P.- Y con su reforma tiene la
sensación que ya estamos por...
R.- No es mi reforma...
P.- Bueno, usted la presidió...
R.- Pero la pidieron los cardenales, eso es
tal cual.
P.- Usted la tuvo que llevar...
R.- Sí, la llevamos como pudimos. Es
una reforma que estamos andando todo adelante intentando de dividir los
acuerdos, la gente tiene voluntad de reformar. Qué se yo, el Palacio de Castel
Gandolfo, que viene de un emperador romano, que el renacimiento lo rehízo y
todo esto, hoy ya no es más palacio pontificio, hoy es museo, todo es museo. Y
entonces el próximo Papa si quiere ir a veranear ahí, que tiene derecho, hay
dos palacios ahí, puede ir a uno de ellos, está cuidado. Pero eso es un museo.
Se cambia... la corte se traslada toda a Castel Gandolfo porque son hábitos,
costumbres antiguas que se pueden reformar, que un Papa tiene que tomas
vacaciones, ¡por supuesto! Y bueno, Juan Pablo II se iba a esquiar, Benedicto
se iba a caminar por la montaña... Evidente que sí. Es una persona,
una persona humana. Pero el esquema de corte es lo que tiene que
desaparecer. Y esto lo pidieron todos los cardenales, bueno, la mayoría,
gracias a Dios.
P.- Ahora que nombró al Papa Juan
Pablo II, había una pregunta que tenía en la mente, que causó ciertas dudas.
Usted en un avión en uno de los últimos viajes se refirió a una anécdota, se
acuerda, que usted dijo, bueno todos entendieron que hablaba del caso Maciel y
parece que el cardenal Ratzinger había ido con sus papeles a una reunión, para
exponer las acusaciones contra el fundador de la Legión de Cristo, y salió de
ahí y le dijo a su secretario: 'ha ganado el otro partido'. Algunos periodistas
interpretaron que Juan Pablo II estaba en esa reunión y que había obstaculizado
esas....
R.- No, no. Juan Pablo II no estaba
allí. Era una reunión de los responsables de la Curia, de diversos dicasterios,
para ver el caso de Maciel. Pero el Papa en eso.... Y a Juan Pablo II a veces
lo han engañado, no es cierto... Estuvo el caso de Austria, por ejemplo, el
primado de Viena, ese monje benedictino que parecía tan y después se
destapó la olla ahí...
P.- Hace cuatro años usted me había
dicho incluso que le constaba que había autorizado al cardenal Ratzinger al
final de su vida a investigar sobre Maciel.
R.- Sí, sí, sí. En eso Ratzinger fue
valiente. Y Juan Pablo II también. A Juan Pablo II hay que entenderle ciertas
actitudes porque venía de un mundo cerrado, cortina de hierro, todavía estaba
vigente todo el comunismo allí... Y había una mentalidad defensiva, o que
conocía mil cosas de ese mundo. Tenemos que comprender bien, nadie puede dudar
de la santidad de ese hombre y la buena voluntad. Fue un grande, fue un
grande.
P.- Usted cuando decía el próximo
Papa que querrá ir a Castel Gandolfo puede volver a ir, me hizo pensar en una
cosa. Se acuerda que hace cuatro años me decía: 'es que yo tengo la sensación
que mi pontificado va a ser breve, dos, tres, cuatro... ya estamos en el sexto,
afortunadamente digo.
R.- Yo tengo la misma sensación...
P.- ¿Sigue con esa sensación?
R.- Sí.
P.- Ya pasaron seis, ya no es tan
corto.
R.- Pero tampoco pensemos en 20.
P.- Bueno en 20 quizás no porque
tiene 82, a lo mejor lo celebramos en los 100 años. A mí celebró los 150, me
dijo que no era tan momia... Podemos celebrar lo suyo, sus cien también.
R.- Está bien...
P.- Me acuerdo también que me había
dicho que lo que más extrañaba de los tiempos de cuando no era Papa era salirse
a escondidas a comerse una pizza, ¿se acuerda? ¿Ya lo logró?
R.- No. Lo que más extrañaba era
callejear, y en Roma sería salir a escondidas a comer una pizza. No, no lo he
hecho. No, es una cosa que tengo que renunciar, porque en Buenos Aires iba o en
subte de una parroquia a otra o caminando por la calle. A mí la calle me dice
mucho, aprendo mucho en la calle.
P.- No hemos hablado todavía de los
grandes temas tanto de diálogo interreligioso como geopolítica, que también
obviamente son una parte muy importante de su pontificado. Y el último año creo
que ha sido bastante llamativo su acercamiento al mundo del islam, con momentos
muy importantes: el primer viaje de un Papa también a los Emiratos, la firma
sobre la fraternidad humana. ¿Cuál es su estrategia hacia el islam, lo siente
como una prioridad en este momento?
