¿Con humo o con humor?
Hola, buenos días, hoy
Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
En la puerta del
locutorio, a un instante de cruzar el umbral y acoger a una visita, me di
cuenta de que tenía una mancha en el escapulario... ¡Vaya! Ya no me daba tiempo
para subir a cambiármelo por otro limpio, así que intenté nuestro viejo truco
de darle la vuelta al escapulario, pero... ¡el otro lado estaba aún peor!
Tratando de no pensarlo
más, me adentré con las demás y comenzó la visita.
Al cabo de un rato, me di
cuenta de que estaba en una postura algo incómoda, ¿qué pasaba? Pues que estaba
un poco encogida, como tratando de disimular mi mancha.
“Pero qué ridícula,
Israel”, me decía para mis adentros; ¡hasta me entró la risa de mi misma!
Casi casi estaba más
pendiente de mi mancha que de estar a lo que tenía que estar, así que se lo
entregué al Señor y ya todo fue diferente.
Por la tarde, durante la
oración, le saqué al Señor el tema de “la mancha”. Y me volvió a entrar la risa,
porque ese mismo ridículo que hacía tratando de ocultar una marchita, lo hago
igual cuando trato de disimular mi pequeñez, mi debilidad: como esas veces que
nos damos cuenta que no sabemos del tema, o que nos sentimos algo torpes o
incluso desastres con alguna cosa...
Cuando tratamos de ocultar
esto, no es solo que no queremos que el otro nos vea así, sino que lo que nos
sucede es que, en realidad, a nosotros mismos no nos gusta experimentar nuestra
propia pequeñez y, por ello, preferiríamos que no se nos viera.
Sin embargo, el Señor nos
invita al sentido del humor. Cuando comenzamos a amarnos tal y como somos, no
tenemos miedo de lo que los demás puedan pensar de nosotros, pues nos sabemos
pequeños, pero, aún mucho más, nos sabemos amados por Él. Y, en definitiva,
puedes hasta reírte de ti mismo. Y el que se ríe de sí mismo es capaz hasta de
aceptar con humor un comentario de otra persona.
¿Tarea difícil? Bueno...
ya nos dio el Señor la pista de por dónde llegar a ello: “El que se hace como
un niño, ese entrará en el Reino de los cielos”.
Hoy el reto del amor es
tomarte con humor tus propias pequeñeces. Hoy vive el día sin dar demasiada
importancia a esas cosillas; tan solo da importancia al Amor del Señor por ti,
y ocúpate únicamente de ser feliz y de hacer felices a los demás.
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma