Acompañar a los seres queridos en sus últimos días requiere paciencia,
tiempo, presencia... pero es una etapa sagrada
La Biblia tiende a alabar a
los ancianos y a pedir respeto para ellos. "Delante de las canas te
levantarás, y honrarás el rostro del anciano" (Levítico 19, 32);
"No reprendas al anciano, exhórtale como a un padre y a
las ancianas, como a madres" (1 Timoteo 5, 1-2); "la hermosura de
los ancianos es su vejez" (Proverbios 20, 29). La Biblia también
pide cuidar a los enfermos, una y otra vez.
Sin embargo, nuestra
sociedad individualista moderna tiende a apreciar solo la autosuficiencia y a
asustarse de la debilidad y la vulnerabilidad. A los ancianos y
enfermos tendemos a evitarlos u ocultarlos, como si la vulnerabilidad o
la dependencia no fueran parte de la vida humana normal y de sus
relaciones. Olvidamos u ocultamos que los bebés humanos nacen todos
dependientes, y en la vida somos dependientes en muchas ocasiones. Incluso
ancianos o enfermos con gran autonomía pueden ver acercarse el final de
sus días con inquietud y necesitan el acompañamiento de los seres
queridos.
A menudo, los acompañantes
nos asustamos, no sabemos cómo acompañar, o la inercia nos lleva a
dejarlo en manos de la televisión, siempre encendida, que distrae pero no
sana ni tranquiliza ni ayuda a resolver los temas pendientes.
En octubre, la Conferencia
de Obispos Católicos de EEUU celebra el "Mes de Respeto a la Vida" y
suele divulgar una serie de materiales sobre este tema. Entre ellos se
incluyen 10 ideas que nos pueden ayudar cuando llega el
momento de cuidar a nuestros seres queridos en sus últimos momentos.
1. Invita a
Dios a entrar en esta situación
El Papa Francisco ha dicho
que "orar significa abrir la puerta al Señor a fin de que pueda hacer algo
para reorganizar nuestras cosas". El proceso de la muerte es un
tiempo sagrado, una estación final para buscar el cierre de esta vida y
prepararse para la siguiente en la esperanza de participar en la
Resurrección de Cristo. Al llegar a esta etapa con un familiar o amigo, pide a
Dios que os acompañe a los dos.
2. Escucha a tu
ser querido
Trata de descubrir los
valores de tu ser querido y la mejor manera de honrar sus deseos. Esto requiere
verdadera empatía. Puede ser difícil asumir que la persona no quiere lo
mismo que tú piensas o que tú querrías en su situación. Escucha sin juzgar
para que tu ser querido se sienta con la libertad de hablar abiertamente.
3. Infórmate
sobre los cuidados paliativos y la enseñanza católica
Hay que ser consciente de
que los deseos de una persona de rechazar un tratamiento ordinario o
proporcional —o incluso pedir el suicidio asistido— suele originarse en el
temor a la dependencia, impotencia o dolor. Ofrécete a hablar sobre
esta preocupación u otras. Has de saber que los cuidados paliativos se centran
en aliviar el dolor y otros síntomas, buscan satisfacer necesidades
básicas y procurar comodidad. Trata de conocer la enseñanza de la Iglesia
Católica sobre los cuidados al final de la vida, que pueden ayudar a brindar un
apoyo auténticamente amoroso que respete la vida.
4. Sé constante
en la compasión
Como nos recuerda el papa
Francisco: "Compasión significa 'padecer con'". Tu familiar o amigo
tendrá altibajos. Has de reconocer esto como algo natural. Rodéales de amor,
apoyo y compañía, basados "en el respeto incondicional de la dignidad
humana, comenzando por el respeto al valor inherente de sus vidas" (4). El
sufrimiento del paciente puede aliviarse con la empatía que le brindas
y con cuidados paliativos de calidad del personal médico.
5. Ayúdales a
cerrar sus asuntos pendientes
Ayuda a tu familiar o amigo
a definir proyectos personales sin terminar, preocupaciones financieras,
relaciones sin resolver u otros asuntos que ocupen su mente. Según
cambien las circunstancias, algunos objetivos tendrán que replantearse.
Elaborar y llevar a cabo esta lista de asuntos pendientes puede
ayudar a la persona a encontrar un propósito y sentirse más en paz.
6. Brinda
oportunidades de reconciliación, de expresar amor y de tratar con Dios
Ira Byock, director médico
de cuidados paliativos, enseña en su libro Las 4 cosas más
importantes que decir "te amo",
"perdóname", "te perdono" y "gracias" puede
promover la tan necesaria sanación interior durante el proceso de la
muerte. Puedes ayudar a procurar una transición pacífica a tu ser querido
facilitando oportunidades para la reconciliación con otros y oportunidades para
expresiones mutuas de amor y gratitud. Ofrécete a invitar a un
sacerdote para que escuche su confesión y administre la Eucaristía como
Viático y el Sacramento de la Unción de los Enfermos. Todo eso
sana el alma y nos prepara para reunirnos con el Señor.
7. Anima a
recordar lo bueno del pasado
Nuestro apetito puede
disminuir a medida que nuestro cuerpo necesita menos alimentos y líquidos al
acercarnos al final. Proporciona a tu familiar o amigo porciones pequeñas de
sus alimentos favoritos. Incluso si no puede comerlos, puede disfrutar su aroma
y compartir contigo los recuerdos especiales que le evocan.
Piensa en otras pequeñas cosas que puedes ofrecer que susciten
recuerdos significativos, como fotos especiales o souvenirs.
8. Sé una
presencia serena
Las personas que se acercan
a la muerte pueden perder interés en muchas actividades que les eran agradables
y preferir retirarse de su entorno. Tu simple presencia tranquila y
paciente puede ser un apoyo importante mientras tu ser querido se
prepara emocional y espiritualmente para la partida. Colocar el teléfono en
otra habitación, poner su música favorita, leerle un pasaje favorito,
rezar juntos o simplemente sentarte en silencio a su lado pueden ser
muy reconfortantes.
9. Muestra
ternura
Los moribundos necesitan la
ternura del contacto humano personal. Pregunta a tu ser querido si podrías
cepillarle suavemente el pelo, aplicar loción a sus manos o pies, o simplemente
tomar su mano. Cuenta historias, ríe y comparte recuerdos para
asegurarle que él es un don preciado, y en absoluto una carga.
10. Ten
paciencia en la transición
La transición, el momento
inmediatamente anterior a la muerte, puede traer cambios físicos rápidos en los
patrones de respiración, o en el estado mental o emocional. Trata de ser
paciente y deja que el "cómo" y el "cuándo" de la muerte
sea entre Dios y su ser querido. Pide a Dios la sabiduría para saber
qué palabras finales decir y cuándo. En la medida que puedas, permite a tu
ser querido hacer la transición. Por ejemplo, podrías decirle: "Te quiero.
Está bien que te vayas a tu morada final ahora".
Acompañar a un ser querido
en sus últimos días es de enorme importancia y no tenemos por qué temer
nuestras propias limitaciones. El Papa Francisco dice: "[Dios] viene a
salvarnos de la condición de debilidad en la que vivimos. Y su auxilio consiste
en permitirnos captar su presencia y cercanía. Día tras día, tocados
por su compasión, también nosotros llegaremos a ser compasivos con todos".
Por: P.J.G.
Por: P.J.G.
Fuente:
Religión en Libertad