San
Juan Pablo II, san Pablo VI, el Papa Francisco... son muy conscientes del papel
fundamental que tiene la mujer en el futuro de la humanidad
Jornada Mundial de la Juventud-Cathopic |
El
15 de agosto de 1988, Fiesta de la Asunción de la Virgen María fue el día que San
Juan Pablo II eligió para lanzar al mundo un mensaje cuya trascendencia
continúa a lo largo de los siglos:
¿Cuál
es, finalmente, aquel último e inefable misterio que envuelve nuestra
existencia, del cual procedemos y hacia el cual nos dirigimos?» [Mulieris
Dignitatem n.13].
La
respuesta la
sabemos desde hace 2019 años: Cristo es
la plenitud y en Él se consuma todo lo que el hombre puede esperar de la
existencia, su origen, su significado, y su fin. La respuesta de Dios al
hombre consumó también la plenitud de
los tiempos, en un momento concreto de la historia, hace 2019 años y
en un lugar íntimo y silencioso de la Creación, un paraíso sin serpiente, con
nombre femenino: María. La mujer perfecta a imagen de Dios.
“La
dignidad de cada hombre y su vocación correspondiente encuentran su realización
definitiva en la unión con Dios. María —la mujer de la Biblia— es la expresión
más completa de esta dignidad y de esta vocación. En efecto, cada hombre —varón
o mujer— creado a imagen y semejanza de Dios, no puede llegar a realizarse
fuera de la dimensión de esta imagen y semejanza”. (Mulieris dignitatem)
La
dignidad más sublime del hombre y de la mujer radica en ser imagen de Dios, en ser amados por Él, cada
uno por sí mismo, en la igualdad de valor y en la diferencia del ser, creados
para amarse y servirse recíprocamente.
40 años después de la Mulieris
Dignitatem, los pensadores relativistas más
influyentes de la actualidad dan al mundo lecciones en todos los idiomas sobre
los desafíos más acuciantes para el hombre del siglo XXI: partiendo de que Dios
no existe, todo es mentira, la realidad es líquida, el pensamiento débil, la
sexualidad fluida, la palabra sin significado, y se lleva lo cambiante, lo
movedizo, lo intercambiable, lo reversible, lo indeterminado, inespecífico,
todo es confuso e irrelevante. ¿Y si la identidad es camaleónica y la palabra
medio mentira, en quién podré confiar? La respuesta es la decepción:
El gran desafío del hombre
siglo XXI será la “búsqueda
de sentido y de significado en un mundo fuera de control” (21 Lecciones para el
Siglo XXI, Y. N. Harari, 2018).
Parece que toda especulación
sobre la potencial sabiduría de la inteligencia artificial o la conectividad 5G
no conseguirán resolver nuestras dudas más existenciales, sino más bien
acrecentar nuestras dudas.
San Juan Pablo II, con una
visión preclara de la humanidad ante el nuevo milenio, es consciente del papel fundamental que tiene la mujer en
el futuro de la humanidad y el conflicto interior en el que se debate entre la
liberación de los roles sociales tradicionales y a su vez el desarrollo de
todas las posibilidades creativas de su feminidad:
“Pero
llega la hora, ha llegado la hora en que
la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la
mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás
alcanzado hasta ahora. Por eso, en este momento en que la humanidad conoce
una mutación tan profunda, las mujeres llenas del espíritu del Evangelio
pueden ayudar tanto a que la humanidad no decaiga”. (San Pablo VI, Concilio
Vaticano II 1965).
Nos recuerda a las mujeres
nuestra máxima dignidad y la
responsabilidad de una misión:
“Vosotras,
las mujeres, tenéis siempre como misión la guarda del hogar, el amor a las fuentes
de la vida, el sentido de la cuna. Estáis presentes en el misterio de la vida
que comienza. Consoláis en la partida de la muerte. Nuestra técnica corre el
riesgo de convertirse en inhumana. Reconciliad
a los hombres con la vida. Y, sobre todo, velad, os lo suplicamos, por el
porvenir de nuestra especie. Detened la mano del hombre que en un momento de
locura intentase destruir la civilización humana” (San Pablo VI, 1965).
El Papa Francisco en
continuidad con San Juan Pablo II, nos recuerda que María, Madre de la
humanidad es imagen de la Iglesia: “La
Iglesia es mujer y madre, porque Jesús lo ha querido así”.
En
María se cumple con plenitud la vocación del hombre y la mujer del Siglo XXI,
en palabras de San Juan Pablo II se resume en “Un servir que es reinar”.
Texto
cedido a Aleteia por Arguments,
de su sección Sin miedo a la mujer
Fuente:
Aleteia