¿Cómo podemos elevar hacia Dios nuestros momentos
más oscuros, más deprimidos y solitarios? ¿Cómo podemos orar cuando nos
sentimos tan profundamente solos, desamparados, y todo nuestro mundo parece
estar derrumbándose?
Podemos aprender de Jesús y de cómo
él oró la noche antes de su muerte en el Huerto de Getsemaní, en
su hora más oscura: Era tarde en la noche, acababa de tener su última cena
con sus amigos más cercanos, y tenía una hora para prepararse para enfrentar
a su muerte.
Su humanidad se abre paso y Jesús se encuentra
postrado en el suelo, pidiendo una vía de escape. Así es como los Evangelios
lo describen:
"Jesús se retiró de sus discípulos,
aproximadamente a un tiro de piedra de distancia, y se tiró al suelo y oró:
Abba, Padre, todas las cosas son posibles para
ti, si quieres, pasa de mí esta copa. Sin embargo, que se haga tu voluntad y
no la mía".
Y al regreso encontró a sus discípulos
durmiendo. Así que se retiró otra vez y oraba con una angustia aún más
intensa, y su sudor caía a tierra como grandes gotas de sangre.
Cuando Jesús se levantó de la oración, fue a
donde estaban los discípulos y los encontró dormidos por pura tristeza. Y él
les dijo:
"¿Por qué están durmiendo? Levantaos y
orad para que no sean puestos a prueba."
Y él oró por tercera vez, y un ángel vino y lo
fortaleció, y se levantó para enfrentar con fuerza lo que le esperaba.
Esta oración de Jesús en Getsemaní puede
servir como un modelo de cómo podemos orar cuando estamos en crisis.
En cuanto a la oración, podemos destacar
siete elementos, cada uno de los cuales tiene algo que enseñarnos en términos
de cómo orar en nuestros momentos más oscuros:
1.- La oración profunda
nace en la soledad.
Los Evangelios destacan esto, tanto en términos de
que la oración tiene lugar en un jardín (el lugar arquetípico
para el amor) y en que Jesús esta "a la distancia de un tiro de
piedra" de sus seres queridos quienes no pueden estar presentes ante lo
que él está pasando.
En nuestras más profundas crisis, siempre estamos
dolorosamente solos, a dos pasos de distancia de los demás. Una
profunda oración se debe hacer desde ese lugar.
2.- La oración es de gran
familiaridad
Comienza la oración llamando a su padre
"Abba", el término más familiar posible, la frase que un niño
usaría sentado en su regazo o el de su padre.
En nuestros momentos más oscuros, tenemos que estar
con mayor familiaridad con Dios
.
3-. La oración es de
total honestidad.
Clásicamente oración se define como "la
elevación de la mente y el corazón hacia Dios". Jesús
hace esto, radicalmente, siendo completamente honesto.
Jesús le pide a Dios que le quite el sufrimiento,
que le dé una salida. Su humanidad se estremece ante el deber y pide una vía
de escape. Esa es oración sincera, verdadera oración.
4.- La oración es de
total impotencia
Jesús, cae al suelo, postrado, sin convicción sobre
su propia fuerza.
Su oración contiene la
petición de que si Dios va a hacer esto a través de él, Dios necesita darle
la fuerza para ello.
5.- La oración es de
apertura.
A pesar de que Jesús se encoge ante
lo que se le está pidiendo que se someta y pide un escape, él todavía le da a
Dios el permiso radical para entrar en su libertad.
La oración de Jesús le abre a la
voluntad de Dios, si eso es lo que en última instancia se pide de él.
6.- La oración es de
repetición.
Jesús repite la oración varias
veces, cada vez con más insistencia, sudando sangre, y no sólo una vez, sino
varias veces.
7.- La oración es de
transformación.
Finalmente, un ángel (fuerza divina) va a darle fortaleza
a Jesús y Él se entrega a lo que se le pidió que se sometiera en
base a ésta nueva fuerza que viene de fuera de Él. Sin embargo esa fuerza
sólo puede fluir en él después de que, a través del desamparo, deja a un lado
su propia fuerza.
Es sólo después de que el desierto ha hecho su obra
en nosotros que estamos dispuestos a dejar que la fuerza de Dios fluya en
nosotros.
En su libro "Paso Hacia la libertad",
Martin Luther King relata cómo una noche, después de recibir una amenaza de
muerte, él se asustó, se entregó al miedo, y, no muy diferente a Jesús en
Getsemaní, literalmente, se derrumbó en el suelo con miedo, con soledad, con
impotencia – y en oración.
El confesó que su oración esa noche
fue toda una súplica a Dios para que le permitiera encontrar una forma
honorable de escapar, sin embargo Dios pidió algo más de él. He aquí sus
palabras finales a Dios en oración:
"Aunque ahora tengo miedo. Las personas
me están buscando por liderazgo, y si me presento ante ellos sin fuerza y
valor, ellos también se tambalearán. Estoy al final de mis poderes. No me
queda nada. He llegado hasta el punto donde no puedo afrontarlo solo".
Luego de esa oración profunda, Martin Luther King
añade:
"En ese momento sentí la presencia de
Dios como nunca lo había experimentado antes". Un ángel le encontró.
Cuando oramos sinceramente, cualquiera que sea
nuestro dolor, un ángel de Dios siempre nos encontrará.
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