El
camino correcto
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
La
semana pasada me tocó encender la gloria (el primitivo sistema de “suelo
radiante” a base de fuego diseñado por los romanos). No es que sea mi actividad
favorita, sobre todo por la responsabilidad de que, si sale mal, ¡congelas a
toda la comunidad!
Para
dar más emoción al asunto, precisamente esa semana las temperaturas cayeron en
picado.
Más
o menos fui sobreviviendo todos los días... hasta que llegó la catástrofe: ¡una
tormenta!
Yo,
paleta de asfalto, encendí el fuego con total normalidad porque... ¿qué más da
que fuera esté lloviendo? ¡Ay, amigo...! La lluvia no, no afecta; ¡el problema
es el viento!
Pues
sí, el viento soplaba con todas sus ganas, y consiguió que la chimenea, en vez
de sacar el humo... ¡se lo tragase!
Imagina
la situación. El humo salía por toda la sala de trabajo. Para colmo, como hacía
frío, había metido leña con ganas. Vamos, que tuvimos humo para rato...
¡Nunca
me pareció tan importante que las cosas salgan por donde deben salir!
¿Acaso
no te has sentido alguna vez ahogado? En el día a día es inevitable encontrarse
con situaciones que nos ponen a prueba, que nos desestabilizan... Es fácil en
esos momentos querer dar una imagen de seguridad, aparentar tener todo bajo
control, poner una sonrisa y seguir con la cabeza alta.
¡Sí,
es cierto, a veces nos cuesta admitir que necesitamos ayuda! Sin embargo, no
sacar el humo hace que se quede dentro, y podemos ahogar no solo nuestro
interior, sino también a las personas más cercanas, a los que más nos quieren.
Una mala cara o simple indiferencia; el humo se cuela por cualquier rendija.
Cristo
jamás nos deja solos. Siempre me ha llamado mucho la atención el pasaje de
Pedro cuando se pone a caminar sobre las aguas. En un momento duda, ¡y empieza
a ahogarse! Pedro pide auxilio... y el evangelio dice que “inmediatamente”
Jesús le tendió la mano.
La
preocupación, las dificultades, en realidad son una oportunidad para que
busques “tu chimenea”, esa persona que el Señor ha puesto para ayudarte. No
temas mostrarte como eres. Al reconocer tu pobreza, se acaban los vientos.
Y,
¿sabes cuál es la dirección natural del humo? ¡Ir hacia arriba! ¡Hacia el
Cielo! Es inevitable que haya humo; no es malo, solo que debe ir bien
canalizado: ¡asegura el calor en el hogar y se convierte en acción de gracias!
Hoy
el reto del amor es que pidas ayuda. Ya sea grande o pequeña la dificultad que
enfrentes, hoy no trates de resolverla en solitario. Pide al Señor poder contar
con quien tienes a tu lado. Cristo te regalará descubrir que, trabajando con el
otro, dejas de vivir ahogado, ¡y tu “sala de trabajo” será un lugar acogedor
para todos! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma