Las ciencias sociales y los profesionales de la salud mental
buscan un aliado en la fe católica
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El suicidio es un hecho desconcertante,
devastador. En el empeño por perfeccionar el cómo por prevenirlo sorprenderá a
más de alguno conocer que las ciencias sociales y los profesionales de la salud
mental, laicos todos, están mirando como un aliado predilecto a la fe católica.
El magisterio
de la iglesia, referentes de espiritualidad en la historia de la iglesia,
profesionales de la salud mental y las ciencias sociales coinciden en afirmar
que el suicidio no es un acto libre.
La persona
que se suicida suponiendo acabará con el sufrimiento que padece, no tiene
dominio sobre su propia voluntad, tampoco conciencia plena de sí, ni
razonamiento lúcido en el proceso y el momento de concretar el acto suicida.
(Ref. cit. : Anales de Psicología, Medline, Federación Española Psiquiatría, Catecismo
Nº 2282, Evangelium
Vitae N° 66, Papa Francisco 17.06.2013).
El padre
Fernando Teseyra, viceprovincial de la Sociedad de San Pablo, en columna
publicada en este periódico sobre el tema, reflexiona:
“El suicidio es un flagelo que avanza y
carcome la sociedad. Por eso hay que hacer una propuesta a la integralidad de
la vida, donde se promueva en diferentes ámbitos el valor de la vida,
incorporando a lo social, lo político, lo educacional el
sentido espiritual de la persona humana, cuya vida depende de Dios, como forma
válida de prevención del suicidio”.
No está
errada la certeza del cómo prevenir el suicidio, que reflexiona Teseyra.
Estudios sociológicos sobre cientos de casos clínicos concretos aportados por
profesionales de salud mental en lugares y culturas diferentes, revelan que la
fe religiosa y la actividad religiosa del creyente es un factor que reduce el
suicidio…
Sentido de vida. Una testigo elegida por Él
Alcoholismo,
drogadicción, depresión, crisis por situaciones inesperadas de la vida que la
persona no tolera, cesantía prolongada, son algunos de los factores que
facilitan la conducta suicida, al decir de las estadísticas.
Pero no todos
quienes padecen estas experiencias tienen ideación o conducta suicida. El
factor común, según indica el afamado investigador y psicólogo Victor Frankl,
es la ausencia de sentido.
Coincidente el papa Francisco rezó durante
todo el mes de octubre de 2013 para “que quienes se sienten agobiados hasta el
extremo de desear el fin de su vida, adviertan la cercanía amorosa de Dios”.
Esa verdad
identificada por Frankl y proclamada por papa Francisco la narra con sus
propias palabras Teresa María Pérez quien la vivió en su juventud:
“Esa experiencia de vacío yo la iba
teniendo muy fuerte, tan fuerte llegó a ser en algunas circunstancias que
llegué a plantearme la posibilidad del suicidio, fríamente (…) No
era soledad. Yo lo llamaría vacío de sentido, que es distinto. No llegué a hablar del
tema del suicidio pero sí de este sentido de vacío con las chicas de clase, con
las amigas con las que yo salía. Pero no podían darme una respuesta, porque
ellas no tenían a Dios. En casa yo no se lo dije a mi madre, la quiero mucho y
he tenido siempre mucha confianza con ella pero yo también soy muy introvertida
y normalmente me guardo mucho las cosas y más si son sufrimientos normalmente
tiendo mucho a guardarlos, a no exteriorizarlos”.
Teresa,
acompañada por personas adecuadas, logró sortear su ideación suicida, encontró
el sentido y hoy es religiosa en las Siervas del Hogar de la Madre.