A
lo loco
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Estos
días he estado pintando una figura de un Sagrado Corazón de Jesús. Antes de
empezar con el manto, cogí un trapo grande para poder ir limpiando el pincel.
Trapo en una mano, pincel en la otra y, ¡a la obra!
Un
poco de pintura... ahora limpio el pincel para coger un poco de agua... ¡uy,
demasiado agua! Vuelta a secar el pincel...
Y
así iba, con toda la alegría del mundo, moviendo el pincel de un lado para
otro. Y, aunque el trapo tenía un tamaño considerable, muy pronto sentí la
humedad en la mano. Reconozco que me pareció extraño: ¡era un trapo bastante
grande! ¿Cómo se podía haber empapado tan rápido?
Abrí
la mano, ¡y casi muero de la risa! Resulta que el trapo era de un tejido muy
abierto, que no absorbía nada, y el agua, la pintura... habían atravesado la
tela, ¡¡hasta mi mano!! Y, claro, con el manto rojo rojísimo que lleva el
Sagrado Corazón, ¡ahora tenía la mano completamente roja, cual cómplice de
asesinato!
En
la oración, descubriendo aún restos de pintura en mi mano, recordé aquella cita
del Apocalipsis que habla de que los santos “han lavado sus vestidos en la
Sangre del Cordero”.
Efectivamente,
Jesús ha muerto y ha resucitado por ti, para entregarte un vestido de fiesta,
de alegría. Quiere compartir tu vida, ¡disfrutarla contigo!
Pero,
¿quién metería la mano en un bote de pintura roja? Solo alguien un poco loco...
¡¡y los niños!! ¿Y no dice el Señor que para entrar en el Reino hay que ser
como ellos?
Nuestra
alegría está en dejarnos empapar por la pintura roja, que es Cristo, ¡dejaros
llenar por Su amor y Su paz! Pero estos regalos no son solo para nosotros...
sino para darlos a los demás: ¡nosotros somos el trapo!
Tal
vez haya personas a tu alrededor que no van a acercarse a Cristo, ¡no meten las
manos en la pintura! Pero sí que se acercarán a ti. Así pues, pequeño trapo,
¡el Señor quiere que dejes pasar su Amor a través de ti! Tú quedarás empapado,
¡y también las manos de quien está a tu lado!
Hoy
el reto del amor es ser un instrumento del Señor. Te invito a que, al empezar
el día, le pidas a Cristo que te dé una ocasión a lo largo de la jornada para
llevar Su amor a alguien. Puede ser hacer un favor, una sonrisa o callar una
mala contestación..., a conocidos o desconocidos, ¡empápate del amor de Cristo
y ve cambiando el color del mundo! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma