El
salto más alto
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
El
otro día sor Puri me pidió que le bajase un jersey que tenía guardado en la
ropería. Tras escuchar sus indicaciones, me encaminé hacia la allí.
Los
armarios que hay en la ropería son de esos que tienen maletero encima. Y el
jersey estaba en lo más alto de la más alta torre de ropa. En el maletero.
-Coge
la escalera -me había recomendado sor Puri.
No
es que yo tenga una gran estatura, pero puedo abrir las puertas del maletero
sin esfuerzo. Localicé el jersey. Me puse de puntillas... y no, no llegaba.
Pero ir a por la escalera... pffff...
Pasé
al plan B. Di un pequeño salto y... ¡casi lo rozaba con la punta de los dedos!
“¡Uy,
que sí que voy a llegar!”, me dije. “Un poco de carrerilla, ¡y listo!”
Me
alejé unos pasos, y, sintiéndome miembro del mejor equipo de la NBA, salté
alargando el brazo y... ¡¡casi lo consigo!! ¡Se me resbaló por poco!
“Me
ha faltado decisión...”, pensé, alejándome todavía más.
Corrí
con todas mis ganas, flexioné las rodillas para mejorar el impulso, alargué el
brazo... y la manga del hábito se me enganchó en el tirador de la puerta del
armario. Teniendo en cuenta la velocidad, el impulso y las ganas que llevaba...
a punto estuve de dejar mi retrato en 3D en la puerta del armario.
¡Con
lo fácil que habría sido ir a por la escalera!
Orando
esto, me he dado cuenta de que muchas veces no nos faltan las buenas
intenciones: queremos llegar al corazón de quien tenemos al lado, hacer que se
sienta querido, valorado...
Sin
embargo, el corazón de los demás está fuera de nuestro alcance. Podemos saltar,
correr, estirarnos, ¡y no llegamos!
Lo
peor de todo es que, a veces, en nuestro esfuerzo por acercarnos, lo único que
conseguimos es tener un buen “enganchón”, con el choque correspondiente.
Realmente,
no es problema de buenas intenciones, ¡sino de técnica! ¡Nos hemos dejado
olvidada la escalera!
Dice
un salmo que el Señor “modela cada corazón y comprende todas sus acciones”.
Como un artista conoce cada detalle de su obra, así Jesucristo conoce cada
alma. ¡Por eso Él comprende nuestros saltos, nuestras carrerillas... y nuestros
enganchones!
Cristo
valora enormemente todos tus esfuerzos por acercarte a esa persona, pero
sentirá pena de que te dediques a saltar así... ¡cuando Él es la escalera!
Jesús es la ayuda que te permitirá alcanzar lo más alto; es cuestión de subirse
a Él, ir colgado de Él, ir en Sus manos: ¡Él nos eleva!
Hoy
el reto del amor es coger la escalera. A estas horas de la mañana ya sabes más
o menos cómo va a ir tu día, las personas con que te vas a encontrar. Te invito
a que le preguntes al Señor quién de ellas te necesita más. Pon en manos de
Jesús el rato que vas a estar con esa persona, ¡prepara con oración el
encuentro! Y deja que el Señor te guíe para tener un detalle que le haga sentir
tu cariño. ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma