Si no amas a tu hermano, no puedes amar a Dios
El Papa Francisco celebra la misa en la capilla de la Casa Santa Marta (Vatican Media) |
Lo recordó el Papa ayer por la mañana en la Misa en la Casa
Santa Marta subrayando que es la fe la que da la fuerza para rezar por todos,
incluso por los enemigos, para no dejar crecer los sentimientos de celos y envidia,
y para no chismorrear
Para amar a Dios concretamente, hay que amar a los
hermanos, es decir, rezar por ellos, simpáticos y no simpáticos, incluso por el
"enemigo", no dar espacio a sentimientos de celos y envidia, y no dar
lugar a "habladurías "que destruyen a a las personas. Es una
fuerte exhortación al amor, la que el Papa dirigió esta mañana, en la homilía
de la Misa en la Casa Santa Marta. Es la fe, que da la fuerza de amar así, la
fe la que vence al espíritu del mundo, que miente y divide.
El espíritu del
mundo es mentiroso
La reflexión de Francisco se desarrolla a partir de la
Primera Carta de San Juan Apóstol (1 Jn 4, 19 - 5, 4) propuesta por la Liturgia
de hoy. El apóstol Juan habla, en efecto, de "mundanidad". Cuando
dice: "Los que son generados por Dios son capaces de vencer al
mundo", habla de la "lucha de todos los días" contra el espíritu
del mundo, que es "mentiroso", es un "espíritu de apariencias,
sin consistencia", mientras que "el Espíritu de Dios es
verdadero". "El espíritu del mundo es el espíritu de la vanidad, de
las cosas que no tienen fuerza, que no tienen fundamento y que caerán",
subraya Francisco. Como los dulces que se ofrecen en Carnaval, las crepes -
llamadas en dialecto "las mentiras"- no son consistentes, sino
"llenas de aire", así es el espíritu del mundo: "lleno de
aire" y engaña porque es "hijo del padre de la mentira".
El espíritu del
mundo siempre divide a la familia, a la comunidad y a la sociedad
El apóstol nos ofrece el camino hacia la concreción
del Espíritu de Dios, que "no va por las fantasías": el decir y el
hacer son la misma cosa. "Si tienes el Espíritu de Dios" - recuerda
el Papa - harás las cosas buenas. Y el apóstol Juan dice algo "cotidiano":
"El que no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no
ve". "Si no puedes amar algo que ves, ¿cómo es que vas a amar algo
que no puedes ver? Esa es la fantasía", enfatiza Francisco, exhortando a
amar "lo que ves, lo que puedes tocar, lo que es real". Y no las
fantasías que no ves".
“Si no eres capaz de amar a Dios en la práctica, no es
verdad que amas a Dios. Y el espíritu del mundo es un espíritu de división y
cuando se mete en la familia, en la comunidad, en la sociedad, siempre crea
divisiones: siempre. Y las divisiones crecen y vienen el odio y la guerra...
Juan va más allá y dice: "Si uno dice: 'Yo amo a Dios' y odia a su
hermano, es un mentiroso", es decir, un hijo del espíritu del mundo, que
es pura mentira, pura apariencia. Y esto es algo sobre lo que os hará bien
pensar: ¿Yo amo a Dios? Vayamos a la piedra de comparación y veamos cómo tú
amas al hermano: veamos cómo tú lo amas”.
El Papa Francisco se detiene, por tanto, en los tres
signos que indican que no se ama al hermano. Se puede sonreír de muchas maneras:
incluso en el circo los payasos sonríen y muchas veces lloran en sus corazones.
Ante todo, pues, el Papa nos exhorta a rezar por nuestro prójimo, incluso por
aquella persona que "me está antipática" y que sé que "no me
quiere", incluso por aquel que "me odia", incluso por "el
enemigo", como dijo Jesús. Si no rezo, es una señal de que no me amo:
“La primera señal, la pregunta que todos tenemos que
hacernos es: ¿rezo por las personas? Por todas ellas, concretas, las que me
están simpáticas y las que me están antipáticas, las que son amigas y las que
no lo son. Primero. Segunda señal: cuando siento en mi interior sentimientos de
celos, envidia y quiero desearle daño o no ... es una señal de que no amas.
Detente ahí. No dejes que estos sentimientos crezcan. Son peligrosos. No dejes
que crezcan. Y entonces, la señal más diaria de que no amo a mi prójimo y por
lo tanto no puedo decir que amo a Dios, son las habladurías. Pongámonos en el
corazón y en la cabeza, claramente: si yo chismorreo, no amo a Dios porque el chisme
estoy destruyendo a esa persona. Las habladurías son como un caramelo de miel,
que también es bueno, uno al otro y al otro y luego el estómago se arruina, con
muchos caramelos.... Porque es agradable, es "dulce" hablar, parece
algo bueno; pero destruye. Y esa es la señal de que tú no amas”.
En la lucha
contra el espíritu del mundo, es necesaria la fe
“Si una persona deja de chismorrear en su vida,
"diría que está muy cerca de Dios", porque -explica Francisco- no
hablar "custodia al prójimo, custodia a Dios en su prójimo". Y el
espíritu del mundo es vencido con este espíritu de fe: creer que Dios está en
mi hermano, en mi hermana. La victoria que ha ganado en el mundo es nuestra fe.
Sólo con tanta fe se puede recorrer este camino, no con pensamientos humanos de
sentido común... no, no: son inútiles. Ayudan, pero no sirven para esta lucha.
Sólo la fe nos dará la fuerza para no chismorrear, para rezar por todos, incluso
por nuestros enemigos, y para no dejar crecer los sentimientos de celos y
envidia. Con este pasaje de la Primera Carta de San Juan Apóstol, el Señor nos
pide concreción en el amor. Amar a Dios: pero si no amas a tu hermano, no
puedes amar a Dios. Y si dices que amas a tu hermano pero no lo amas, lo odias,
eres un mentiroso”.
Debora Donnini - Ciudad del Vaticano
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