Entrevista en profundidad al líder de Comunión y
Liberación sobre la fe en nuestra sociedad líquida
Julián Carrón, el sacerdote al frente del
movimiento Comunión y Liberación, responde en un
libro-entrevista con el periodista católico italiano Andrea Tornielli a
una pregunta inquietante: ¿Dónde está Dios en estos tiempos de
incertidumbre?
En ¿Dónde está Dios? se
abordan varios temas sobre el momento actual de la Iglesia, sobre los últimos
papas y su pensamiento, y sobre la historia y fe del mismo Carrón y de Comunión
y Liberación, pero el núcleo de la entrevista siempre gira sobre cómo
presentar Dios al hombre de hoy.
El libro ya está en las librerías, en vísperas del
gran encuentro anual de Comunión y Liberación, gratuito y abierto a
todo el mundo, EncuentroMadrid (www.encuentromadrid.com) que
tiene lugar del 12 al 14 de octubre en el Pabellón de Cristal de la Casa de
Campo en Madrid. Allí Carrón podrá profundizar sobre los temas del
libro en un diálogo con el periodista Pedro G. Cuartango (antiguo
director de El Mundo) en el acto conclusivo del domingo, a las
12.30.
Andrea Tornielli explica el marco de las entrevistas:
"Es fruto de cuatro días de conversaciones que han tenido lugar en
una gran sala en el último piso del Instituto Sacro Cuore de Milán, con un
ligero temblor del suelo cada vez que pasa un TIR de gran velocidad. Tan solo
el último día me dijo don Julián que en ese lugar vivió los últimos
meses de su vida, y murió, don Giussani, que debido a las
consecuencias de la enfermedad de Parkinson, necesitaba una asistencia
especial".
Una y otra vez la figura y enseñanzas de Luigi
Giussani, el sacerdote italiano que fundó Comunión y Liberación, salen a
relucir en el diálogo. Carrón, nacido en un pueblo de Extremadura, recibió
permiso del cardenal Rouco Varela, de Madrid, para ir a Milán con Giussani en
marzo de 2004. Menos de un año después, en febrero, Giussani moría y
dejaba al español al frente del movimiento.
La fe no es moralismo: se encarna en la vida
La tesis de fondo de Carrón -y de Giussani- la explica
en el primer capítulo: "Estoy convencido de que la fe puede decir
y dar mucho a los hombres de hoy si la encuentran encarnada en la vida". "Por
desgracia, no es infrecuente que nuestros contemporáneos entren en contacto con
una fe reducida en sentido moralista o nocional. [...] En cambio, cuando nos
encontramos con personas que gracias a que viven la fe afrontan las
circunstancias de todos -dificultades, cansancio, desilusiones,
enfermedades- de forma distinta, testimoniando una mayor intensidad
humana, una alegría última, todo cambia: nos quedamos asombrados,
impactados, implicados".
La moral ilustrada, al descristianizarse, se
deshilacha...
Por otra parte, el sueño de la Ilustración de ofrecer
unos valores razonables, comunes, compartidos y luminosos -la moral racional
que proponía Kant y que para él coincidía con la cristiana- se ha visto que no
puede ser. Sin el cristianismo, se desmorona. Lo decía Joseph Ratzinger: "La
búsqueda de una certeza tranquilizadora, que nadie pueda contestar más allá de
las diferencias, ha fracasado". Y añade Carrón: "Esos valores que
antes eran compartidos y reconocidos por todos, hoy ya no lo son. [...] Hace
pocas décadas, ¿quién habría podido pensar que se perdería el valor de la vida
o se pondría en discusión la democracia?"
Se cumpliría algo que dijo el jesuita francés Henri de
Lubac, tan influyente en el Concilio Vaticano II, en su libro "El drama del humanismo ateo":
los intentos de una moral ilustrada, al principio, mantienen sus valores de
origen cristiano, pero pronto, "dado que se separaron de su fuente, son impotentes
para mantenerse en su vigor y rectitud auténtica". Carrón ofrece la
lista de valores: "razón, libertad, verdad, hermandad, justicia, es decir,
las grandes cosas sin las que no hay vida ni humanidad verdadera. Separadas
de su fuente, se convierten en formas vacía, ideal sin vida. Es lo que
estamos viviendo ahora".
Nada puede llenar la vida del hombre... excepto Dios
¿Y qué hay que llene la vida de los hombres? Carrón
cuenta el ejemplo de una pintora italiana en Barcelona que por fin, llena de ilusión,
logró su sueño: una gran exposición de su obra. Fue un éxito clamoroso más allá
de toda expectativa. "'Después del gran éxito me pasé toda la tarde
llorando', me contaba. ¿Cómo es posible? Todo esto no bastaba. Pero
entonces ¿qué es lo que basta? Es lo que los grandes hombres llegan a
descubrir, antes o después". Al final, hay un vacío en el corazón del
hombre que sólo Dios puede llenar.
