La fiesta de los Reyes Magos es la manifestación del Señor a la humanidad más conocida; pero en el Nuevo Testamento encontramos otras tres epifanías
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Al llegar
enero, los niños esperan con ilusión la llegada de los Reyes Magos porque
recibirán juguetes, recordatorio de los dones entregados al Niño Jesús. Pero la
verdadera importancia de esta fiesta radica en la manifestación del Señor
recién nacido a la humanidad entera mediante una de sus epifanías.
Porque hay que
recordar que la Sagrada Escritura menciona otras manifestaciones del Señor, que
también reciben el nombre de epifanía, como lo anota la Enciclopedia
Católica:
"En esta
fiesta se celebraban varias manifestaciones diferentes de la Divinidad y la
gloria de Cristo desde tempranas épocas en su historia".
¿A cuáles nos
referimos?
1. La visita
de los Reyes Magos
Ciertamente, la
visita de los Reyes Magos es la más conocida y a la que atribuimos el nombre de
"epifanía". La Sagrada Escritura nos lo presenta así en el Evangelio
de san Mateo:
"Cuando
nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de
Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: '¿Dónde está el rey de los
judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a
adorarlo'.
La estrella que
habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde
estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar
en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le
rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones, oro,
incienso y mirra".
(Mt
2,1-2; 9-11)
Pero, ¿qué hay
de las otras epifanías?
2. La
Natividad
Si de orden
cronológico se trata, la primera epifanía fue el momento del nacimiento de
Jesús. El Evangelio de san Lucas así lo menciona:
"En esa
región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la
noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los
envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: 'No
teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el
pueblo:
Hoy, en la
ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto
les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y
acostado en un pesebre'. Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud
del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: '¡Gloria a Dios en las
alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él'. Después que los
ángeles volvieron al cielo, los pastores se decían unos a otros: 'Vayamos a
Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado'".
(Lc 2,
5-15)
3. El Bautismo
del Señor
La siguiente
manifestación la encontramos en el Bautismo, cuando el Señor Jesús se encuentra
con Juan el Bautista, antes de iniciar su vida pública, como lo leemos en el
Evangelio de san Marcos:
"En
aquellos días, Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en
el Jordán. Y al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu
Santo descendía sobre él como una paloma; y una voz desde el cielo dijo: 'Tú
eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección'".
(Mc 1,
9-11)
4. El milagro
de Caná
Y la última
epifanía es la que narra san Juan, cuando describe el primer milagro de Jesús
durante las bodas de Caná, en la que manifestó su poder al transformar el agua
en vino, a petición de su madre, María santísima:
"Tres días
después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba
allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la
madre de Jesús le dijo: 'No tienen vino'. Jesús le respondió: 'Mujer, ¿qué
tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía'. Pero su madre dijo a
los sirvientes: 'Hagan todo lo que Él les diga'.
Había allí seis
tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que
contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: 'Llenen de
agua estas tinajas'. Y las llenaron hasta el borde. 'Saquen ahora, agregó
Jesús, y lleven al encargado del banquete'. Así lo hicieron.
El encargado
probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los
sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y les dijo: 'Siempre se
sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de
inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento'.
Este fue el
primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su
gloria, y sus discípulos creyeron en él".
(Jn 2,
1-11)
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia