Para
el Papa esta pluralidad de movimientos «representan una gran alternativa
social, un grito profundo, un signo de contradicción, una esperanza de que
“todo puede cambiar”
Con
un prefacio de su puño y letra, el Santo Padre presenta un libro que recoge
cinco años de reflexión sobre el trabajo de miles de asociaciones que, actuando
como una “palanca de transformación social”, luchan por un estilo de desarrollo
justo e inclusivo.
El
profundo valor y los desafíos de cientos de asociaciones sociales que luchan
contra la exclusión en el mundo es el tema central de la presentación que el
Papa Francisco ha escrito para el libro “La irrupción de los Movimientos
Populares: Rerum novarum de nuestro tiempo”. Esta edición, preparada
por la Pontificia Comisión para América Latina, recoge las principales
exposiciones de los Encuentros Mundiales que desde 2014 han congregado a miles
de representantes de Movimientos Populares en distintas partes del continente
americano.
El
Santo Padre comienza su reflexión afirmando que las personas que viven en las
periferias territoriales y existenciales no son solo un sector de la población
a la que hay que llegar como Iglesia, sino que son «una semilla, un renuevo que
como el grano de mostaza dará mucho fruto», porque los concibe como «la palanca
de una gran transformación social». Así, no son actores pasivos o meros
receptores de asistencia social, que deben resignarse a contemplar cómo las
élites administran el orden mundial, sino que son verdaderos protagonistas
activos, agentes del futuro de la humanidad, cuya “rebelión pacífica”, a imagen
de Jesús manso y humilde, cuenta con la solidaridad incondicional del Santo Padre.
Francisco
reconoce en esta articulación de movimientos sociales de carácter transnacional
y transcultural aquel “modelo poliédrico” al que hacía referencia en su
exhortación apostólica Evangelii Gaudium (nº2), y que se constituye a
partir de un paradigma social basado en la cultura del encuentro.
Para
el Papa esta pluralidad de movimientos, cuyas experiencias de lucha por la
justicia quedan plasmadas en el libro, «representan una gran alternativa
social, un grito profundo, un signo de contradicción, una esperanza de que
“todo puede cambiar”». Su modo de resistir al modelo imperante por medio de un
testimonio de trabajo y sufrimiento los revela -según Francisco- como
“centinelas” de un futuro mejor.
Reafirmando
su convicción de que la humanidad enfrenta actualmente un cambio de época
caracterizado por el miedo, la xenofobia y el racismo, el Santo Padre asegura
que los «Movimientos Populares pueden representar una fuente de energía moral,
para revitalizar nuestras democracias». De hecho, en medio de una sociedad
global herida por una economía cada vez más alejada de la ética, afirma que
estos agregados sociales pueden ejercer como un antídoto contra los populismos
y la política del espectáculo, ya que ellos entrañan un sentido de la
participación ciudadana con una conciencia más positiva del otro. Esto es la
consecuencia de la promoción de una “fuerza del nosotros” que se opone a la
“cultura del yo”.
Al
finalizar sus palabras, el Santo Padre hace hincapié en el tema del trabajo
humano como uno de aquellos derechos sagrados que debe custodiarse en cada
persona. Frente a las concreciones prácticas de tesis neoliberales y
neoestatales que sofocan y oprimen a las personas en sus experiencias
laborales, Francisco clama por un «nuevo humanismo, que ponga fin al analfabetismo
de la compasión y al progresivo eclipse de la cultura y de la noción de bien
común».
P.
Felipe Herrera - Ciudad del Vaticano
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