El Pontífice pronunció una
homilía espontánea "desde el corazón", inspirada en el modelo de vida
contemplativa de santa Teresa de Lisieux
En
el Monasterio de las Carmelitas Descalzas de Antananarivo, el Papa Francisco
rezó la Hora Media junto a unas 100 religiosas contemplativas y 70 novicias
provenientes de varios monasterios del país: un gesto de acción de gracias y
bendición para toda la isla de Madagascar. En su homilía espontánea inspirada
en el modelo de fe de santa Teresa de Lisieux, el Pontífice puso en guardia a
las hermanas sobre la tentación de caer en la vida mundana y les recordó que el
mundo se salva con pequeños actos de amor: "la lucha en el monasterio no
tiene jubilación, es hasta el final", dijo.
Tras
haber participado en el encuentro con las autoridades de Madagascar, el Papa
Francisco rezó la meditación de la Hora Media en el Monasterio de las
Carmelitas Descalzas junto a unas 100 religiosas contemplativas y 70 novicias
provenientes de varios monasterios del país: un gesto de acción de gracias y
bendición para toda la nación.
Paciencia en la vida
contemplativa
Después
de escuchar y agradecer el emotivo saludo de la Priora, Sor María Magdalena de
la Anunciación, y de recitar las oraciones correspondientes a la Liturgia
de las Horas, el Pontífice pronunció una homilía espontánea "desde el
corazón", como padre, amigo y consejero de las religiosas, inspirada en el
modelo de vida contemplativa de santa Teresa de Lisieux, quien a través de
pequeños gestos de caridad, era capaz de testimoniar con fidelidad su amor por
Cristo.
Francisco
habló en concreto de la paciencia con la cual la santa, también conocida como
Teresita del Niño Jesús, ayudaba a una de las religiosas más ancianas casi
paralítica, cuyo difícil carácter y mal genio hacía casi imposible acompañarla.
Caridad expresada en las
pequeñas cosas
En
lugar de tomar este rechazo con indignación y enfado, santa Teresita lo ofrecía
a Dios afirmando que prefería mil veces vivir ese momento que escabullirse en
cualquier otra tarea que pudiera ofrecerle la vida mundana.
"La
joven religiosa siempre con una sonrisa seguía acompañando a la hermana anciana
que se quejaba porque no podía caminar bien y al mismo tiempo rechazaba la
ayuda de Teresa", explicó Francisco. "Esta imagen refleja un poco la
vida comunitaria y el espíritu en el cual se puede vivir en comunidad: la
caridad expresada en las pequeñas y en las grandes cosas".
La perfección está junto
al Señor
"Sé
que todas ustedes, monjas de clausura, han venido para estar cerca del Señor y
buscar el camino de la perfección que se encuentra en los pequeños pasos de
caridad", añadió el Pontífice.
«Ese
es el secreto: pequeños pasos que parecen poco pero que hacen ver a Dios y esto
es lo que pensaba Teresa de Lisieux. Los pequeños pasos de caridad son los
hilos con los que ella "capturaba a Dios". Si quieren cambiar,
no sólo al monasterio sino el mundo, empiecen con pequeños actos de amor»,
aseveró el Obispo de Roma.
No caer en la vida mundana
Asimismo,
el Papa alentó a las Carmelitas a vivir de la manera más sencilla y humilde
posible: "Sean valientes y tengan el coraje de hacer pequeños actos de
amor y de caridad, cada día".
Por
otra parte, el Sucesor de Pedro puso en guardia sobre los peligros de caer en
la vida mundana, que al igual que el demonio, "se presenta sigilosamente,
sin hacer ruido, de manera delicada y educada", con el fin de no dejar en
paz a esa alma que ha sido entregada a Dios.
"La
mundanidad no es una religiosa de clausura", recordó Francisco señalando
que "el tentador se disfraza de noble porque no quiere ser
descubierto".
Por
eso, el Papa las exhortó a defenderse entre ellas de la mundanidad, a dialogar
ante cualquier situación que consideren extraña y a perseverar en la lucha
espiritual en el convento, que "no tiene jubilación sino que es hasta el
final", pero que vale realmente la pena cuando en ella dejan entrar el
amor de Dios.
Sofía
Lobos - Ciudad del Vaticano
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