoridades de Madagascar en el marco de su viaje apostólico que tuvo
lugar en el Ceremony Building de Antananarivo.
Tras
haber escuchado el discurso del presidente, Andry Rajoelina, y agradecer a
todos por los esfuerzos realizados para hacer posible su visita a "este
hermoso país", el Santo Padre dirigió un discurso en el que destacó
algunos de los valores fundamentales de la cultura malgache: el fihavanana,
que evoca el espíritu de compartir, de ayuda mutua y de solidaridad.
«En
él está incluida también la importancia del parentesco, la amistad, y la buena
voluntad entre los hombres y con la naturaleza -dijo el Papa- de este modo se
pone de manifiesto el "alma” de vuestro pueblo y esas notas particulares
que lo distinguen, lo constituyen y le permiten resistir con valentía y
abnegación las múltiples contrariedades y dificultades a las que se ha de
enfrentar a diario».
Aspirar a la estabilidad y
a la paz
Asimismo,
el Pontífice recordó que desde la recuperación de la independencia, Madagascar
aspira a la estabilidad y a la paz, implementando una positiva alternancia
democrática que demuestra el respeto por la complementariedad de estilos y
proyectos:
Un
hecho que deja de manifiesto que "la política es un vehículo
fundamental para edificar la ciudadanía y la actividad del hombre" y es
por tanto "un desafío continuo para quienes tienen la misión de servir y
proteger a sus conciudadanos, especialmente a los más vulnerables".
Busquen un desarrollo
digno y justo
Para
lograrlo, el Papa subrayó que es necesario fomentar las condiciones para un
desarrollo digno y justo involucrando a todos los actores de la sociedad civil,
y citando las palabras de su predecesor san Pablo VI, hizo hincapié en que el
desarrollo de una nación «no se reduce al simple crecimiento económico. Para
ser auténtico debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a
todo el hombre» (Carta enc. Populorum Progressio, 14).
En
este sentido, el Obispo de Roma los alentó a luchar con fuerza y determinación
contra todas las formas endémicas de corrupción y especulación que aumentan la
disparidad social, así como a enfrentar las situaciones de gran precariedad y
exclusión que producen siempre condiciones de pobreza inhumana: "busquen
una mejor distribución de los ingresos y una promoción integral de todos los
habitantes especialmente de los más pobres", dijo Francisco.
Preserven la naturaleza y
su hermosa biodiversidad
Y
en ese camino de búsqueda de "soluciones integrales", el Papa exhortó
a los presentes a que trabajen en la promoción del respeto de la Madre Tierra,
preservando y protegiendo la naturaleza.
"Vuestra
hermosa isla de Madagascar es rica en biodiversidad vegetal y animal, y
semejante riqueza se encuentra particularmente en peligro por la deforestación
excesiva en beneficio de unos pocos; su degradación compromete el futuro del
país y el de nuestra casa común", aseveró el Pontífice destacando algunos
factores que amenazan la preservación del planeta como los incendios
forestales, la caza furtiva, la tala desenfrenada de árboles de maderas preciosas,
el contrabando y las exportaciones ilegales.
Abran Madagascar al mundo
sin homogeneizar su cultura
En
este punto, cabe destacar la sugerencia del Papa de crear empleos y actividades
generadoras de ingresos, que preserven el medio ambiente y ayuden a las
personas a salir de la pobreza.
Y
en alusión al apoyo que las organizaciones internacionales han brindado para el
desarrollo del país "con el fin de hacer visible la apertura de Madagascar
al mundo", Francisco puso en guardia sobre el riesgo de que esa
apertura "se transforme en una supuesta cultura universal que menosprecie,
menoscabe y suprima el patrimonio cultural de cada pueblo".
"Ya
que la globalización económica, cuyos límites son cada vez más obvios, no
debería generar una homogeneización cultural", añadió el Santo Padre.
"Respeten
las prioridades y formas de vida autóctonas donde se cumplan las expectativas
de los ciudadanos. Así lograrán que la ayuda proporcionada por la comunidad
internacional no sea la única garantía del desarrollo del país; sino que el
propio pueblo será quién se hará cargo gradualmente de sí mismo, convirtiéndose
en artesano de su destino", concluyó el Pontífice.
Sofía
Lobos - Ciudad del Vaticano
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