El proceso de beatificación se puede iniciar en la Iglesia
católica cuando una persona muere “en olor de santidad”, es decir que vivió su
vida cumpliendo la voluntad de Dios de modo heroico
Antoine Mekary | ALETEIA | I.MEDIA |
La consideración de una persona como santa
por parte de la Iglesia católica pasa por un proceso que dura más o menos años.
Generalmente se dan 4 pasos
imprescindibles:
1. Siervo de Dios
Se elige un postulador de la causa
quien, de acuerdo con el obispo del lugar
donde nació, inicia el proceso. Se
eleva a la Santa Sede –Congregación para las Causas de los Santos— la vida de
esta persona, si este ve que es viable la beatificación.
En ello está presente el
popularmente conocido como “abogado del diablo”, es decir el que pone
obstáculos a la causa. La Congregación vaticana decreta el “Nihil
Obstat”, o sea nada se opone a continuar la causa y el difunto pasa
a ser considerado “Siervo de Dios”.
2. Venerable
El camino que lleva a declarar al Siervo de
Dios Venerable, tiene cinco partes.
a) Se hace el Proceso sobre la vida y virtudes del Siervo
de Dios, ante un tribunal nombrado por
el obispo del lugar donde nació. Se reciben los testigos que
conocieron al Siervo de Dios en vida o que tuvieran conocimiento de él.
b) Se hace otro proceso sobre
los escritos del
Siervo de Dios, por parte de una comisión de censores nombrados por
el obispo. El objetivo de los censores es ver que en los escritos del Siervo de
Dios no hay nada que vaya en contra de la doctrina de la Iglesia.
c) Mientras, el Relator de
la Causa, nombrado por la Congregación para las Causas de los Santos, elabora
un documento llamado Positio que recoge las declaraciones que
se han obtenido en el juicio señalado antes
y el análisis
de sus escritos.
d) La Congregación
para las Causas de los Santos nombra una comisión
de teólogos consultores que discuten el contenido de la Positio.
El informe de esta comisión se eleva al plenario de la Congregación que discute
el informe de los teólogos.
e) Si es el caso, el plenario de
la Congregación eleva su parecer al Papa, el cual autoriza la
promulgación del Decreto sobre la heroicidad de virtudes,
es decir el reconocimiento oficial de que el Siervo de Dios ha vivido a lo
largo de su vida de modo heroico todas las virtudes cristianas, las teologales
y las cardinales.
Entonces el Papa lo proclama
Venerable, es decir que lo presenta a la comunidad como modelo
de vida e intercesor ante Dios de los favores que se le
quieran solicitar.
3. Beato
Para la beatificación son necesarios cinco
pasos y se necesita un milagro:
1. Se elabora una lista de
los favores alcanzados
por la intercesión del Venerable y probar así la santidad del mismo. Debe haber
un milagro,
es decir algo ocurrido que lo pueda probarse con las leyes físicas. Normalmente
son hechos que tienen relación con la medicina, es decir curaciones
inexplicables.
2. La Congregación examina el posible
milagro. Se nombra un cardenal ponente. Dos médicos peritos
analizan el caso, el cual es pasado después a otros cinco médicos peritos de la
Congregación. Lo discuten también ocho teólogos. El dictamen pasa
al plenario de la Congregación; si da un veredicto positivo, se elabora un
Decreto de Beatificación para el Papa.
3. El Papa aprueba el Decreto.
4. El Papa decide cuándo será la fecha de
la ceremonia de beatificación, que tendrá lugar en la ciudad donde nació el Venerable. La
ceremonia normalmente es presidida por el cardenal prefecto de la Congregación
para las Causas de los Santos.
4. Santo
Para la canonización del beato son
necesarias cinco condiciones:
1. Un segundo
milagro.
2. Debe ser posterior a la beatificación. Se
siguen los mismos pasos que para la Beatificación.
3. El Papa aprueba el decreto
de Canonización.
4. El Papa expone su decisión en
un Consistorio (reunión) público
de todos los cardenales y les informa de el o los decretos
de canonización.
El Papa fija la fecha de
la ceremonia de canonización, que presidirá él mismo, en la plaza de San
Pedro de Roma.
Hay 4 vías a través de las que la Iglesia
católica declara a una persona beata o santa: que haya vivido heroicamente las
virtudes, que haya muerto mártir -por odio a la fe-, la vía de las causas excepcionales
confirmadas por un culto antiguo y fuentes escritas y -la más reciente- que
haya ofrecido su vida por los demás por amor a Cristo.
Salvador
Aragonés
Fuente:
Aleteia