Mons. Ángel Pérez, Obispo de Barbastro-Monzón, presidió las
celebraciones de Nuestra Señora de los Ángeles en el santuario de Torreciudad,
a donde también acudieron numerosas familias que ofrecieron el peso de sus
hijos en comida para los más necesitados
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Mons. Ángel Pérez, Obispo de Barbastro-Monzón, durante
un momento
de la procesión el Santuario de Torreciudad.
Foto:
Santuario de Torreciudad
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El
domingo 19 de agosto tuvo lugar la fiesta de Nuestra Señora de los Ángeles en
el santuario mariano de Torreciudad (España), una advocación que se celebra el
domingo posterior a la festividad de la Asunción de Santa María.
Mons.
Ángel Pérez Pueyo presidió la Misa y en la homilía recordó que “la fe de
nuestros antepasados, que enseñaban a sus hijos a decir papá y mamá primero con
minúsculas y luego con mayúsculas, encauza el amor a la Virgen como camino para
llegar a Dios”.
Al
término de la celebración se rezó el Rosario en una pequeña peregrinación
alrededor del santuario a través del sendero de los Dolores y Gozos de San
José.
Entre
los cientos de personas presentes, había numerosas familias que ofrecieron a
sus hijos a la Virgen. Según destacan desde el santuario de Torreciudad, en
total fueron 17 niñas y 14 niños, con edades comprendidas entre los 20 días de
vida y los 12 meses.
Las
familias siguieron con la tradición solidaria de pesar a sus hijos y ofrecer su
peso en productos locales para que Cáritas Diocesana lo distribuya entre las
familias necesitadas de la zona.
La
devoción a la Virgen de Torreciudad se remonta a antes del siglo XII, pero fue
en 1084 cuando los cristianos, terminada la reconquista de la zona,
entronizaron la imagen de la Virgen en la ermita que se conserva todavía en
Barbastro, Huesca (España).
En
el año 1902, cuando San Josemaría Escrivá tenía dos años cayó gravemente
enfermo y los médicos aseguraron que le quedaban horas de vida. Entonces,
Dolores Albás, madre de San Josemaría, pidió a la Virgen de Torreciudad, a la
que le tenía gran devoción, que lo salvara. La Virgen escuchó la oración de su
madre y salvó a San Josemaría, posteriormente fueron a la ermita para dar
gracias por la curación.
San
Josemaría impulsó la creación de un santuario como lugar de oración en donde
albergar la talla de la Virgen de Torreciudad que se encontraba en una ermita.
Se abrió al culto en 1975.
Fuente:
ACI