El
Papa Francisco, en la Sala Clementina, ha encontrado a los Nuncios Apostólicos
de todo el mundo. Consignó a los asistentes el mensaje que había preparado y
sostuvo con ellos un diálogo fraterno
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Encuentro con los Nuncios Apostólicos (Vatican Media) |
El
Papa Francisco, en la oración previa al encuentro con los Nuncios Apostólicos,
recordó a Mons. Léon Kalenga Badikebele, representante del Vaticano en
Argentina y que murió el 12 de este mes.
En su discurso, el Papa presenta “una
especie de decálogo” dirigido a los nuncios, pero también “a sus colaboradores
y, de hecho, a todos los obispos, sacerdotes y personas consagradas que
encontráis en todas partes del mundo”.
El Nuncio, hombre de Dios
El
primer punto que desarrolla es la consideración de que el “Nuncio es un hombre
de Dios”, y lo define: “El hombre de Dios es el que practica la justicia, el
amor, la clemencia, la piedad y la misericordia”. Y el Papa añade: “El Nuncio
que se olvida de ser hombre de Dios se arruina a sí mismo y a los demás; se
sale de la pista y también daña a la Iglesia, a la que ha dedicado su vida”.
El Nuncio es un hombre de
Iglesia
El
Papa subraya que el Nuncio, al ser un Representante Pontificio, “no se
representa a sí mismo, sino a la Iglesia y en particular al Sucesor de Pedro” …
“El mayor honor para un hombre de la Iglesia es el de ser "servidor de
todos" y añade: “Ser hombre de Iglesia significa defender valientemente a
la Iglesia contra las fuerzas del mal que siempre tratan de desacreditarla,
difamarla o calumniarla”.
El
rol del Nuncio, afirma el Papa es ser ser hombre que “se siente responsable de
la salvación de los demás”. Esto implica cercanía con los obispos, sacerdotes,
religiosos y religiosas, así como con el pueblo de Dios. Todos ellos son su
familia.
El Nuncio es un hombre de
celo apostólico
“El
Nuncio es el anunciador de la Buena Nueva y al ser apóstol del Evangelio tiene
la tarea de iluminar el mundo con la luz del Resucitado, de llevar a Cristo
hasta los confines de la tierra”, afirma el Papa, y añade: “El celo apostólico
es la fuerza que nos sostiene y nos protege del cáncer de la desilusión”.
El Nuncio es un hombre de
reconciliación
“Es
parte importante del trabajo de cada Nuncio ser un hombre de mediación,
comunión, diálogo y reconciliación. El Nuncio debe tratar siempre de permanecer
imparcial y objetivo, para que todas las partes encuentren en él al árbitro
adecuado que busque sinceramente defender y proteger sólo la justicia y la paz,
sin involucrarse nunca negativamente”. El Papa insiste en la importancia en el
papel del nuncio, de la apertura, de la capacidad de encuentro, así como de
apoyo con un consejo fraterno y discreto.
El Nuncio es un hombre del
Papa
El
Papa recuerda que “El Nuncio no se representa a sí mismo sino al Sucesor de
Pedro y actúa en su nombre ante la Iglesia y los gobiernos, es decir,
concretiza, implementa y simboliza la presencia del Papa entre los fieles y el
pueblo”. Esta misión requiere estar preparado para las relaciones humanas, a
fin de estar cerca de los fieles, de los sacerdotes, de los obispos locales y de
los diplomáticos y gobernantes.
El
Papa subraya que en tanto “representante”, su misión es: “visitar las
comunidades a las que el Papa no puede ir, asegurándoles la cercanía de Cristo
y de la Iglesia…” “Tiene el deber de actualizar e informar continuamente al
Papa de las diferentes situaciones y cambios eclesiásticos y sociopolíticos en
el país al que es enviado”; así como es incompatible con su misión “criticar al
Papa por detrás, teniendo blogs o incluso uniéndose a grupos hostiles a él, a
la Curia y a la Iglesia de Roma”.
El Nuncio es un hombre de
iniciativa
El
Papa afirma que “Un hombre de iniciativa es una persona positivamente curiosa,
llena de dinamismo y emprendimiento; una persona creativa y valiente, que no se
deja vencer por el pánico en situaciones impredecibles, sino que sabe, con
serenidad, intuición e imaginación, tratar de ponerlas patas arriba y
gestionarlas positivamente”, así como “El Nuncio, de manera intuitiva, debe
saber reorganizar la información global y encontrar las palabras adecuadas para
ayudar a las personas que acuden a él en busca de consejo, con la sencillez de
las palomas y la astucia de las serpientes (cf. Mt 16,16,16).
El Nuncio es un hombre de
obediencia
El
Papa afirma: “Por el camino de la obediencia superamos los límites de nuestra
pequeñez y nos conformamos a la voluntad divina que nos guía a actuar
correctamente con su infinita sabiduría y prudencia” y añade: “La virtud de la
obediencia es inseparable de la libertad, porque sólo en la libertad podemos
obedecer realmente, y sólo obedeciendo al Evangelio podemos entrar en la
plenitud de la libertad” ... Un Nuncio que no vive la virtud de la obediencia
-aunque sea difícil y contraria a su propia visión personal- es como un viajero
que pierde su brújula, arriesgándose así a fracasar en el objetivo”.
El Nuncio es un hombre de
oración
Para
el Papa, “La familiaridad con Jesucristo debe ser el alimento cotidiano del
Representante Pontificio, porque es el alimento que proviene de la memoria del
primer encuentro con él y porque es también la expresión cotidiana de la
fidelidad a su llamada. Familiaridad con Jesucristo en la oración, en la
celebración de la Eucaristía, para no olvidar nunca, en el servicio de la
caridad”, porque “Sin la oración nos convertimos en meros funcionarios, siempre
infelices y frustrados. La vida de oración es esa luz que ilumina todo lo demás
y todo el trabajo del Nuncio y su misión”.
El Nuncio es un hombre de
caridad activa
El
Papa considera que “La tarea del Nuncio es interpretar "la preocupación
del Romano Pontífice por el bien del país en el que ejerce su misión; en
particular, debe preocuparse celosamente de los problemas de la paz, del
progreso y de la colaboración de los pueblos, por el bien espiritual, moral y
material de toda la familia humana”. Francisco llama a los nuncios a
vivir en libertad: “Ningún regalo de valor debería esclavizarnos! Rechazar los
regalos que son demasiado caros y a menudo inútiles o dirigirlos a la caridad,
y recordar que recibir un regalo caro nunca justifica su uso”.
El Nuncio es un hombre de
humildad
El
Papa concluye el decálogo, citando las “Letanías de la humildad” del Siervo de
Dios Cardenal Rafael Merry del Val (1865-1930), Secretario de Estado y
colaborador de San Pío X, antiguo compañero suyo:
¡Oh
Jesús, manso y humilde de corazón, escúchame!
Del
deseo de ser estimado - Libérame, Jesús.
Del
deseo de ser amado - Libérame, Jesús… (Texto completo)
Manuel
Cubías – Ciudad del Vaticano
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