El
Espíritu Santo nos hace resucitar de nuestros límites y de nuestros muertos,
debemos dejarle espacio en nuestras vidas
2019.04.30 Misa Santa Marta (Vatican Media) |
El
Espíritu Santo nos hace resucitar de nuestros límites y de nuestros muertos,
debemos dejarle espacio en nuestras vidas. Esta es la exhortación que el Papa
dirigió en la mañana de ayer, en su homilía en la Misa en la Casa Santa Marta,
recordando también que no puede haber vida cristiana sin el Espíritu Santo
Sólo
podemos renacer "de lo pequeños que somos", de "nuestra
existencia pecaminosa" con "la ayuda de la misma fuerza que el Señor
levantó: con la fuerza de Dios" y para esto "el Señor nos envió el
Espíritu Santo". No podemos hacerlo solos. El Papa Francisco recuerda esto
en su homilía en la Misa en la Casa Santa Marta, todo centrado en la respuesta
de Jesús a Nicodemo -propuesto por el Evangelio de ayer (Jn 3, 7-15)- que
preguntaba cómo podía suceder esto. Una pregunta que nosotros también nos
hacemos. Jesús habla de "renacer desde arriba" y el Papa traza este
vínculo entre la Pascua y el mensaje de renacer.
El
mensaje de la Resurrección del Señor es "este don del Espíritu
Santo", recuerda, y de hecho, en la primera aparición de Jesús a los
apóstoles, el mismo domingo de la Resurrección, les dice: "Recibid el
Espíritu Santo". "¡Esta es la fuerza! No podemos hacer nada sin el
Espíritu", explica el Papa, recordando que la vida cristiana no es sólo
comportarse bien, hacer esto, no hacer lo otro. "Podemos hacer esto",
también podemos escribir nuestra vida con "caligrafía inglesa", pero
la vida cristiana nace de nuevo del Espíritu y, por lo tanto, debemos hacer
sitio para ello:
Es
el Espíritu que nos hace resucitar de nuestros límites, de nuestros muertos,
porque tenemos tantas, tantas necrosis en nuestra vida, en nuestra alma. El
mensaje de la Resurrección es este de Jesús a Nicodemo: debemos renacer. Pero,
¿por qué cede el paso al Espíritu? Una vida cristiana, que se llama a sí misma
cristiana, que no deja espacio para el Espíritu y que no se deja llevar por el
Espíritu, es una vida pagana, disfrazada de cristiana. El Espíritu es el
protagonista de la vida cristiana, el Espíritu -el Espíritu Santo- que está con
nosotros, nos acompaña, nos transforma, nos vence. Nadie ha ascendido jamás al
cielo, sino aquel que descendió del cielo, es decir, Jesús. Bajó del cielo. Y
en el momento de la resurrección, nos dice: "Recibid el Espíritu
Santo", será el compañero de la vida, de la vida cristiana.
Por
tanto, no puede haber vida cristiana sin el Espíritu Santo, que es
"compañero de cada día", un don del Padre, un don de Jesús.
Pidamos
al Señor que nos dé esta conciencia de que no podemos ser cristianos sin
caminar con el Espíritu Santo, sin actuar con el Espíritu Santo, sin dejar que
el Espíritu Santo sea el protagonista de nuestras vidas.
Debemos,
pues, preguntarnos cuál es su lugar en nuestras vidas, "porque -repite- no
se puede caminar en una vida cristiana sin el Espíritu Santo". Debemos
pedir al Señor la gracia de comprender este mensaje: "Nuestro compañero en
el camino es el Espíritu Santo".
Débora
Donnini - Ciudad del Vaticano
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