Ángel Tello, párroco de San Juan de la Cruz en
Toledo, quiso impulsar un proyecto parroquial a favor de la vida
¿Cómo se puede luchar a
favor de la vida y ayudar a los más vulnerables desde una parroquia? Un ejemplo
es la de San Juan
de la Cruz, de Toledo, que desde hace años realiza un proyecto
llamado “Que sus
ojos vean la luz”, gracias al cual mujeres
embarazadas han seguido adelante con el embarazo y han encontrado el apoyo
material y espiritual que nadie les brindaba.
Ángel-Justino Tello Santos (Madrid,
1981), párroco de esta iglesia y pionero de esta iniciativa explica con detalle
cómo surge esta genuina puesta en práctica de una “Iglesia en Salida” con la
ayuda de un grupo de voluntarios y bienhechores. En esta entrevista
con el Arzobispado de Toledo habla más en profundidad
de este proyecto:
- ¿Cómo nace este proyecto
parroquial y qué llevó a la parroquia a embarcarse en un trabajo de esta
índole?
- El proyecto nace en marzo
de 2015 ante una crecida conciencia de que defender la vida no consiste sólo en
decirlo sino en realizar acciones concretas.
Era un modo de encauzar la
caridad en la parroquia, un pilar fundamental de toda comunidad cristiana,
atendiendo a estas personas tan vulnerables, tan abandonadas por la legislación
vigente y tan poco reconocidas socialmente.
Todo empezó con un grupo de
laicos que, junto a mí, fueron ideando y concretando los pasos a seguir para
que este proyecto se hiciera realidad: buscar casa en alquiler, elaborar el
protocolo de atención, formación de los voluntarios, como solventar los
problemas que van surgiendo, etc.
- ¿Quién coordina y dirige
esta actividad pastoral?
- El equipo responsable
está formado por seis personas, dos madrinas, dos educadoras, una provisora y
un servidor. Además, para atenciones más especializadas, contamos con la
colaboración de otras entidades a nivel diocesano.
- ¿Cuál fue la causa que
interpela a la parroquia a plantearse este trabajo y atención en favor de la
vida?
- Nuestro propósito es
responder a una necesidad imperiosa: defender la vida apoyando a mujeres que
se encuentran solas, en riesgo de aborto y de exclusión social. Desde el
principio lo denominamos “Que sus ojos vean la luz” porque nuestra esperanza es
que, tanto el bebé como su mamá, disfruten de la luz en el mundo y de Cristo
como Luz.
Es necesario que la Iglesia
esté presente allí donde la debilidad y la pequeñez son realidad. ¡Y qué
mayor debilidad que la de un bebé que no tiene voz! Queremos ser la voz de
estos pequeños que gritan: ¡Quiero vivir!
-¿Cómo sale adelante este
proyecto y cuál es el modo de colaborar?
- El proyecto sale
adelante con la oración de muchos, la colaboración de no pocos bienhechores y
la disponibilidad de un grupo de voluntarios. Es importante que todos, poco
a poco, tomemos conciencia de la necesidad de colaborar con “Que sus ojos vean
la luz”.
El Proyecto no recibe ayuda
de entidades públicas. Se mantiene únicamente con las aportaciones de los
bienhechores y alguna ayuda que puntualmente nos ha ofrecido alguna entidad
privada.
-¿Cuántos casos han
atendido y cómo llegan los casos a vuestra parroquia?
- Hemos acogido a más de
10 mujeres y a sus bebés. Otras familias son atendidas externamente por
estar en una situación más favorable. La casa tiene tres habitaciones y por
tanto solo podemos acoger a tres mamás con sus bebés, pero el proyecto es más
amplio y cuando surgen necesidades también las atendemos.
Los casos llegan por los rescatadores
en las puertas de las clínicas abortistas o por Cáritas Diocesana a través de
proyecto “Mater”. Igualmente llegan casos a través de conocidos y amigos de
la comunidad parroquial.
- ¿Alguna anécdota que
pueda compartir de los logros obtenidos?
- Una de las primeras
mamás, de nombre Tracy, llegó a nosotros en un estado lamentable. Había vivido
en un orfanato hasta los 18 años, después trabajó un tiempo en condiciones
infrahumanas. Se quedó embarazada y cuando la conocimos la acogimos en el
hogar. Estaba sola; no tenía a nadie, pero nos dijo que sus hermanos vivían
dispersos por toda Europa. Logramos contactar con su hermana mayor que vive en
París y le hablamos de su hermana y que deseábamos que se reconciliaran para
que Tracy recibiera apoyo. Y así fue. Su hermana vino desde París a por
ella y a los pocos meses nació Clara, su hija. Ahora estamos a la espera
que nos llame para bautizarla en nuestra Iglesia parroquial. Será un día muy
gozoso para todos.
- ¿Qué es lo que más le
satisface de este proyecto y qué es lo que más le produce miedo?
- Lo que más me satisface
del proyecto es ver el rostro de alegría y de esperanza que tiene cada mamá
cuando le ofrecemos toda nuestra ayuda. Es como si les cambiara la vida. Además
no ofrecemos solo ayuda “material” o “profesional” sino la ayuda del amor
porque toda la parroquia es conocedora del proyecto. Las mamás que vienen a
la parroquia forman parte de nuestra familia.
El miedo, a veces, denota
falta de confianza en el Señor; pero si tuviera que decir algo que me produce
miedo es que alguna mamá aborte por no encontrar la ayuda que necesita en ese
preciso momento.
Fuente: ReL