Una
sociedad es fecunda cuando logra generar dinámicas capaces de incluir e
integrar
«Este
recibe a los pecadores y come con ellos» acabamos de escuchar al inicio del
evangelio (Lc 15,2). Es lo que murmuraban algunos fariseos y escribas bastante
escandalizados y molestos con el comportamiento de Jesús. Es así como inicia el
Papa su homilía, recordando que con esa expresión, los fariseos pretendían
descalificar a Jesús y desvalorizarlo delante de todos, pero lo único que
consiguieron fue señalar una de sus actitudes más comunes y distintiva: «este
recibe a los pecadores y come con ellos».
A
las 10, 25 aproximadamente hora local, el Papa llegó al Centro de Cumplimiento
de Menores Las Garzas de Pacora y lo recibieron el arzobispo de Panamá, Mons.
José Domingo Ulloa Mendieta y la directora del centro Emma Alba Tejada. Este
centro fue inaugurado en el 2012, acoge a 192 reclusos. El Papa presidió
la Liturgia Penitencial.
Después
de un breve testimonio de un joven recluso, y la liturgia, seguida por el Evangelio,
el papa presidió la homilía. Al concluir su alocución, se llevaron a cabo
confesiones y absoluciones individuales. Será el Papa quien confesará a jóvenes
privados de libertad. La bendición del Papa, seguida por un saludo de
agradecimiento de la directora. Para concluir un intercambio de dones.
En vez de murmurar, buscar
la transformación
Jesús
no tiene miedo de acercarse a aquellos que, por un sinfín de razones, dijo el
Papa, cargaban sobre sus espaldas con el odio social como eran los publicanos
―recordemos que los publicanos se enriquecían en base a saquear a su mismo
pueblo; ellos provocaban mucha pero mucha indignación― o con el peso de sus
culpas, errores o equivocaciones como los así llamados pecadores. Lo hace
porque sabe que en el cielo hay más fiesta por un solo pecador convertido que
por noventa y nueve justos que no necesitan conversión (cf. Lc 15,7).
Mientras
ellos se limitaban tan solo a murmurar o indignarse coartando y cerrando así
todo tipo de cambio, conversión e inserción, Jesús se acerca, afirmó el Papa,
se compromete, pone en juego su reputación e invita siempre a mirar un
horizonte capaz de hacer nueva la vida y la historia. Dos miradas bien
diferentes que se contraponen. Una mirada estéril e infecunda ―la de la
murmuración y el chisme― y otra que invita a la transformación y conversión ―la
del Señor.
La mirada de la
murmuración y el chisme
El
Papa recordó que muchos de los que criticaron a Jesús es porque no lo toleran,
y no les gusta esta opción de Jesús, es más, entre dientes al principio y con
gritos al final, manifiestan su disgusto buscando desacreditar su
comportamiento y el de todos aquellos que están con él. No aceptan y rechazan
esta opción de estar cerca y ofrecer nuevas oportunidades. Con la vida de la
gente parece más fácil poner rótulos y etiquetas que congelan y estigmatizan no
solo el pasado sino también el presente y el futuro de las personas. Rótulos
que, en definitiva, lo único que logran es dividir: acá están los buenos y allá
están los malos; acá los justos y allá los pecadores.
Esta
actitud de cerrazón, contamina todo porque levanta un muro invisible que hace
creer que marginando, separando o aislando se resolverán mágicamente todos los
problemas. Y cuando una sociedad o comunidad se permite esto y lo único que
hace es cuchichear y murmurar, entra en un círculo vicioso de divisiones,
reproches y condenas; entra en una actitud social de marginación, exclusión y
de una confrontación tal que le hace decir irresponsablemente como Caifás:
«Conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera» (Jn 11,50).
Y normalmente, dijo el Santo Padre, el hilo se corta por la parte más fina: la
de los más débiles e indefensos. Y con pesar exclamó el Pontífice: “Qué
dolor genera ver cuando una sociedad concentra sus energías más en murmurar e
indignarse que en luchar y luchar para crear oportunidades y transformación”.
La mirada de la conversión
En
cambio, todo el evangelio está marcado por esta otra mirada que no es nada más
y nada menos que la que nace del corazón de Dios. El Señor quiere hacer fiesta
cuando ve a sus hijos que retornan a casa (cf. Lc 15,11-32). Así lo
testimonió Jesús manifestando hasta el extremo el amor misericordioso del Padre.
Un amor, añadió Francisco, que no tiene tiempo para murmurar, sino que
busca romper el círculo de la crítica superflua e indiferente, neutra e
imparcial y asume la complejidad de la vida y de cada situación; un amor que
inaugura una dinámica capaz de ofrecer caminos y oportunidades de integración y
transformación, de sanación y de perdón, caminos de salvación. Comiendo con
publicanos y pecadores, Jesús rompe la lógica que separa, excluye, aísla y
divide falsamente entre “buenos y malos”. Y no lo hace por decreto o con buenas
intenciones, tampoco con voluntarismos o sentimentalismo, lo hace creando
vínculos capaces de posibilitar nuevos procesos; apostando y celebrando
cada paso posible.
Así
rompe también con otra murmuración nada fácil de detectar y que “taladra los
sueños” porque repite como susurro continuo: no vas a poder, no vas a poder.
Francisco dijo que es el cuchicheo interior que aparece en quien, habiendo
llorado su pecado y consciente de su error no cree que pueda cambiar. Es cuando
se cree interiormente que el que nació “publicano” tiene que morir “publicano”;
y esto no es verdad. Y se dirige a los chicos:
Amigos:
"Cada uno de nosotros es mucho más que sus rótulos. Así Jesús nos lo
enseña e invita a creer. Su mirada nos desafía a pedir y buscar ayuda para
transitar los caminos de la superación. Hay veces que la murmuración parece
ganar, pero no la crean, no la escuchen. Busquen y escuchen las voces que
impulsan a mirar hacia delante y no las que los tiran abajo".
La
alegría y la esperanza del cristiano ―de todos nosotros, también del Papa― nace
de haber experimentado alguna vez esta mirada de Dios que nos dice: vos
sos parte de mi familia y no puedo dejarte a la intemperie, no puedo perderte
en el camino, estoy aquí contigo. ¿Aquí? Sí, aquí. Es haber sentido como lo
compartiste vos, Luis, que en aquellos momentos que parecía que todo se había
acabado algo te dijo: ¡No! Todo no ha terminado, porque tenés un propósito
grande que te permite comprender que el Padre Dios estaba y está con todos
nosotros y nos regala personas con las que caminar y ayudarnos a alcanzar
nuevas metas. Y así Jesús transforma la murmuración en fiesta y nos dice:
“¡Alégrense conmigo!”.
Hermanos,
dijio por último, Ustedes son parte de la familia, ustedes tienen mucho
para compartir, ayúdennos a saber cuál es la mejor manera para estar y
acompañar el proceso de transformación que, como familia, todos necesitamos.
Que la sociedad aliente la
transformación
Y
es que como dijo el papa, una sociedad se enferma cuando no es capaz de hacer
fiesta por la transformación de sus hijos, una comunidad se enferma cuando vive
de la murmuración aplastante, condenatoria e insensible. Una sociedad es
fecunda cuando logra generar dinámicas capaces de incluir e integrar, de
hacerse cargo y luchar para crear oportunidades y alternativas que den nuevas
posibilidades a sus hijos, cuando se ocupa en crear futuro con comunidad,
educación y trabajo. Y si bien puede experimentar la impotencia de no saber el
cómo, no se rinde y lo vuelve a intentar. Todos tenemos que ayudarnos para
aprender, en comunidad, a encontrar estos caminos. Es una alianza que tenemos
que animarnos a realizar: ustedes, chicos, los responsables de la custodia y
las autoridades del Centro y del Ministerio, y sus familias, así como los
agentes de Pastoral. Todos, peleen y peleen para encontrar y buscar los caminos
de inserción y transformación. Eso el Señor lo bendice, sostiene y acompaña.
Primera vez que se celebra
la Liturgia Penitencial en una JMJ
Es
la primera vez que en una JMJ se lleva a cabo una liturgia penitencial dentro
de una cárcel, y como lo dijo el portavoz ad interim, Alessandro Gisotti, el
Papa quiso tener una atención especial con estos jóvenes que no pueden salir
para participar. En esta línea, el Santo Padre confesará algunos de estos
jóvenes encarcelados y “será un momento de dolor, pero también de consolación y
esperanza”, refirió Gisotti. El mensaje del Papa es que “la misericordia vence
todo”, añadió el Director Interino quien dijo que va en la línea de la pastoral
de cercanía a las “periferias existenciales” de este Pontificado.
Declaraciones
de la Directora del Centro de Cumplimiento de Menores en Las Garzas
Patricia
Ynestroza-Ciudad del Vaticano
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