Susurros
al oído
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
A
quién no le ha sucedido alguna vez que, mientras hace alguna cosa, de pronto,
le venga a la mente una tarea que se le había quedado olvidada, pero así, sin
venir a cuento, sin tener nada que ver con lo que estaba haciendo...
Justo
este sábado me sucedió a mí. Me había salido un instante de la oración para ir
al servicio. Y, cuando ya estaba de vuelta, saliendo por la puerta del Novi, me
vino a la cabeza, en lo que parecía un monólogo interno:
-Ya
es de noche...
Y
seguido:
-¿De noche...? ¡¡Uuuyyy!! ¡¡La ropa tendida en la huerta!!
Por
la mañana la había recogido casi toda, menos esas prendas que tardan más en
secarse. Y después, como habíamos tenido una visita, se me había olvidado por
completo. Así que me fui corriendo a recogerla.
Fue
un instante, como un flash, pero, ¡cómo me llenó de alegría! Porque tenía la
certeza de que, con lo olvidadiza que soy, esa ropa podía haberse quedado ahí
hasta el día siguiente. ¡Sabía que no era cosa de mi mente!: no era un
monólogo, sino un diálogo con Él, que vive pendiente de mis cosas y hasta en
los detalles más pequeños se detiene.
Muchas
veces pensamos que esto es casualidad, o incluso que soy yo mismo que lo he
recordado de repente, pero por los frutos sé que no es así. Porque la alegría
que te deja cada vez que te sucede algo así, o cada vez que rezas y aparece un
aparcamiento para ti, o cuando recuerdas a última hora que era el cumpleaños de
un amigo y le llamas, o cuando vas con prisa y otro te cede el paso en la cola
de la compra... esa Alegría es Cristo en persona cuidando de ti, queriéndote,
mostrándote que a cada momento del día está contigo.
Pero
lo que me pasa aún muy a menudo es que mis oídos no siempre saben distinguir
esos susurros del Señor pues, como muchas veces esas pequeñas sugerencias me
invitan a servir al otro, a mirar por los demás, a amar... pues quizá me hago
“oídos sordos”.
Sin
embargo, estoy convencida de que se aprende a escuchar al Señor escuchando a
los demás, captando cada pequeño detalle que piden, dando oídos a lo que nos
comparten.
Por
eso, hoy el reto del amor es escuchar a los demás y darles lo que realmente
están necesitando de ti.
VIVE
DE CRISTO
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Fuente:
Dominicas de Lerma