"Dios ha querido compartir su propio ser, su
propia plenitud con alguien. Y solo podía hacerlo generando una criatura con un
deseo infinito. San Agustín lo dice con aquella frase preciosa: 'Nos
hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en
ti'", recuerda Carrón.
Evangelizar en la sociedad líquida: belleza que atrae
Pero ¿cómo evangelizar en nuestra época de pluralidad
ideológica y de infinita oferta?
La respuesta, citando a Benedicto XVI, es "por
atracción". "El cristianismo nunca ha tenido problemas por vivir en
una sociedad multicultural, es más, casa muy bien con ella: en ella
puede emerger la diferencia y la originalidad de la propuesta cristiana, sin
imponer nada a nadie. El Concilio Vaticano II nos ha devuelto la conciencia
de que no existe más posibilidad de comunicar la verdad que a través de la
libertad. De hecho, la verdad no necesita nada más que su misma belleza
para alcanzar el corazón del hombre", afirma el entrevistado.
Pero ¿por qué es tan difícil creer hoy?, pregunta
Tornielli. La respuesta de Carrón es que la comodidad nos ciega y
distrae. "¿A quién le interesa Jesús? A quien lo necesita. ¿Y
quién lo necesita? Quien es consciente de sus propias heridas, de sus
enfermedades, de su mal, de su insatisfacción, de su pecado..." La
postmodernidad consiste en distraer para que la gente no sea muy consciente de
todo eso.
Un Cristo cercano... y una generación que ya no creía
En el capítulo sobre su itinerario de vida y fe,
Carrón explica que "desde los primeros años de mi vida tuve la gracia de
experimentar una familiaridad con Cristo que me llenaba de asombro. Es como uno
que lleva dentro de sí la experiencia del amor de su madre. Pueden surgir
preguntas, cuestiones, incluso dudas, pero todo se halla como inmerso en esta
experiencia de familiaridad".
Habla también de las grandes intuiciones de Giussani
en 1954, cuando la Iglesia católica parecía fuerte en Italia y Europa, pero
él veía que sus alumnos del instituto ya no tenían fe. Empezó a usar "el
arte, la música, la poesía, para despertar en los demás la conciencia
de su sed de vida, mostrando que la fe tiene que ver con ella".
"Quien sigue a Jesús experimenta el ciento por
uno aquí. Este es el desafío lanzado por Giussani: en
compañía de Cristo vuestra vida -cuando os enamoráis, cuando trabajáis, cuando
jugáis- puede llegar a ser cien veces más; sorprenderéis en vosotros
una explosión de vida que ni siquiera podéis imaginar", recuerda
Carrón.
Frente a visiones intelectualistas y doctrinaristas,
comunes en la mente europea, Carrón y Comunión y Liberación aseguran que la
verdadera comprensión "es siempre y solo un experiencia vivida".
Giussani decía: "Una definición ha de formular una conquista ya
conseguida: de lo contrario, sería la imposición de un esquema".
El Reino de Dios, más que definirlo, hay que mostrarlo
Carrón insiste en que así lo hacía el mismo Cristo.
"Volvamos al origen: Jesús tenía que comunicar una novedad que no podía
ser explicada sin más: los hombres no la habrían entendido si solo hubiese sido
explicada. Primero tenía que ser vivida como experiencia. Para
documentar en qué consiste lo que dice, realiza gestos, milagros: cura a los
enfermos, perdona los pecados, mira a las personas con misericordia y
compasión sin igual. Todos quedan asombrados: 'nunca hemos visto nada igual',
decían".
"Él añadía: Creed en el Reino de Dios. ¿Y qué
quería decir creer en el reino de Dios? Tenía que explicarlo no explicándolo,
sino haciéndolo suceder a través de sus gestos, de los milagros, del
perdón a los pecadores..."
Así, Carrón finaliza el diálogo con una idea que tanto
Benedicto XVI como Francisco han formulado con frecuencia: "el
cristianismo no puede ser reducido a un intelectualismo o a un pelagianismo, a
una ética, a una serie de prácticas, por muy buenas que sean".
EncuentroMadrid (www.encuentromadrid.com),
que es una cita de 3 días que cuenta con muchos testimonios de vida y
superación (por ejemplo, personas que trabajan con la fragilidad de la
enfermedad en cuidados paliativos) puede ser una ocasión para acercarse a esa
enseñanza que no son palabras, sino experiencia vivida.
Fuente:
ReL