¡Cuántos jóvenes enfrentan todo tipo de acoso, incluso por parte de sus
seres queridos, por defender su vocación!
Pascal Deloche / Godong |
En casa, en la
comunidad, en la escuela o en el trabajo, el joven que tiene vocación teme
decir que quiere ser sacerdote, porque tan pronto como lo revela, se
desencadena el acoso.
Es un tema
delicado y actual, que el arzobispo de Aparecida (Brasil), monseñor Orlando
Brandes, ha tratado muy bien en el portal A12. En su opinión, hay 3 tipos de
acoso vocacional, que deben abordarse y superarse. Aquí están:
1. Bullying por
parte de los compañeros. Un joven teme decir que quiere
ser sacerdote porque se gana apodos y se convierte en víctima de bromas, burlas
e incluso humillaciones. Recordemos que toda vocación enfrenta pruebas. Debemos
ir en contra de la corriente. Aquellos que tienen vocación deben seleccionar
sus amistades, participar en grupos juveniles, buscar orientación vocacional…
¡Cuántas personas con vocación encuentran apoyo, estímulo y ayuda de tantas
personas que son verdaderos ángeles vocacionales!
2. Bullying por
parte de los miembros de la familia. Muchos de
los que sienten la vocación evitan hablar de ello en casa, porque los padres,
hermanos y familiares son los primeros en desalentarlos con toda clase de
dificultades. ¡Cuántos sacerdotes, religiosos y santos han enfrentado un clima
negativo en la familia para defender y confirmar su vocación! La cruz del
bullying es una de las más perversas, porque juzga, proyecta conceptos falsos y
usa las armas destructivas de la crítica, la humillación y la mentira. Estos
desafíos se ganan solo con mucha oración, mucha lectura en oración, buenas
amistades, orientación de personas competentes y el testimonio positivo de
otros sacerdotes.
3. Bullying por
parte de la empresa. Hay mil caricaturas del sacerdote, presentándolo
como un tradicionalista, demasiado moderno, dependiente de su madre, liberal…
Por ahora, hablar mal de la Iglesia y de los sacerdotes es uno de los
pasatiempos más comunes. Todos debemos ser más valientes y optimistas y
fomentar las vocaciones. No más omisiones y negatividad. ¡Jesús merece ser
difundido, amado, conocido y seguido!
Monseñor Orlando Brandes
Fuente:
Aleteia