Está
en “tus bolsillos”
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
En
el Noviciado tenemos dos bolígrafos para diseñar, dibujar... Como nuestros
bolsillos son grandes y pueden albergar cantidad de “tesoros”, normalmente
suelo llevar uno de los bolígrafos conmigo.
El
otro día, el que llevaba no pintaba bien, y le pedí a Lety el suyo. Me lo dejó,
y con él estuve haciendo un diseño. El problema fue cuando, al ir a
devolvérselo, no lo encontraba. Busqué por todos los sitios... metía la mano al
bolsillo y tan solo estaba uno de los bolígrafos... ¡había perdido el otro!
¡Qué
disgusto! Cada vez que me cruzaba con ella pensaba en el bolígrafo. ¿Cómo se lo
iba a decir? Mejor seguir buscando.
Como
el bolígrafo tiene una funda que brilla en la oscuridad, resolví recorrer todo
el Noviciado por la noche, encendiendo y apagando las luces para ver si
brillaba por algún sitio. Pero nada.
Ayer,
metí las manos en los bolsillos, las dos a la vez, una en cada bolsillo. Con
una, sentí el bolígrafo y con la otra... ¡también! Saqué un bolígrafo y,
perpleja, saqué el otro... ¡siempre habían estado conmigo! Lo que ocurre es que
solo metía la mano derecha y encontraba uno; si metía la izquierda, encontraba
el otro, pero nunca los dos a la vez y, al ser iguales... ¡para mí era el
mismo!
Cuántas
cosas buscamos: el sentido a nuestra vida, la felicidad, la dirección a tomar,
el consuelo en la dificultad... Volvemos sobre nuestros pasos, desandamos el
camino recorrido en busca de respuestas, buscamos “señales luminosas” fuera de
nosotros o en actividades que puedan darnos pistas o ser reflejo de las
respuestas que tanto buscamos.
Y
la respuesta... está en tu bolsillo, en que dejes entrar a Cristo en él; más
bien, en tu corazón. Me vienen a la memoria las palabras de san Agustín: “Yo
por fuera te buscaba y Tú estabas dentro de mí”.
Hoy
el reto del amor es que pares un rato, que te apartes un momento de la
actividad, de las prisas del día; acércate a una iglesia, capilla... y mira dentro
de tu bolsillo: ¿cómo está tu corazón? ¿Ha perdido algo? Deja que sea Cristo el
que te lo muestre y te llene de plenitud.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma