“El
tiempo ordinario"
Hola,
buenos días, hoy Matilde nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Meditaba
yo qué significaba para mí el “tiempo ordinario”, y traté de profundizar en la
oración… ¡Y descubrí cosas que me llenaron de paz y alegría!...
Se
acabó ya el tiempo de la Navidad, y la Iglesia nos mete de lleno en el “tiempo
ordinario”. ¡Pues no! ¡No es un tiempo vulgar o rutinario, y menos oscuro!...
“Ordinario”
creo que viene de “orden”: con orden nos creó Dios, con orden pasamos todas las
etapas de nuestra vida: bebé, niño, joven y adulto… Así como nacemos, vivimos y
morimos… Todo en Dios es orden y concierto… Y el hombre también necesita el
“tiempo ordinario” para realizar las grandes cosas de su vida…
Hemos
visto, en este tiempo de Navidad, cómo Jesús nace, se hace niño de doce años y
después… Los evangelistas no nos dicen nada de Él en esos treinta años…
Todo
es silencio y discreción en la vida de Jesús, porque su itinerario fue muy
sencillo: la vida de un trabajador pobre y nada más…
En
esta vida escondida, ordinaria en Nazaret, nada sucedía que llamara la
atención. ¡Y Jesús, el Hijo de Dios, quiso pasar tantos años así, gustando de
la monotonía de los días “sin nada… !”
¡Pero
veía yo que no es verdad! En el “tiempo ordinario”, las raíces de la vida
crecen hacia abajo y la van fortaleciendo; sus troncos se van ensanchando y
suben hacia el cielo. Todo se hace en silencio… ¡pero se realiza!
Así,
Jesús, en todos estos años, aprendió a ser hombre. Porque Dios no sabía cómo
sabe el ser hombre. Se metió en nuestro pellejo, por esto Jesús sabe todo de
nosotros y, como Dios que es, nos puede ayudar en todo, porque es uno de los
nuestros…
Hoy
el reto del amor es vivir mi “tiempo ordinario” con la pasión y la alegría del
que sabe que es muy importante para mí, como lo fue para Jesús…
VIVE
DE CRISTO