El
Papa Francisco ha pronunciado un discurso a los participantes en la
reunión-diálogo sobre “Minería para el bien común”, que se realiza en la ciudad
del Vaticano
Reunión con mineros (Vatican Media) |
El
Papa Francisco comenzó su discurso profundizando en la Encíclica Laudato Si e invitando
a los participantes en el encuentro a "dialogar con todos sobre nuestra
casa común" (LS. 3). Necesitamos un diálogo que responda eficazmente
tanto al grito de la Tierra como al grito de los pobres (cf. ibid., 49)”,
insistió.
El mercado no resuelve la
precariedad
El
Papa invitó a los asistentes a ver la situación en que se encuentra nuestro
hogar común, y la calificó de “precaria”. Esto, porque el modelo económico
actual está orientado solo al beneficio y basado en la ilusión de un
crecimiento económico ilimitado. También invitó a fijar la mirada en lo que
hacen las grandes potencias:
"Las
potencias económicas siguen justificando el actual sistema mundial, en el que
prevalecen la especulación y la búsqueda de ingresos financieros, que tiende a
ignorar todos los contextos y los efectos sobre la dignidad humana y el medio
ambiente" (ibíd., 56).
El
Papa subrayó: "el mercado por sí solo no garantiza el desarrollo humano
integral y la inclusión social" (ibíd., 109) y "la protección del
medio ambiente no puede garantizarse únicamente sobre la base del cálculo
financiero de los costos y beneficios" (ibíd., 190). Necesitamos un cambio
de paradigma en todas nuestras actividades económicas, incluidas las
actividades mineras”.
Dialogar con pobladores
originarios
En
este contexto, el Papa consideró pertinente el título de la reunión:
"Minería para el bien común". De esta manera, anima a juzgar lo
relacionado con la actividad minera desde tres perspectivas. En primer lugar,
“la minería, como cualquier actividad económica, debe estar al servicio de toda
la comunidad humana”. La realización de este servicio debe tomar en cuenta a
las comunidades locales en todas las etapas de los proyectos mineros.
El
Papa afirma: “Pero en el debate, la población local debe tener un lugar privilegiado,
que se pregunte qué es lo que quiere para sí misma y para sus hijos, y que
pueda tener en cuenta los objetivos que trascienden el interés económico
inmediato" (LS, 183). De esta manera, “las comunidades de la Amazonia
deben convertirse en los principales interlocutores, sobre todo cuando se trata
de grandes proyectos que afectan a sus espacios" (ibíd., 146).
El
Papa insistió en la importancia de valorar a las comunidades indígenas: Estas
comunidades vulnerables tienen mucho que enseñarnos” ... "Para ellos, de
hecho, la tierra no es un bien económico, sino un regalo de Dios y de los
antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado con el que necesitan
interactuar para nutrir su identidad y sus valores. Sin embargo, en diferentes
partes del mundo, se les presiona para que abandonen sus tierras y las dejen
libres para proyectos extractivos, agrícolas o de cría, que no presten atención
a la degradación de la naturaleza y la cultura".
Prioridad de la persona
humana, no del dinero
En
segundo lugar, “la minería debe servir a la persona humana y no al revés”.
Citando a Benedicto XVI, el Papa insiste: "En las intervenciones para el
desarrollo debe mantenerse el principio de la centralidad de la persona humana,
que es el sujeto que debe asumir en primer lugar el deber del
desarrollo". Toda persona es preciosa ante los ojos de Dios y sus
derechos humanos fundamentales son sagrados e inalienables”.
El
Papa cuestionó la responsabilidad social empresarial: “por sí sola no es
suficiente. Debemos asegurar que las actividades mineras conduzcan al
desarrollo humano integral de todas y cada una de las personas y de toda la
comunidad”.
Desarrollar economía
circular
En
tercer lugar, el Papa llamó a fomentar el desarrollo de una economía circular
en el ámbito de la minería para romper con el circuito consumista, con el
modelo extractivista, es decir, romper con “la tendencia desenfrenada del
sistema económico a transformar los bienes de la naturaleza en capital”.
En
este contexto, el Papa llama a “denunciar y evitar esta cultura del
despilfarro. El sistema industrial, al final del ciclo de producción y consumo,
no ha desarrollado la capacidad de absorber y reutilizar residuos y escorias”.
Por eso propone una economía circular con un enfoque basado en la sobriedad: "reducir,
reutilizar, reciclar" también están muy en línea con los Modelos de
Consumo y Producción Sostenibles promovidos en el 12º Objetivo de Desarrollo
Sostenible de la ONU. Además, las tradiciones religiosas siempre han presentado
la sobriedad como un componente clave de un estilo de vida ético y responsable.
La sobriedad también es vital para salvar nuestro hogar común.
"Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra" (Mt
5,5).
La casa común es
responsabilidad de todos
El
Papa llamó a los asistentes a trabajar juntos “para sanar y reconstruir nuestro
hogar común. Todos estamos llamados a “colaborar como instrumentos de Dios para
el cuidado de la creación, cada uno con su propia cultura y experiencia,
iniciativas y capacidades" (LS 14).
También
invitó, recordando a los obispos latinoamericanos, a
preguntarnos sobre la pertinencia “de las actividades mineras en los
territorios y, por lo tanto, proponer, planificar, actuar para transformar
nuestro modo de vida, influir en las políticas energéticas mineras de los
Estados y gobiernos, así como en las políticas y estrategias de las empresas
dedicadas a la minería, con el fin de lograr el bien común y el auténtico
desarrollo humano, sostenible e integral".
Heredar un planeta
habitable
Finalmente,
invitó a los asistentes a “darnos cuenta de que lo que está en juego es la
dignidad de nosotros mismos. Somos los primeros en estar interesados en heredar
un planeta habitable para la humanidad que vendrá después de nosotros. Es un
drama para nosotros mismos, porque cuestiona el sentido de nuestro paso por
esta tierra" (Enc. Laudato si', 160). ¡Que nunca pierdas de vista este
gran horizonte!
Manuel
Cubías – Ciudad del Vaticano
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