No confundir vocación con trabajo en una empresa
El
Pontífice se encontró con los sacerdotes, religiosos, consagrados y
seminaristas de Lituania en la catedral de San Pedro y San Pablo. Francisco los
exhortó a ser padres y madres de la Iglesia y a tener misericordia con los
hermanos, sobre todo en el confesionario, "haciendo sentir a la otra persona
el calor del Padre que perdona todo".
En
la segunda jornada de su Viaje Apostólico a los Países Bálticos, cuya
primera etapa se desarrolla en Lituania; el Papa Francisco tuvo un encuentro
con los sacerdotes, consagrados y seminaristas en la Catedral de San Pedro y
San Pablo en la ciudad de Kaunas; tras haber almorzado en el Edificio de la
Curia.
En un ambiente de alegría y fraternidad; el Santo Padre les dirigió unas palabras inspiradas en San Pablo, tomadas de la lectura del día; resaltando algunos rasgos de esa esperanza a la que alienta el Apóstol y que – dijo Francisco- “todos nosotros estamos llamados a vivir”.
No somos funcionarios de
Dios
El
Pontífice destacó que Pablo repite tres veces la palabra “gemir”: gime la
creación, gimen los hombres, gime el Espíritu en nosotros (cf. Rm 8, 22-23.26).
«Se gime desde la esclavitud de la corrupción, desde el anhelo de plenitud»,
subrayó el Obispo de Roma, invitando a preguntarse hoy, “si está presente en
nosotros ese gemido, o por el contrario ya nada grita en nuestra carne, nada
anhela al Dios vivo”.
Y
en este sentido, el Papa advirtió sobre las consecuencias de la sociedad
del bienestar «que nos tiene demasiado repletos, llenos de servicios y de
bienes, y terminamos “empachados” de todo y llenos de nada; quizás nos tiene
aturdidos o dispersos, pero no plenos», observó.
Conquistar al Señor con la
oración y la adoración
«Somos
nosotros, hombres y mujeres de especial consagración, los que nunca nos podemos
permitir perder ese gemido, esa inquietud del corazón que solo encuentra
descanso en el Señor (cf. S. AGUSTÍN, Confesiones, I,1,1)», reiteró Francisco;
asegurando que ninguna información inmediata, ninguna comunicación virtual
instantánea los puede privar “de los tiempos concretos, prolongados, para
conquistar un diálogo cotidiano con el Señor por medio de la oración y la
adoración”.
¿Qué anestesia la voz de
nuestra gente?
En
cuanto a la misión fundamental de los sacerdotes, religiosos y consagrados,
“evangelizar y llevar la Buena Nueva de Dios por el mundo”; el Santo Padre
destacó el hecho impactante y preocupante que ocurre “cuando nuestro pueblo ha
dejado de gemir, ha dejado de buscar el agua que sacia la sed”, cuando ha
dejado de buscar al Creador.
“Es
un momento también para discernir qué cosa puede estar anestesiando la voz de
nuestra gente”, añadió.
Amar al Señor con
constancia
El
segundo punto del que habla San Pablo es la constancia: “constancia en el
sufrimiento, constancia para perseverar en el bien. Esto supone estar centrados
en Dios, permanecer firmemente arraigados en él, ser fieles a su amor”.
Ancianos y jóvenes del
clero, caminen juntos
En
alusión a los más ancianos del clero, el Papa afirmó que “saben testimoniar
esta constancia en el sufrir, ese esperar contra toda esperanza”, ya que –dijo-
“la violencia ejercida sobre ustedes por defender la libertad civil y
religiosa, la violencia de la difamación, la cárcel y la deportación; no
pudieron vencer vuestra fe en Jesucristo, Señor de la historia”. A ellos,
Francisco los exhortó a “hablar, enseñar y proponer, sin necesidad de juzgar la
aparente debilidad de los más jóvenes”.
Por
su parte, a los más jóvenes; el Obispo de Roma los alentó a no desanimarse ni a
encerrarse en ellos mismos ante las frustraciones y desilusiones del camino; ya
que “son precisamente las tribulaciones las que perfilan los rasgos distintivos
de la esperanza cristiana”, que a diferencia de la esperanza humana, “nunca
muere, nunca es aniquilada”.
Buscar las raíces y no
vivir en la mediocridad
"Ustedes,
los mas jóvenes -reiteró- cuando estén delante de esas pequeñas frustraciones
que los hacen encerrarse en ustedes mismos y a recurrir a estilos y diversiones
que no son coherentes con su consagración, busquen sus raíces y miren el camino
recorrido por los mayores. Es mejor que sigan otro camino, que elegir vivir en
la mediocridad. Esto es para los jóvenes. Todavía están a tiempo y la puerta está
abierta", afirmó.
