El responsable de Juventud en la CEE dijo que es necesario el “acompañamiento en la fe”, porque muchos jóvenes viven “en la intemperie”.
El responsable del Departamento de Juventud de la
Conferencia Episcopal Española (CEE), monseñor Carlos
Manuel Escribano Subías, fue el invitado principal de las Jornadas Nacionales de Delegados Diocesanos de
Misiones y Asamblea Nacional de Directores Diocesanos de las Obras Misionales
Pontificias (OMP), que se celebró en Madrid del 20 al 22 de
mayo, con el tema “Los jóvenes y la misión”.
Monseñor
Escribano fue invitado por los organizadores para proponer a los responsables
de la animación misionera en España “Principios
y pautas para atraer a los jóvenes al ámbito de la misión”. El
obispo, que participó en el Sínodo de los Jóvenes, dijo que tanto el trabajo
hecho en el Sínodo como lo recogido por el Papa Francisco en la exhortación
postsinodal “Christus vivit”, “iluminan el horizonte” en el que la Iglesia
tiene que moverse.
El
obispo habló de la posibilidad de que los discípulos misioneros den un paso más
“a la misión «ad gentes», una posibilidad que se puede plantear a los jóvenes
que se encuentran ya presentes en las comunidades de fe, y en las que pueden
descubrirse “nuevos misioneros”. Es en este ámbito donde se puede “madurar la
posibilidad de convertirse en evangelizadores”.
Monseñor
Escribano se puso en el sitio de los delegados de Misiones en las diócesis y
compartió con ellos varios interrogantes: “cómo les acompañamos, realmente
creemos que se puede trabajar con los jóvenes o decimos que es imposible,
cuántos jóvenes tenemos en nuestro entorno, cómo están, en qué momento, cómo
les atendemos, entienden que no tenemos nada que decirles, por qué no puedo
contar con jóvenes en mi Delegación”.
El
responsable de Juventud en la CEE dijo que es necesario el “acompañamiento en
la fe”, porque muchos jóvenes viven “en la intemperie” o incluso en “ácido
sulfúrico”. Los acompañantes pueden ayudar al joven a descubrir “el paso de
Dios en tu vida, que te puede llamar a la misión”.
Otro
punto central es el “discernimiento, la escucha del Espíritu Santo para ver por
dónde quiere llevarnos”. No se trata de un discernimiento “sesudo”, sino
abierto a la acción del Espíritu, para que Él nos ayude a “identificar los
caminos transitables para los jóvenes de hoy; a abrir y no cerrar, y a no dar
respuestas preconcebidas”.
Entre
las sugerencias concretas que monseñor Escribano ofreció a los delegados de
Misiones, estuvo la de sumarse a los trabajos con los jóvenes que se hagan
desde otras Delegaciones o Departamentos de las Diócesis, para que, en lugar de
trabajar por departamentos, se comience a trabajar por “proyectos”.
Fuente:
Obras Misionales Pontificias