Organización
dinamitada
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
El
día que me toca la cocina, suelo planificar cada minuto para asegurarme de que
me da tiempo a todo. Ese día mi organización iba sencillamente perfecta.
Puntualidad alemana. Y, entonces... apareció una hermana.
Resulta
que había visto una telaraña en el techo, quería quitarla, pero no alcanzaba.
Dije
que sí porque me parecía fatal negarme. Al fin y al cabo, no iba a tardar nada
en hacerle el favor... pero reconozco que, por dentro, rebuzné todo lo que
quise: “Tenía que ser justo hoy, tenía que ser justo ahora...”
La
hermana me había preparado una silla, pero al ir a subirme, descubrí que estaba
desencajada. Pensé en ir a por la escalera, pero eso suponía aún más tiempo...
así que decidí golpear la silla contra el suelo y dejarla también arreglada.
Sin
embargo, las prisas no son buenas. Cuando cogí la silla con todas mis
fuerzas... no me di cuenta de que puse el dedo precisamente en la juntura.
Imagina el resto.
Sí,
una pillada de campeonato. Y, aunque solo fue un dedo, te aseguro que sentí que
me había cortado la mano entera.
Ahora,
una enorme tirita me hace escribir este reto a velocidad de tortuga. Y, gracias
a ella, he orado mucho lo sucedido. Sí, porque exteriormente podemos realizar
muchas obras buenas, pero lo realmente importante es el corazón. Si el corazón
no se entrega, hará las cosas “para quitárselas de encima cuanto antes”. Y tal
vez no se pille un dedo, pero dejará una herida en su interior.
Esto
nos puede suceder con los hermanos, ¡pero también con el Señor! Quizá hagamos
mil cosas por Él; sin embargo, Cristo solo quiere una: ¡que le ames!
Así
le pasaba al joven rico: cumplía todo (¡todo!), pero, cuando el Señor le miró
con cariño... no fue capaz de corresponder a esa mirada. Y, cumpliendo todo, se
fue triste.
Jesús
lo único que desea es que le miremos a los ojos y respondamos aquella pregunta
que hizo a Pedro: “¿Me amas?” (Jn 21, 16).
Es
impresionante descubrir que el Señor, Dios Todopoderoso, se vuelve un mendigo a
nuestra puerta. Cada día te da todo, se entrega del todo, y solo porque desea
conquistar tu amor, ¡para hacerte feliz!
Hoy
el reto del amor es amar desde dentro. Te invito a que busques un Sagrario.
Está ahí por ti. Siéntate ante Él... ¡y dile que le quieres! ¿Lo has hecho
alguna vez? ¡No imaginas lo mucho que desea oírlo! Cristo te llenará de
alegría, y así, cuando hoy alguien te pida un favor, ¡lo harás poniendo “alma,
vida y corazón”! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma