Y
más importante todavía, ¿sabes en qué diócesis vives?
D. César A. Franco, Obispo de Segovia |
El
término deriva de la palabra griega dioíkēsis, que hace referencia
a la administración del hogar familiar. En el Imperio Romano, la palabra se
usaba para denominar a un territorio gobernado por una ciudad central. A medida
que el Imperio fue cristianizado, los obispos emplazados en estas ciudades
adoptaron naturalmente el término para describir la región bajo su gobierno.
En
los primeros comienzos del cristianismo, los obispos actuaban más bien como
párrocos. Las comunidades cristianas eran
pequeñas, presentes solo en un puñado de ciudades y había suficientes obispos
como para administrar cada comunidad individual. Con la extensión del
cristianismo, los obispos se vieron incapaces de atender todas las necesidades
espirituales de las almas en cada región determinada, así que ordenaron
sacerdotes para que fueran asistentes locales. Estas comunidades dirigidas por
sacerdotes se conocerían más tarde como parroquias.
Cada
región, compuesta de un obispo en una ciudad principal con una serie de
parroquias por todo el ámbito rural, llegó a conocerse como ‘diócesis’. Este término sigue usándose hoy día y, de forma
similar a las parroquias, cada diócesis tiene un área geográfica específica.
Cuando
un obispo es puesto al cargo de una diócesis particular, asume la
responsabilidad de las almas dentro de sus límites. Su función es hacer todo lo
posible para garantizar que todas las almas tengan acceso a los sacramentos y
que se cumplan las leyes de la Iglesia. El obispo es la autoridad local en
todas las cuestiones de la Iglesia y es responsable de preservar la fe
apostólica.
Es
importante que cada católico sepa en qué diócesis reside actualmente y que
conozca los límites de la misma, en especial cuando se mude a otra
ubicación. Cuando una persona se muda a otra diócesis, está confiando
al obispo correspondiente el cuidado general de su alma. Por encima de
todo, el obispo es tu pastor local y necesita en gran medida de tus oraciones.
Su labor no es fácil y deberíamos recordar siempre las dificultades con las que
tiene que lidiar a diario.
Una
archidiócesis, cuya palabra se forma con el prefijo griego que indica
‘preeminencia’ o ‘superioridad’, es una diócesis que incluye a una ciudad de
mayor tamaño con una gran población católica. Una archidiócesis está al cargo
de un arzobispo y el arzobispo con la mayor diócesis en una región es conocido
como un arzobispo metropolitano.
Philip
Kosloski
Fuente: Aleteia