¡Ay,
qué lío!
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
La
que pude liar en un momento.... Mira que me lo han dicho veces, que a partir de
las 10 de la mañana no se tiene que encender la gloria... Pues nada, ahí fui yo
a meter la cabeza.
Está
muy avisado porque la experiencia de otros habla más acertadamente de lo que
uno se imagina. Y es que debe de ser que, a partir de esa hora, aumenta la
presión atmosférica, y el tiro de la gloria se vuelve. Vamos, que el humo, en
lugar de salir por la chimenea, sale por la puerta de la gloria, inundando toda
la casa de humo.
El
caso es que ya había apurado la hora alguna vez y, no sé por qué, había salido
airosa de la jugada. Pero esta vez eran demasiados factores en contra: eran las
11:30 (la hora más que pasada), además en primavera (que, por el calor del
ambiente, la presión es aún mayor) y encima es que no hacía falta encender ni
nada...
Pero,
claro, me lo planteé como algo que en el fondo era bueno, pues trataba de
recoger un poco y, como había muchos papeles para quemar, pues...
Ahora
bien, reconozco que sí que escuché en mi corazón esa vocecita que te dice
“mejor no lo hagas...” a la cual yo no presté atención, o le respondí “bah, que
no pasa nada”.
En
un momento teníamos la casa llena de humo. Ni tratando de abanicar logré que
tomara el camino de la chimenea, sino todo lo contrario: cada vez era peor.
Es
en esos momentos cuando recuerdas la voz de la experiencia, que ya te había
avisado, y la vocecita interna que, sin yo saberlo, me estaba guiando bien.
Mira que me lo tiene dicho el Señor (“Escucha, Israel”), y aún así, muchas
veces me escucho más a mí misma que a Él.
Y
es que esa vocecilla no es cualquier cosa, ni imaginación nuestra, sino que es
una de las formas que Él tiene de guiar nuestros pasos. Muchas veces nos
frenará para evitarnos alguna situación; y otras, sin embargo, nos empujará a
hacer esto o aquello. En definitiva, siempre nos mueve a que la verdadera
intención del corazón sea amar, amar de verdad.
Hoy
el reto del amor es llevar a cabo una “intuición” del corazón. Haz la prueba, y
experimentarás que realmente es el Señor, que dirige tus pasos hacia el plan de
felicidad que tiene pensado para ti.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma