¡Habla! ¡Tú, que fuiste Cruz!
Dominio público |
¿Qué se siente al ser sostenida por las manos más
justas que jamás un madero acariciaron?
¿Qué se siente al ser cargada por el mejor de los
hombres con paso firme y dejando tras de sí huellas en infinito reguero de
sangre?
¿Qué se vive cuando se es traspasada y se es soporte
del dolor sin límite y de la muerte sin defensa alguna?
¿A dónde se mira cuando fuiste elevada con el amor
ajusticiado, sin derecho a réplica y con la burla al pie de tu estilizada
silueta?
¿No te estremeciste cuando pensaron en ti como altar
donde se desangró aquel cordero que, con su sacrificio, sigue otorgando el
premio de la eternidad a los hombres?
¿No te revelaste desde la azotea
de tu ser madero cuando
aquellos sellaron lo
que nunca sintieron ni pensaron?: ¡INRI!..es Aquel que, siéndolo,
guarda silencio por aquellos que
asintieron y se lanzaron a
un corredor de muerte después de un lavatorio cómodo, palaciego, cobarde y
mezquino.
¿Qué se piensa cuando se es frontis de la justicia
injustamente tratada; del amor con odio condenado; de la pasión con
apasionamiento crucificado; del perdón con saña traspasado?
¿Qué se revuelve por dentro cuando se asiste impotente
a la soledad de Aquel al que se quiere; de la bondad de Aquel al que se ama; de la quietud de Aquel
que tanto dio sin esperar nada a cambio?
¿QUÉ NOS DICES DE TI CRUZ?...TU QUE SABES MUCHO POR
SER CRUZ
Después de haber contemplado dudas y batallas,
encuentros y des-encuentros por aquella calle dolorosa
Después de haber caído como un quintal de peso y de
dolor insoportables sobre Aquel que pudiéndolo todo renunció a valerse de su
privilegio de Hijo.
Después de haber sido “tocada” por las manos más
santas y puras, abiertas y dulces de Santa María. De haber tenido la guardia
más privilegiada, atenta, valiente y solidaria de aquel que fue discípulo amado
y, a su lado, la Madre de la Iglesia.
Después de haber sido testigo, púlpito, micrófono y
altavoz de las siete palabras con más pasión y verdad, misericordia, vértigo y
paz desde ti proclamadas.
¿No sientes escalofríos de haber sido,
sin quererlo, protagonista de aquel
primer viernes santo donde te convertiste en signo y símbolo del
AMOR que en un arrebato de locura, Dios, a la humanidad entera nos regalaba?
¿QUÉ NOS DICES A NOSOTROS?...¡TU QUE FUISTE CRUZ!
¿Cómo se hace para tener la fortaleza de tus entrañas
cuando estamos acostumbrados a la dulzura y cuidado de nuestros cuerpos?
¿Hacia dónde hemos de mirar para no ser cómplices de
tanta muerte innecesaria que produce vértigos en la felicidad nunca
suficientemente conquistada?
¿Cómo ser clavado
sin sufrir, maltratado sin odiar,
elevado sin ser engreído, astillado
sin peligro de ser destrozado?
¿Cómo ser símbolo de amor sin distinción, de perdón
sin exigencias, de palabras sin ruido, de gestos que no suenen a vacío?
DINOS, TÚ QUE FUISTE CRUZ,
A NOSOTROS
QUE NOS CUESTA TANTO LLEVARTE,
COMPRENDERTE,
DEFENDERTE Y LEVANTARTE
COMO
ESTANDARTE DE CLARA VICTORIA
SOBRE LA
MUERTE
¡DINOS ALGO!
¡TÚ, QUE
FUISTE CRUZ!
Fuente: Ecclesia/Francisco Javier Leoz