La
falta de vocaciones no afecta por igual a todas las órdenes y congregaciones
religiosas. Hay algunas que no paran de crecer, como las comunidades femeninas
sobre las que Joana Bogle ha escrito un reciente reportaje en el Catholic Herald
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Las Sisters of Life, Hermanas por la Vida |
Las nuevas religiosas: las órdenes
tradicionales están en expansión
Las hermanas de hábito azul y blanco de
la Comunidad de Nuestra Señora de Walsingham
acaban de adquirir un edificio para el nuevo noviciado, un granero
rehabilitado en Dereham, Norfolk (Inglaterra), en un gran tramo de tierra en el
que hay otro granero que están reestructurando para construir más espacios en
los que llevar a cabo su apostolado con los jóvenes.
La
comunidad no es numerosa, pero está creciendo. Y este crecimiento es parte de
una tendencia que vale la pena examinar. Otras comunidades pujantes en
Inglaterra incluyen las Dominicas de San José en Lymington (Hampshire),
las Hermanas de María Estrella de la Mañana en Grayshott (Hampshire) y
las Franciscanas de la Renovación en Leeds (Yorkshire).
Son
una demostración de la nueva dirección que están tomando las órdenes
religiosas. Su número aumenta, como también aumenta el de las antiguas órdenes
contemplativas como las Benedictinas de Santa Cecilia en la Isla de Wight y las Monjas de Tyburn, en Londres.
Todas llevan hábito religioso
completo, rezan el Oficio cada día, aman a la Iglesia y la Eucaristía es el
centro de su vida. Viven sencillamente y no ven la televisión.
En lugar de abrir colegios, como hicieron
las nuevas órdenes que surgieron en el siglo XIX, estas nuevas órdenes se
centran en el acompañamiento de familias y en la evangelización de los
jóvenes a través de retiros y una serie de actividades que no están
vinculadas al colegio. Están inspiradas por la tradición de la vida religiosa
de hace siglos y se toman muy en serio el llamamiento que hizo el Vaticano II
para una auténtica renovación que responda a las necesidades concretas de
nuestro tiempo. Son contemplativas en espíritu, pero llenas de energía y
jovialidad. También tienden a ser grandes fans de San Juan Pablo II y de Benedicto XVI,
apasionadamente leales a la Iglesia, muy ortodoxas en sus creencias y devotas
del Santísimo Sacramento.
Con sus velos
y sus hábitos están en sintonía con las nuevas órdenes religiosas femeninas de
Estados Unidos, incluyendo las Hermanas de la Vida,
fundadas por el cardenal John O'Connor de Nueva York en 1991.
Recientemente, he pasado unos días con estas religiosas en su casa general,
cerca de la catedral de San Patricio. Es un amplio convento de ladrillos rojos
que anteriormente pertenecía a una antigua orden que ya no lo necesitaba. El
gran edificio alberga a una numerosa comunidad de religiosas y, en una ala
adyacente, acoge a mujeres embarazadas y a sus bebés.
El trabajo de las hermanas incluye dar a las mujeres un refugio, además de asesoramiento práctico, en un ambiente de paz y amistad en el que puedan hacer planes para el futuro.
El trabajo de las hermanas incluye dar a las mujeres un refugio, además de asesoramiento práctico, en un ambiente de paz y amistad en el que puedan hacer planes para el futuro.
Este proyecto fue lanzado por el cardenal
O'Connor con el fin de ofrecer una alternativa al horror del aborto. Y
las religiosas han conquistado el corazón de muchos a través de su atención
afectuosa y práctica. No es un trabajo fácil: cada mujer que lucha con un
embarazo problemático tiene sus preocupaciones, rabia, resentimiento y
dificultades. Son necesarios buena voluntad, jovialidad, tacto y paciencia
para ofrecer ayuda y atención. No todos los consejos serán aceptados y
seguidos, o se responderá a la amabilidad con amabilidad. Pero muchas mujeres
mantienen el contacto y envían fotos de sus hijos y su nueva vida, que ha
tomado un rumbo positivo.
Las religiosas, todas ellas jóvenes -la
edad media es de 40 años-, rebosan calidez, fe y una gran determinación.
Estar con ellas me dio energías, aunque esto significaba levantarse muy
temprano para participar en la misa (ellas llevaban ya más de una hora
rezando).
Uno de mis recuerdos más vivos es ver a la
Reverenda Madre sentada en los escalones de la puerta de entrada al edificio,
en una ruidosa calle de Nueva York, hablando a una multitud de gente
joven que se había reunido para escucharla. Las religiosas son muy populares en
la zona y difunden un sentimiento de cercanía que es muy difícil
encontrar en las ciudades americanas hoy en día.
Es
significativo que las Hermanas de la Vida tomaran el estilo de su hábito y una
buena parte de su Regla de una orden antigua, las Dominicas de Santa Cecilia de Nashville (Tennessee, Estados
Unidos), una importante comunidad que se remonta a 1860. Las Dominicas de
Nashville se mantienen fieles a sus votos, a su hábito y a sus ideas
fundacionales en una época en la que muchas órdenes religiosas parecen
abandonar todo lo que las vincule al pasado. En cambio, las nuevas órdenes femeninas
aprenden del pasado, y se sienten cómodas con ello.
