Ser
“constructores de una nueva humanidad radicada en Jesucristo”, es este el
augurio que ayer envió el Papa al arzobispo de París
Imagen de archivo (ANSA) |
El
arcipreste de la Catedral de Notre Dame de París, Mons. Patrick Chauvet en la
misa en ocasión de la Solemnidad de la Asunción, leyó el mensaje del Papa
Francisco firmado por el secretario de Estado Card. Pietro Parolin, en el cual
el Papa pide a los franceses, que sean constructores de una nueva humanidad
radicada en Jesús.
Ser
“constructores de una nueva humanidad radicada en Jesucristo”, es este el
augurio que ayer envió el Papa al arzobispo de París, Mons. Michel Aupetit y a
los fieles de la diócesis en la solemnidad de la Asunción de María.
Cuando
se cumplen cuatro meses del incendio que devastó la catedral de Notre Dame, la
diócesis dio una cita a los fieles, en el puente Saint-Louis para la partida de
la tradicional procesión de la Virgen María, que normalmente se lleva a cabo en
las calles adyacentes de la isla.
Todos en procesión
cantando el Ave María
Antes de ayer
por la mañana centenares de fieles con sus rosarios en la mano, cantaron el Ave
María y caminaron hacia la iglesia de Saint-Sulpice donde el arzobispo Aupetit
presidió la misa en la cual, como es tradición, renovó el “voto” del rey Luis
XIII, que ha consagrado a María el país, el 10 de febrero del 1638.
En
esta ocasión, Francisco envió por medio del secretario de Estado card. Pietro
Parolin, un mensaje para asegurar su cercanía espiritual a los fieles.
“Como
una verdadera madre, se lee en el mensaje que leyó el rector de la catedral,
Mons. Chauvet, al final de la misa. María camina con nosotros, lucha con
nosotros y difunde incansablemente la proximidad del amor de Dios. Comparte la
historia de cada pueblo que ha recibido el Evangelio y hace parte de la
identidad histórica.
El
Papa pide a Dios por la intercesión de Nuestra Señora que la reconstrucción de
su joya arquitectónica, sea un signo fuerte del renacimiento y revitalización
de la fe en sus creyentes. Llenos de esperanza, serán para sus familias, sus
comunidades y lugares de vida, constructores de una nueva humanidad radicada en
Jesucristo.
Patricia
Ynestroza-Ciudad del Vaticano
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