La “reasignación de sexo no
cura los trastornos de disforia” porque nunca se consigue cambiar el
sexo cromosómico, gonadal y anatómico
Foto referencial. Foto: Pixabay |
Ante las leyes
de transexualidad aprobadas en España, los Obispos del Sur han publicado unas
“orientaciones a tener en cuenta” para dar algunos puntos sobre cómo ayudar a
las personas con transexualidad, qué hacer cuando un hijo dice que quiere
"cambiar de sexo" o cuando un niño de catequesis manifiesta que ha
"cambiado de género" y que vendrá vestido del sexo contrario.
En estas
indicaciones de los Obispos del Sur de España, que incluyen las diócesis de
Sevilla, Granada, Almería, Sidonia-Jerez, Cádiz y Ceuta, Canarias, Cartagena,
Córdoba, Guadix, Huelva, Jaén, Málaga y Tenerife, se unen a la nota publicada
en enero “como cristianos y como responsables de nuestras comunidades” para
ayudar a los fieles a reflexionar y “ante los muchos interrogantes que surgen y
la preocupación de que no se alcance el fin de buscar la igualdad y el respeto
de todas las personas”.
Las
indicaciones explican que la transexualidad es un “síndrome que se manifiesta
con un permanente conflicto entre el sexo corpóreo y el sexo psíquico”, lo que
le produce “un gran sufrimiento por el profundo malestar que le
produce su propio cuerpo y por la incomprensión familiar y social”.
Pero advierten
que no se debe confundir la transexualidad con los estados intersexuales, la
homosexualidad, el travestismo o el pseudotransexualismo.
Recuerdan que “todas
las personas, sea cual sea su orientación sexual, merecen respeto y es
justo evitar discriminaciones” y apuntan que “las personas transexuales han
sido creadas a imagen y semejanza de Dios” y que también “están llamadas
en Jesucristo, a una vocación de santidad y amor y a realizar la voluntad de
Dios en su vida”.
También
muestran que “el 75% de los niños que manifiestan un deseo trans, cuando
llegan a la adolescencia éste desaparece”, por eso recomiendan a los padres
que al pequeño lo examine “un buen psiquiatra y un buen psicólogo, para
descartar lo que podemos llamar pseudo-transexualidad”, es decir, fruto de una
llamada de atención.
Además insisten
en que los padres son los responsables del consentimiento de sus hijos
menores y “tienen derecho a discrepar de la medicina ideologizada”.
Ante la
eventual situación de que un niño de catequesis manifieste que ha cambiado de
género y que vendrá vestido del sexo contrario, los obispos animan a reunirse
con los padres e informarles “de la verdad científica y médica sobre el
tratamiento de la disforia de género”.
“Hay que dejar
claro que es temerario y arriesgado diagnosticar disforia de género
antes de la pubertad y comenzar a tratarlo con procedimientos
irreversibles. Igualmente es imposible afirmar una disforia de género
que no haya persistido al menos durante dos años y nunca antes de los cinco
años”, subrayan.
También
recomiendan hablar con los otros padres de catequesis para explicarles la
situación y “concienciarles de que estamos ante una persona que sufre y
necesita nuestro apoyo. Pedirles que lo expliquen así a sus niños y buscar
la mejor integración y respeto posible para las personas que tienen disforia de
género”.
Sobre las leyes
sobre transexualidad impuestas en algunas comunidades autónomas, como es el
caso de Andalucía, los Obispos del Sur advierten que pretende aplicar
hormonas al niño desde pequeño, proceder a operar tan pronto como se pueda y
desde el primer momento adaptarle al entorno social, cambiándole el nombre y la
forma de vestir.
Además esta ley
“prohíbe cualquier tratamiento que pueda ayudar al niño a reconocerse en lo que
es”, negándole la posibilidad de asistir a “terapias que busquen armonizar
el sexo corporal y el psicológico, aún con el consentimiento de la persona
y de sus representantes legales”.
También “se
prohíbe que al niño se le pueda hacer un examen médico-psicológico riguroso”
que determine de forma “objetiva y científica” la existencia real de disforia
de género, por lo que se actúa “teniendo en cuenta únicamente la ‘identidad
sentida’”.
En las
indicaciones también incluyen cómo ayudar a personas con transexualidad, y
animan a “tomar conciencia” de que estas personas “necesitan siempre tratamiento
médico” y éste no puede ser considerado “de forma ideologizada, sino
buscando el nivel de salud física, psíquica y relacional más alto y
satisfactorio que sea posible”. “No podemos aceptar una medicina del deseo, que
deja de lado la ética médica”, afirman.
También
subrayan que “es un gran error dejar que en la infancia se tomen decisiones
que van a ser irreversibles”, porque, según afirman, muchos de estos
conflictos “se arreglan en la adolescencia”.
“Hay que
defender a los niños de la ideología de género. Hay que evitar tratamientos
prematuros e irreversibles. E informar correctamente en qué consisten los
tratamientos, así como los resultados y las secuelas”, insisten y subrayan que
la “reasignación de sexo no cura los trastornos de disforia” porque
nunca se consigue cambiar el sexo cromosómico, gonadal y anatómico.
Los obispos
subrayan que “los transexuales tienen el derecho de ser respetados, el derecho
de su intimidad, y a no ser discriminados” y recuerdan que “existe un
particular derecho para el transexual”, como para toda persona, “a ser tratado
con los medios lícitos puestos a disposición por la medicina para conseguir el
nivel de salud física, psíquica y relacional más alto y satisfactorio que sea
posible, en los límites de su condición y en el respeto pleno de la verdad y de
la dignidad humana”.
Puede leer de
manera íntegra el documento AQUÍ.
Fuente: ACI
Prensa