Por cierto, las Dominicas de Nashville
están abriendo nuevos conventos y llegan a Gran Bretaña. Ya hay un grupo en
Elgin (Escocia).
Las Franciscanas de la Renovación de Leeds tienen un vínculo
con Estados Unidos. Son parte de las Franciscanas renovadas fundadas por el
padre Benedict Groeschel y el padre Andrew Apostoli en Nueva
York. Su objetivo, como el de los Franciscanos de la Renovación, es compartir
el camino verdadero de gran pobreza que vivió san Francisco.
Mientras algunos hábitos religiosos son
favorecedores, el suyo, sinceramente, no lo es: un hábito ancho de color gris y
un velo calado sobre la frente con un borde rígido. Pero de alguna manera son
hermosas. Trabajan con personas en dificultades y con vidas complicadas.
Utilizando una expresión de moda, evangelizan «las periferias». Irradian
alegría.
También las Dominicas de San José florecen.
Fundadas en 1994 en la diócesis de Portsmouth, siguen un estilo de vida
tradicional dominico: hábito, contemplación y silencio.
En los últimos años, he participado en su
Caminata Juan Pablo para la
Nueva Evangelización que realizan anualmente y que cubre 32 km al
día hasta llegar a Walsingham: un viaje inolvidable
atravesando un magnífico paisaje campestre con oraciones, pláticas, misa diaria
en antiguas iglesias y copiosas comidas, todo en magnífica compañía. Las religiosas
caminan con el hábito completo, y nos enseñan a rezar el Oficio dominico.
Tienen buenas relaciones con las parroquias anglicanas, que abren sus puertas
-y sus corazones- con gozo a los jóvenes caminantes, que nunca pierden su buen
humor, ni siquiera cuando llueve a raudales o hace un calor abrasador (que es
peor).
Cuando no guían peregrinaciones, las
religiosas realizan cursos para los catequistas parroquiales, utilizando un
recurso magnífico que viene de Francia: Come,
Follow Me [Ven, sígueme], que tiene un estilo muy
contemplativo. También ofrecen retiros y días de recogimiento, y realizan mucho
trabajo con los jóvenes, incluyendo un campamento de verano para adolescentes,
conocido como Fanning the Flame
[Avivando la llama].
Cuando las religiosas rezan el Oficio en
su convento situado en New Forest, nos quedamos asombrados por un sentido de atemporalidad:
hábitos blancos, el suave tintineo del rosario, las voces elevadas en canto. Se
oyen vendavales de risas procedentes de su refectorio mientras comemos
en el comedor de invitados. Cada noche desciende sobre nosotros un gran
silencio, que nos causa una gran sensación de sosiego. Una vez que pasé un
fin de semana en el convento con una amiga, comprendí su pensativo comentario:
"Sabes, este tipo de vida me podría interesar..."
Conocí a las Hermanas de María Estrella de la
Mañana en la Iglesia de Santa Isabel en Richmond (Surrey). Venden
galletas y mermelada caseras para conseguir fondos para su convento porque -lo
ha adivinado usted- el número de hermanas aumenta y no tienen suficiente
sitio. De nuevo: hábito completo, informales y joviales, con un estilo
abierto.
¿A qué conclusión nos lleva todo esto? A
que la idea de religiosas sin su hábito y/o apoyando las causas feministas es
agua pasada. Las tradiciones más nobles de las antiguas órdenes permanecen.
Y si lo hacen, es porque miran a su carisma original y quieren desarrollarlo
Ahora las Misioneras de la Caridad,
fundadas por la Madre Teresa en 1950, no parecen ser una orden nueva,
pero aún les falta mucho para llegar al centenario y son un buen ejemplo de lo
que son las nuevas órdenes. Su hábito, un sari, fue bastante revolucionario en
esa época, pero pertenece a la tradición de la Iglesia de una vestimenta
humilde y distintiva.
Hay algo sobre un estilo clásico,
utilizado en una época moderna, que tiene eco: recientemente, cuando caminaba
por Londres con algunas jóvenes Misioneras de la Caridad, experimenté la más
extraordinaria cortesía y amabilidad a cada paso. La gente nos dejaba
pasar en los escalones y escaleras, nos abría la puerta y nos acompañaba fuera
si la calle estaba abarrotada.
Sentada frente a las religiosas en el
metro, observé cómo le gustaba a la gente que ellas estuvieran allí.
Estaban rezando el rosario en silencio, dando vueltas a la corona, y un
pasajero susurró: "Recen por mí, hermanas", mientras otro, un poco
más allá en el vagón, sacó el rosario en callada solidaridad.
Las religiosas
de la Comunidad de Nuestra Señora de Walsingham no llevan velo, sino capuchas,
que se ponen cuando rezan para dar un sentido de privacidad y reclusión a su
oración. Pasaré unos días con ellas enseñándoles a bordar en punto de cruz.
No sé cuánto les podré enseñar. Lo que sí sé es que quien se beneficiará de
pasar unos días con ellas seré yo.
Traducción
de Elena Faccia Serrano.
Fuente:
ReL