R.- Pienso que sí. Yo voy a los barrios acá
en Roma a las parroquias y 'soy musulmán, soy musulmana' pero te vienen a
saludar, o están con el velo. O sea, el islam entró en Europa otra vez, seamos
realistas, y además el islam una realidad que no podemos ignorar. Países
islámicos de África viven muy amigos con los cristianos, muy amigos. Nos
contaba un obispo que en el Jubileo, en la catedral había siempre una cola muy
grande de gente desde la mañana hasta la noche. Un obispo de África. Y unos
iban al confesionario, otros se quedaban a rezar y la mayoría se iba al altar
de la Virgen, ¡eran todos islámicos! Y él un día les dijo: 'pero ustedes que
son musulmanes ¿qué vienen a hacer aquí?' 'Ah, queremos ganar el jubileo
nosotros también'. Iban al altar de la Virgen. O sea, creo que somos
hermanos, venimos de Abraham todos y en ese aspecto sigo las líneas del
Concilio: tender manos, hebreos, islámicos, tender manos lo más posible.
Evidentemente que el islam está herido muy
fuertemente por grupos extremistas, por estos grupos intransigentes,
fundamentalistas. También nosotros los cristianos tenemos grupos
fundamentalistas, pequeños grupos fundamentalistas, que no son guerrilleros
obviamente. Pero ahí sí, ayudarlos con la cercanía a que muestren lo mejor que
tienen, que no es precisamente la guerrilla.
P.- Firmar con líderes
moderados.... Está el gran tema de los mártires cristianos, pensar en Irak,
últimamente también en Sri Lanka...
R.- Sí y bastan pequeños grupos a hacer
desastres. Porque con la técnica del kamikaze...
P.- Y luego está China, que es su
sueño.
R.- Mi sueño China. Yo quiero mucho a los
chinos.
P.- ¿Quería ir a China?
R.- A Japón... Con China las relaciones son
muy buenas, muy buenas. Con este acuerdo ya...el otro día me visitaron dos
obispos chinos, uno que venía de la Iglesia oculta y otro que venía de la
Iglesia nacional. Ya reconocidos como hermanos vinieron acá a visitarnos. Es un
buen paso ese. Ellos saben que tienen que ser buenos patriotas y cuidar a la
grey católica. Después con China hay un intercambio cultural impresionante.
Tenemos abierto el Pabellón el Vaticano ahí.
P.- Es un camino de acercamiento...
R.- Sí y además ellos aceptan sacerdotes
católicos que son especialistas en alguna materia como profesores de la
universidad de ellos. O sea que la parte cultural es... hay muy buen
trato, muy buen trato. En este momento estamos bien.
P.- Los católicos chinos se han
sentido un poco dejados de lado por este acuerdo....
R.- Yo diría que más que los católicos...
Los católicos gozan estar juntos ahora. Siempre estuvieron juntos, ellos.
Alguno que otro dirigente, sí. Y es normal. Pasó lo mismo, pienso
en Mindszenty, el caso de Hungría, algunos se sintieron que se
negociaba el cardenal Mindszenty, que Pablo VI lo
negoció, y no fue así. Pero vamos. Con toda la política exterior de los
pequeños pasos, algunos se sienten fuera, eso es verdad, pero es la minoría. De
hecho la Pascua la han celebrado todos juntos, todos juntos y en todas las
Iglesias, este año no hubo problemas.
P.- ¿Nos lleva a China?
R.- ¡Me encantaría! Para usted va a ser el
viaje número ciento...póngale el número.
P.- Depende de cuánto se tarde en
hacer...
R.- Hagamos al revés, póngale el número
usted y ya es cábala.
P.- 260... Papa Francisco ya me ha
concedido demasiado tiempo...
R.- Yo les agradezco, le agradezco todo. Yo
quisiera terminar hablando a Rocío. Esta mujer no pudo ver a sus hijos, no los
pudo ver crecer y tenemos acá su camisa. Yo quisiera decirle a los que nos
están viendo que más que una camisa es una bandera, una bandera del sufrimiento
de tantas mujeres que dan vida y dan la vida y que pasan anónimamente. De Rocío
sabemos el nombre, tantas otras no. De Grecia también. Pasan sin dejar el
nombre pero dejan la semilla. La sangre de Rocío y de tantas mujeres
asesinadas, usadas, vendidas, explotadas, yo creo que tiene que ser
semilla de una toma de consciencia de todo esto. Yo quisiera pedirle a los que
nos están viendo que en algún momento hagan un ratito de silencio en su corazón
y piensen en Rocío, le pongan cara a Rocío, piensen en tantas mujeres como
ella. Y si rezan, recen, si desean, deseen, y que ojalá el Señor les de la
gracia de llorar. Llorar sobre toda esta injusticia, sobre todo este mundo
salvaje y cruel, donde la cultura parece que es solo cuestión de enciclopedia.
O sea quisiera terminar con este recuerdo y la palabra: Rocío.
P.- Se lo agradezco mucho como
mujer y como mexicana. Gracias Papa Francisco.
Valentina Alazraki
Vatican News