El
Papa – agregó Gisotti – está profundamente entristecido por su muerte, reza por
ellos y por todos los migrantes que perdieron la vida tratando de escapar de la
guerra y la miseria”
La
foto, tomada por una periodista en la frontera entre México y Estados Unidos,
retrata los cuerpos de un padre y su hija que buscaban refugio en América y que
en cambio encontraron la muerte en el Río Grande. Allí mismo, a orillas del
río, en el 2016, Francisco había lanzado un fuerte grito: "¡Nunca más la
muerte y la explotación!
“Inmensa tristeza” es lo que sintió el Papa al
ver “la imagen del papá y de su hijita ahogados en el Río Grande mientras
intentaban cruzar la frontera entre México y Estados Unidos”: así lo informa el
Director interino de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Alessandro Gisotti.
El Papa – agregó Gisotti – está profundamente entristecido por su muerte, reza
por ellos y por todos los migrantes que perdieron la vida tratando de escapar
de la guerra y la miseria”.
Angie Valeria como Aylan
Los
shorts de Angie Valeria son del mismo color que la camisa de Aylan. No es sólo
el color rojo que vincula a estas pequeñas vidas rotas y acariciadas en los
últimos momentos por el agua; detrás de ellas está el deseo de los padres de
ofrecerles un futuro diferente; el drama de la inmigración que se lleva a cabo
desde hace ya demasiado tiempo y que el Papa Francisco no deja de denunciar,
tratando cada vez de evidenciar las fatigas y la desesperación de los hombres y
mujeres que se escapan en búsqueda de una oportunidad. El 2 de septiembre de
2015, la imagen de Aylan Kurdi, el niño ahogado encontrado en la playa turca de
Bodrum, causó emoción e indignación. Y se prueban los mismos sentimientos por
Angie Valeria, de 2 años de edad, fallecida con su papá Oscar.
Escapando de El Salvador
Oscar
Alberto Martínez, según la reconstrucción de la periodista Julia Le Duc, que
tomó la foto publicada después en el periódico mexicano La Jornada, había
estado esperando asilo durante dos años, lo había pedido a las autoridades
estadounidenses. El domingo, junto con la niña y su esposa Tania Vanessa
Ávalos, emprende el viaje. Quiere cruzar el río y entrar en Brownsville, Texas.
Oscar y Angie Valeria logran llegar a la orilla pero Vanessa se queda atrás,
entonces él trata de volver a buscarla, después de dejar a la niña en la orilla
pero la pequeña se lanza al agua para seguir a su padre. La corriente los
arrastra y arrebata sus sueños, esperanzas y planes de futuro ante los ojos de
una madre que, desde la otra orilla, observa inerme y se queda con el corazón
roto.
Un viaje demasiado
arriesgado
Los
cuerpos serán repatriados en los próximos días, mientras que el Ministerio de
Relaciones Exteriores de El Salvador ha instado a no arriesgarse a un viaje tan
difícil. Otras cuatro personas fueron encontradas muertas cerca del Río Grande:
una mujer joven, dos niños y un bebé recién nacido. Las autoridades afirman que
las víctimas probablemente murieron por deshidratación y exposición al calor
excesivo.
Una crisis con rostros,
historias, nombres y familias
En
febrero de 2016, el Papa Francisco celebró una Misa en Ciudad Juárez, en la
frontera entre México y Estados Unidos, con los fieles de uno y otro lado del
muro que los divide. Luego, en su homilía, el Papa recordó que no se puede
“negar la crisis humanitaria que en los últimos años ha significado la
migración de miles de personas, ya sea por tren, por carretera e incluso a pie,
atravesando cientos de kilómetros por montañas, desiertos, caminos inhóspitos.
Esta tragedia humana que representa la migración forzada hoy en día es un
fenómeno global. Esta crisis, que se puede medir en cifras, nosotros queremos
medirla por nombres, por historias, por familias. Son hermanos y hermanas que
salen expulsados por la pobreza y la violencia, por el narcotráfico y el crimen
organizado”. Francisco pidió orar por "el don de la conversión, el
don de las lágrimas". "¡No más muerte ni explotación! Siempre hay
tiempo de cambiar, siempre hay una salida y siempre hay una oportunidad,
siempre hay tiempo de implorar la misericordia del Padre” – concluyó.
Benedetta
Capelli - Ciudad del Vaticano
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