HOY EL RETO DEL AMOR ES RENOVAR TU FE EN CRISTO

Duendes en el monasterio

Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

-¡¡Ay, ay, ay!! -se iba quejando la procuradora- ¡No hago carrera con estas monjitas!

-¿Qué te pasa? -le pregunté extrañada.

-¿Tú crees que pueden hacerme esto? ¡¡Han sobrado dos empanadillas de la comida!! Vamos, que no se las haya comido nadie... Ahora no me sirven para cubrir una cena, ¡ni un aperitivo! ¿Qué hago yo con esto?

-Mujer, -contesté en tono tranquilizador- déjaselo al duende.

-¿Al duende? ¿Qué duende?

No pude evitar soltar una carcajada ante su asombro. El “duende” forma parte de mi tradición familiar:

En verano, cuando nos reuníamos todos, era muy normal que, en la comida, sobrase una croqueta, o un pedacito de tortilla... Entonces mi abuela anunciaba que lo dejaba “para el duende”. Cogía los restos, los ponía en un plato y lo colocaba en un punto estratégico: en la encimera, bien visible y al alcance de cualquiera, incluso de los niños más pequeños. A la hora de la cena, misteriosamente y sin que nadie hubiese visto nada, ¡¡el plato estaba vacío!! El responsable podía ser cualquiera de los varios “duendecillos” que invadíamos la casa...

Así pues, decidí seguir la sabiduría de mi abuela: puse las empanadillas en un plato y lo llevé a una zona bien visible del comedor. ¡La técnica resultó infalible! Eso sí, los duendes del monasterio son todavía más especiales... ¡hasta tuvieron el detalle de lavar el plato!

Este hecho me ha llevado a orar mucho. Sí, porque he descubierto que Jesús es también del estilo del “duende”: muchas veces actúa sin ser visto.

Él podría realizar grandiosos prodigios impresionantes que dejasen al mundo entero boquiabierto... pero prefiere coger caminos más humildes, más sencillos; y todo porque lo que quiere es amarnos, no asustarnos. Prefiere acercarse a nosotros en lo pequeño, aunque eso le suponga muchas veces pasar desapercibido.

Sin embargo, aunque no lo veamos, de algo no hay duda: ¡Cristo nunca para! Él está trabajando continuamente, contigo, a tu favor. ¡Él lucha a tu lado! Tal vez seas capaz de descubrir las huellas de su Presencia, o quizá tus ojos no se percaten de ellas... pero puedes continuar confiado: Él está, y está actuando.

Al dar la mano a Cristo, no avanzamos por lo que vemos o sentimos, sino por lo que creemos. Nuestra confianza se basa en su promesa: “Yo estoy con vosotros...”

Hoy el reto del amor es renovar tu fe en Cristo. Te invito a que, en tu rato de oración, te hagas consciente de que Jesús está vivo, y camina a tu lado. Hoy pon en Sus manos esa situación que te resulta difícil. Pídele ojos nuevos para verle actuar. Y, si hoy no ves un gran cambio, ¡renueva tu confianza! Aunque sea discretamente, ¡Cristo ya está actuando! ¡Sucederá! Yo no creo porque veo; sino que, porque creo, veo. ¡Feliz día!

VIVE DE CRISTO

Fuente: Dominicas de Lerma