Mirar a Cristo, nuestra
esperanza
El
último punto propuesto por el Papa fue “mirar a Cristo Jesús como nuestra
esperanza”, lo cual- dijo- “significa identificarnos con él, participar
comunitariamente de su suerte. Se trata de entrever el misterio del proyecto
único e irrepetible que Dios tiene para cada uno. Porque no hay nadie que nos
conozca ni nos haya conocido con tanta profundidad como Dios”.
Tristeza espiritual cuando
no se está enamorado del Señor
Asimismo,
el Obispo de Roma puso en guardia sobre los peligros de la tristeza espiritual:
una enfermedad que amenaza la alegría propia de la vocación religiosa.
"Cuantas
veces encontramos sacerdotes, consagrados y consagradas tristes. La tristeza
espiritual es una enfermedad... ¿Tristes porqué?... No lo saben… tristes porque
no encuentran el amor, porque no están enamorados, enamorados del Señor. Ellos
han dejado a un lado una vida de matrimonio o de familia, han querido seguir al
Señor, pero ahora se han cansado... parece. Y entonces desciende la
tristeza".
"Por
favor, cuando se encuentren tristes, deténganse- dijo Francisco - y busquen un
sacerdote o religiosa sabia, y no sabia porque se hayan graduado en una
universidad de prestigio; sino sabios y sabias porque han sabido caminar en el
amor. Déjense dar un consejo. Cuando comienza esta tristeza podemos profetizar
que si no se cura a tiempo hará de ustedes personas sin carismas. Hombres y
mujeres que no son fecundos, estériles... así que tengan temor de esta tristeza
porque la siembra el mal, la siembra el diablo".
¿Qué nos pide el Señor?
«Es
la razón de ser de nuestra esperanza y de nuestra alegría. Y hoy ese mar serán
“los escenarios y los desafíos siempre nuevos” de esta Iglesia en salida»-
aseguró Francisco- invitando a todos a volver a preguntarse: «¿qué nos pide el
Señor? ¿Cuáles son las periferias que más necesitan de nuestra presencia para
llevarles la luz del Evangelio? (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 20)».
Si
no nos cuestionamos esto... ¿quién podrá creer que Cristo Jesús es nuestra
esperanza?, dijo el Papa, concluyendo que “sólo nuestro ejemplo de vida dará
sentido a nuestra esperanza en él”.
No confundir vocación con
trabajo en una empresa
Antes
de despedirse el Papa dio un consejo más, que va unido a la enfermedad de la
tristeza espiritual:
"No
confundir la vocación con una empresa, con una empresa de trabajo"-
dijo- alertando sobre el riesgo de vivir entusiasmado haciendo un trabajo
específico y luego caer en el desánimo "cuando un obispo o un superior los
manda a terminarlo y a trasladarse a otra parte".
"Es
un momento de desafío porque te darás cuenta de haber caminado por una senda
equivocada. Te darás cuenta que el Señor, que te ha llamado para amar, está
desilusionado porque ustedes han preferido hacer un trabajo de funcionario. La
vida de seguir a Jesucristo no es la vida de funcionario ni de funcionaria, es
la vida del amor al Señor. Él los quiere pastores de pastores y pastores del
pueblo; no clérigos de Estado".
El confesionario no es un
estudio psiquiatra
Por
otra parte, el Pontífice pidió misericordia, especialmente en el confesionario,
el cual no debe ser considerado como un "estudio psiquiatra para excavar
en el corazón de la gente", sino un lugar donde sentir el "abrazo del
Padre".
"Den
la consolación del Padre al hermano que se arrepiente, animenle a ir hacia
delante, convenzanlo de que Dios perdona todo, pero háganlo con el calor del
Padre, nunca echen a ninguno del confesionario. Les pido cercanía, que
significa también vivir la misericordia y esta se adquiere rezando delante del Santísimo".
Religiosas: sean madres,
no rumoreen
Finalmente,
el Papa dedicó unas palabras especiales a las religiosas: "Por favor, sean
madres. Ustedes son imagen de la Iglesia y de la Virgen. No se olviden de esto.
Y la madre Iglesia no rumorea. Ama servir y hacer crecer. Vuestra cercanía es
ser madre. Por eso, pido a todos cercanía en la oración, y en el Santísimo,
servicio sacerdotal y vida consagrada no de funcionarios sino de padres y
madres de misericordia".
"Si
hacen esto, cuando sean viejos tendrán una hermosa sonrisa y los ojos brillosos
porque tendrán el alma llega de ternura, de mansedumbre y de misericordia. De
amor, de paternidad y maternidad", añadió Francisco pidiendo asimismo, que
recen por él.
Sofía
Lobos - Ciudad del Vaticano
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