“Nuestro objetivo no es suplantar nunca al Estado sino llegar adonde no pueden”, precisó Segarra y subrayó el gran trabajo que han realizado la Delegación Diocesana de Migraciones y Cáritas
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Barco Aquarius llega a las costa de Valencia (España) Foto: Cortesía de SOS Mediterranée |
Se cumplen seis meses de la
llegada del barco Aquarius. Tras la gran cobertura mediática y la explosión de
solidaridad, esta nave ha dejado de acaparar los titulares, sin embargo, la
Iglesia, especialmente la Archidiócesis de Valencia, ha seguido trabajando para
facilitar la integración de estos inmigrantes
El barco Aquarius es un barco de ayuda humanitaria operado por las
ONG SOS Mediterranée y Médicos Sin Fronteras, que se dedica al rescate de
personas en el mar, especialmente inmigrantes en pateras. En la embarcación
llegaron a España 630 personas -123 menores y 7 mujeres embarazadas- de 31
nacionalidades distintas que fueron rescatadas en las costas de Libia y
rechazadas por los gobiernos de Malta e Italia.
En ese sentido, José María Segura, responsable del Servicio
Jesuita a Migrantes (SJM) en Valencia, declaró al semanario católico Alfa y
Omega que “pasada toda la aglomeración de periodistas, ha habido mucho trabajo
de oficina y diálogo dejando al margen quién era quién y trabajando juntos por
acompañar y acoger”.
Por eso destaca que la
Generalitat de Valencia, es decir, el gobierno de la comunidad valenciana, “ha
unido esfuerzos con Cáritas, el Servicio Jesuita a Migrantes y la Delegación
Diocesana de Migraciones para que los nuevos vecinos recibieran un trato digno
mientras se adaptaban a un entorno desconocido”.
“Nuestro objetivo no es suplantar nunca al Estado sino llegar
adonde no pueden”, precisó Segarra y subrayó el gran trabajo que han realizado
la Delegación Diocesana de Migraciones y Cáritas.
Cáritas se encargó de soluciones habitacionales, los menores
fueron distribuidos entre varios centros de acogida de la Generalitat; por su
parte, el SJM les imparte lecciones de castellano. Servicios que comenzaron,
según apunta Segarra a Alfa y Omega, “el día siguiente de llegar el barco”.
Desde la Archidiócesis de Madrid también han trabajado para
integrar a los inmigrantes del Aquarius, por eso el pasado junio participaron
en el acto de “Pactos que salvan vidas”, en la defensa de los derechos de los
inmigrantes.
Rufino García, delegado
diocesano de Migraciones, subrayó a Alfa y Omega la importante la labor de
sensibilización que la Iglesia hace en parroquias y comunidades.
Por eso García destacó que
“un cristiano no puede ser racista”. “Si nos preguntan, nunca diremos que lo
somos, pero la realidad es que en la práctica ponemos vallas interiores en
nuestra relación con los demás”, explicó.
Además indicó que la forma en
que se ayuda a los migrantes no está relacionada con la “simple conmiseración
benévola”, sino que debe estar guiada por la empatía y la solidaridad.
Fuente: ACI