Sólo Dios puede dar a
nuestra existencia la plenitud deseada
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El Papa Francisco asomado desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano. (Vatican Media) |
Durante
el Ángelus del VI domingo del tiempo ordinario, el Pontífice reflexiona sobre
las Bienaventuranzas de Jesús asegurando que Él nos alienta a no depositar
nuestra confianza en las cosas materiales sino a sanar la miopía crónica que el
espíritu mundano nos contagia.
“Las Bienaventuranzas de Jesús nos alientan a
no depositar nuestra confianza en las cosas materiales y a no buscar la
felicidad siguiendo a los vendedores de humo”. Es la enseñanza que ha expresado
el Papa Francisco este domingo 17 de febrero, VI del tiempo ordinario, desde la
ventana del Palacio Apostólico a la hora del rezo del Ángelus.
Reflexionando
sobre el Evangelio del día según San Lucas, que presenta cuatro
bienaventuranzas bajo la expresión “¡ay de ti!”, el Santo Padre asegura que en
ellas “Jesús nos abre los ojos, nos hace ver con su mirada, más allá
de las apariencias, más allá de la superficie, y nos enseña a discernir las
situaciones con fe”.
Sólo Dios puede dar a
nuestra existencia la plenitud deseada
El
ser humano siempre ha estado en la búsqueda constante de la felicidad y desde
siempre, en el mundo, el tener más riquezas y un mayor poder, ha supuesto tener
mayor bienestar. En contraste a este concepto, el Papa Francisco explica que la
página del Evangelio de hoy “nos invita a reflexionar sobre el sentido profundo
de tener fe”, que consiste – ha puntualizado – “en confiar totalmente en el
Señor”: “Se trata de romper los ídolos mundanos para abrir nuestros corazones
al Dios vivo y verdadero; sólo Él puede dar a nuestra existencia la plenitud
tan deseada, pero difícil de alcanzar”. Además, Francisco ha advertido que
incluso en nuestros días, “hay muchos que se proponen como dispensadores de
felicidad: prometen éxito a corto plazo, grandes beneficios a la mano y
soluciones mágicas a todos los problemas”; un peligro que puede llevarnos a
caer en el pecado del primer mandamiento: “la idolatría, substituyendo a Dios
por un ídolo” ha dicho el Santo Padre.
Jesús abre nuestros ojos a
la realidad
Desde
el Balcón del Palacio Apostólico el Papa también ha explicado que la razón de
estas paradójicas bienaventuranzas está en el hecho de que “Dios está cerca de
los que sufren e interviene para liberarlos de su esclavitud; Jesús ve esto, ve
la bienaventuranza más allá de la realidad negativa”. Y del mismo modo –
continúa el Papa – “el "ay de ti", dirigido a los que hoy están bien,
sirve para "despertarlos" del peligroso engaño del egoísmo y abrirlos
a la lógica del amor, mientras están a tiempo”.
Somos felices cuando nos
ponemos del lado de Dios
Por
último, el Pontífice ha subrayado que estamos llamados a la felicidad, pero
sólo somos felices cuando nos ponemos del lado de Dios, de Su Reino y de lo que
no es efímero sino que dura para la vida eterna: “Somos felices si nos
reconocemos necesitados ante Dios y si, como Él y con Él, estamos cerca de los
pobres, de los afligidos y de los hambrientos”. Ante esto, el Papa recuerda que
las Bienaventuranzas de Jesús son un “mensaje decisivo”, que nos alienta a no
depositar nuestra confianza en las cosas materiales y pasajeras, a no buscar la
felicidad siguiendo a los vendedores de humo, a los profesionales de la
ilusión, sino que es El Señor quien nos ayuda “a abrir los ojos, a adquirir una
mirada más penetrante de la realidad, a sanar de la miopía crónica que el
espíritu mundano nos contagia”.
Mireia
Bonilla – Ciudad del Vaticano
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