Trabajando...
más o menos
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
El
último día de fiesta, la Priora propuso ver una película, una vida de un santo.
Como las más jóvenes ya la habíamos visto, decidimos ponernos en segunda fila
y, mientras veíamos la peli, aprovechamos para montar pulseras de VIVE DE
CRISTO Verano 2019.
Nos
llevamos la caja con las pulseras de tela ya sublimadas y una bolsa para ir
echando las acabadas. Solo había que ponerles la anilla para cerrarlas, ¡y
listo! Era un trabajo fácil y mecánico, que combinaba a la perfección con la
sesión de cine. Al menos, teóricamente...
Sí,
porque montar pulseras es muy fácil... cuando está encendida la luz. Pero
cuando la luz se apaga y dependes de lo que alumbre el cañón, la cosa cambia.
Tratábamos de ahogar la risa para no molestar a las demás, pero el hecho es que
¡era imposible distinguir el derecho y el revés de las pulseras!
-Bueno,
-me susurró Joane mientras dejaba una pulsera en la bolsa- tú cuando las
saques, revísalas, que a saber cómo las estamos montando...
Y,
en efecto, cuando llegué a mi celda y volqué la bolsa sobre mi cama, destacaban
entre los colores un montón de pulseras blancas: ¡¡las que habíamos montado al
revés!! Gracias a Dios, tenía fácil arreglo: basta con sacar la anilla y volver
a colocar la pulsera por el lado correcto.
De
pronto descubrí que así nos pasa a nosotros en nuestro día a día. En el fondo,
todos queremos amar, hacer el bien a nuestro alrededor, ¡montar las pulseras al
derecho! El problema está en que luego, en la práctica, trabajamos “entre luces
y sombras”, e incluso cuando actuamos con buena intención, pueden salirnos las
cosas al revés.
La
bolsa de nuestro día se va llenando con pulseras bien y mal montadas. Puedes
fijar tu atención en unas o en otras, pero, ¡siempre van mezcladas!
¿Sabes
qué es entonces lo realmente importante? ¡¡Entregar la bolsa al Señor!!
Con
Él, puedes dar gracias por lo bueno, y, también, entregarle lo que parece que
no ha salido tan bien. Y, a partir de ahí, ¡toca confiar! Si nuestras pulseras
tenían arreglo, ¿crees que el Señor no puede arreglar las tuyas? En Sus manos,
hasta los errores dan frutos de salvación. ¡Solo con Cristo podemos cantar en
el Pregón Pascual aquello de “oh, feliz culpa”!
Hoy
el reto del amor es entregar tu bolsa al Señor. Te invito a que, al final del
día, des gracias a Cristo por todo lo bueno que te haya sucedido, y dejes en
Sus manos lo que no entiendas, lo que no haya salido bien... ¡las pulseras al
revés! Pero, pase lo que pase, ¡no dejes de hacer pulseras, apuesta por amar!
¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma