A la luz de la
misericordia que Cristo nos ha mostrado, podemos hacer el propósito de Año
Nuevo que todo católico debe hacer
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Entre el 8 de
diciembre de 2015 y el 20 de noviembre de 2016 vivimos el Año de la
Misericordia convocado por el Papa Francisco, ahora los católicos de todo el
mundo estamos llamados a demostrar el significado de esta altísima virtud
cristiana: La Misericordia.
Y si tú, como
la mayoría de nosotros, estás dispuesto a adoptar un propósito de año nuevo,
entonces este es el propósito perfecto para ti: tener misericordia.
Tener
Misericordia.
Decir que los
cristianos deben ser conocidos por su misericordia es, supongo, de lo más
obvio. La misericordia, según el Papa Francisco, es "el corazón palpitante del Evangelio"
porque está escrita en todas partes del mismo.
Lo mismo
sucede con las Epístolas, las cartas de los apóstoles, e incluso, aparece en
alguna medida en el Antiguo Testamento, enraizada entre los actos
escandalosamente vengativos, por supuesto.
De acuerdo con
lo anterior, podría decirse que los cristianos somos realmente conocidos por nuestra misericordia,
pero sutilmente, es una exageración extrema. Suena algo forzado. Suena algo así
como el final de un chiste malo contado con agrado.
¿Realmente
los cristianos se caracterizan por mostrar misericordia?
¡Eso es como
decir que los rusos son conocidos por su abstinencia nacional hacia el alcohol!
¿Captas lo que quiero decir?
Imaginar que
cristianos como tú o yo somos personas misericordiosas puede requerir un
esfuerzo muy grande, lo cual nos hace reflexionar en este Año Especial de la
Misericordia, sobre lo que realmente implica ser misericordiosos.
En su declaración
del Año Jubilar, el Santo Padre
pronunció algunas frases conmovedoras como ésta
¡Que el
bálsamo de la misericordia llegue a todos, a los creyentes y a los distantes,
como una señal de que el Reino de Dios ya está presente en medio de nosotros!"
Y, citando a Santo Tomás de Aquino:
Es propio de
Dios el ejercer la misericordia y manifestar su omnipotencia particularmente de
esta manera"
Y, en otra
oportunidad, dijo:
La
misericordia de Dios es la entrega amorosa para cada uno de nosotros. Él se
siente responsable; es decir, que Él desea nuestro bienestar y quiere vernos
felices, llenos de alegría y de paz. Este es el camino del amor misericordioso
que los cristianos también debemos recorrer. Así como el Padre ama, también lo
hacen sus hijos. Del mismo modo en que es misericordioso, así estamos llamados
a ser misericordiosos el uno con el otro."
Al igual que
Dios es misericordioso, dice Papa Francisco, igual debemos ser nosotros.
Estamos aquí en la tierra para ser un signo de la misericordia de Dios. Un
signo miserable y tangible de su omnipotencia.
¿En
serio? Porque esto suena difícil.
Es duro vivir
nuestra vida cristiana de una manera más tangible; resulta más fácil pagar la
cuota semanal de visitar la Palabra cada domingo.
Pero Dios
exige más, sabemos esto, y el Santo Padre tiene la intención de reunirnos a
nosotros los católicos responsables. Como Vicario de Cristo, él realiza un
importante rol donde nos recuerda que debemos siempre avanzar por el camino que
nos lleva a la grandeza. Genial, ¿no?
Así que estamos
llamados a mostrar misericordia. Pero no lo hacemos. Ni siquiera en
las pequeñas cosas.
Estamos
llamados a mostrar misericordia a nuestros vecinos cuyas aceras solo cruzo en
mi recorrido con el bebé en el cochecito, o cuando llevo a pasear al perro,
pero no le ayudo a quitar la basura que el viento trajo hace dos días.
Estamos llamados a mostrar
misericordia al gran caballero que se me adelanta en la
fila, aunque hayamos estado formados desde hace media hora mi bebé y yo para
pagar las provisiones de la cena de Nochebuena.
Estamos llamados a mostrar
misericordia a la cajera cuya destreza en capturar los
códigos deja algo que desear, también hacia la mesera que derrama, no solo una
sino las dos bebidas calientes que pedí, y hasta con el sacerdote que canta muy
desentonado durante la celebración.
Y, quizás lo
más difícil de todo, estamos llamados a mostrar misericordia hacia nosotros
mismos.
Aquí es donde
debemos comenzar: "por la viga en
nuestro propio ojo, y luego la astilla en nuestros vecinos"
Como
cristianos debería ser evidente que estamos marcados por la misericordia, pero
no es así. No somos, por desgracia, la gente con misericordia que hemos estado
hablando.
No estamos,
por desgracia, practicando la misericordia sin reservas a la que estamos
llamados a tener. La verdad es que ni siquiera estamos cerca. Pero podemos
empezar a movernos en esa dirección.
La víspera de
Año Nuevo, a la luz de la misericordia que Cristo nos ha mostrado, y en el
espíritu del Jubileo, podemos hacer el propósito de Año Nuevo que todo católico
debe hacer: ¡Tener
misericordia!
Y sí, al igual
que la dieta que ha comenzado cada año durante una década, podría no durar.
Pero tal vez, en un intento y con oración, este año podríamos lograrlo.
Tal vez, si
todos trabajamos juntos, podremos reunir una manifestación tangible de la
misericordia. Tal vez podamos empezar a cambiar nuestra reputación de cristianos.
Quizás...
Vale la pena intentarlo
Por: K. Albert Little
Fuente: Patheos
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