La pena capital supone entonces una grave vulneración del derecho a la vida que tiene toda persona
«Tanto
para creyentes o no creyentes, cada vida es un bien y su dignidad debe ser
custodiada sin excepciones», afirma el Santo Padre en su video mensaje dirigido
a los participantes del VII Congreso Mundial contra la Pena de Muerte, que se
celebra en Bruselas del 26 de febrero al 1 de marzo.
Con
motivo del VII Congreso Mundial contra la Pena de Muerte, que se celebra en
Bruselas del 26 de febrero al 1 de marzo, el Papa Francisco ha enviado un video
mensaje a los participantes en el que subraya que la vida humana "es el
don más importante y primario que la humanidad ha recibido y por lo tanto
necesita ser protegido".
A
continuación, transcribimos las palabras del Santo Padre:
Saludo
a los organizadores y participantes en el VII congreso Mundial contra la pena
de muerte, que se celebra en Bruselas.
La
vida humana es un don que hemos recibido, el más importante y primario, fuente
de todos los demás dones y de todos los demás derechos. Y como tal necesita ser
protegido. Además, para el creyente el ser humano ha sido creado a imagen y
semejanza de Dios. Pero, tanto para creyentes o no creyentes, cada vida es un
bien y su dignidad debe ser custodiada sin excepciones.
El derecho a la vida es
fundamental
La
pena capital supone entonces una grave vulneración del derecho a la vida que
tiene toda persona. Si bien es cierto que las sociedades y comunidades humanas
han de enfrentarse con frecuencia a delitos gravísimos que atentan contra el
bien común y la seguridad de las personas, no es menos cierto que hoy en día
hay otros medios para expiar el daño causado, y los sistemas de detención son
cada vez más eficaces para proteger a la sociedad del mal que pueden ocasionar
algunas personas. Por otra parte, no se puede abandonar nunca la convicción de
ofrecer incluso al culpable de crímenes la posibilidad de arrepentirse.
Por
esto mismo, no deja de ser un signo positivo que cada vez haya más países que
apuestan por la vida y no utilizan más la pena de muerte, o la han eliminado
completamente de su legislación penal.
La Iglesia defiende la
vida
La
Iglesia siempre ha defendido la vida, y su visión sobre la pena de muerte ha
madurado. Por este motivo, he querido que en el Catecismo de la Iglesia
Católica fuese modificado este punto. Por mucho tiempo se tuvo en cuenta la
pena de muerte como una respuesta adecuada a la gravedad de algunos delitos y
también para tutelar el bien común. Sin embargo, la dignidad de la persona no
se pierde aun cuando haya cometido el peor de los crímenes. A nadie se le puede
quitar la vida y privarlo de la oportunidad de poder abrazar de nuevo la
comunidad a la que hirió e hizo sufrir.
Abolir la pena de muerte
El
objetivo de la abolición de la pena de muerte a nivel mundial representa una
valiente afirmación del principio de la dignidad de la persona humana y de la
convicción de que el género humano pueda afrontar el crimen, como también
rechazar el mal, ofreciendo al condenado la posibilidad y el tiempo para
reparar el daño cometido, pensar sobre su acción y poder así cambiar de vida,
al menos interiormente.
Los
acompaño con mi oración y los animo en sus trabajos y deliberaciones, como
también a los Gobernantes y a todos aquellos que tienen responsabilidades en
sus países para que se den los pasos necesarios hacia la abolición total de la
pena de muerte. En nuestras manos está reconocer en cada persona su dignidad y
trabajar para que no se eliminen más vidas, sino que se ganen para el bien de
toda la sociedad.
Muchas gracias.
Ciudad
del Vaticano