22 Domingo Tiempo Ordinario (Ciclo C)
Buenos
días, sed bienvenidos a la celebración del Día del Señor.
El
descanso estival va terminando y poco a poco nos vamos incorporando a las
tareas ordinarias. Ciertamente, el tiempo pasa muy deprisa, pero el Señor
siempre permanece con nosotros, Él le da estabilidad y sentido a nuestro vivir
cotidiano.
La
Eucaristía dominical es prueba de ello. Ella da sostén a nuestra existencia,
hace que nos alcance el amor de Dios y nos lanza hacia la eternidad.
Dispongámonos
a celebrar con alegría la Celebración que da sentido y fundamento a nuestras
vidas.
MONICIÓN A LAS LECTURAS
De
un modo u otro, a todos nos gusta destacar sobre los demás. En nuestro corazón
anida un orgullo mal sano que lleva a ofendernos cuando los otros no nos
consideran como nos gustaría. Incluso, muchas veces nos metemos en conflictos
porque nos puede nuestra soberbia…
Todos
estos sentimientos, aunque nos cueste reconocerlo, nos pueden y no sabemos cómo
atajarlos. Hoy, en las lecturas que se nos van a proclamar, el Señor nos ofrece
un camino seguro: la humildad.
Estemos
atentos a la Palabra divina y dejemos que ella vaya seduciendo nuestro corazón
para que seamos capaces de andar por los caminos del Señor.
ORACIÓN DE LOS FIELES
A
cada suplica respondemos: ¡Te lo pedimos, Señor!
-
Por el Papa, los Obispos y demás ministros de la Iglesia, para que su
ministerio pastoral lo ejerzan con la humildad propia del Buen Pastor. OREMOS.
-
Por los responsables de la economía, para que promuevan unas transacciones
económicas justas que permitan a los países pobres desarrollarse. OREMOS.
-
Por la Amazonía y las selvas africanas que en estos días está siendo pasto de
las llamas, para que los acuerdos internacionales promuevan los medios
necesarios para preservar estos pulmones de la tierra. OREMOS.
-
Por los que siente sobre ellos el peso del desprecio y la humillación, para que
nunca pierdan el sentido de su dignidad humana. OREMOS
-
Por nosotros, para que cualquier acto de humillación que suframos lo vivamos
como una ocasión de identificarnos con Cristo pobre y humilde. OREMOS.
ORACIÓN FINAL
Gracias,
Jesús, Señor nuestro,
porque
por tu entrega en la Cruz
nos
has abierto el camino hacia la casa del Padre.
Tú,
te has hecho semejante a nosotros,
te
has solidarizado con nuestra debilidad
y
has cargado con nuestro pecado y nuestra muerte,
para
manifestarnos que por el camino de la humildad
es
como se entra en el Reino de Dios.
Tú,
Señor, eres en verdad,
el
Siervo del Padre y nuestro Salvador.
Señor,
Jesús, ayúdanos a comprender
que
no es por la soberbia y el orgullo
que
podremos cumplir nuestra vocación;
que
no es buscando poder y prestigio
que
lograremos llegar hasta el Padre;
sino
que es siguiendo tus huellas
como
seremos verdaderamente felices.
Espíritu
Santo, que te resistes a los soberbios
e
inundas con tus dones a los humildes,
te
pedimos que nos vayas conformando con Jesús,
que
al igual que Él, aceptemos las humillaciones,
y,
siguiendo su ejemplo,
nos
hagamos amigos de los humildes y los pobres.
Amén.