Ante esta realidad
trágica, nadie puede lavarse las manos si no quiere ser, en cualquier modo,
cómplice de este crimen contra la humanidad
Bajo
el patrocinio del Patriarcado ecuménico de Constantinopla se celebra en Buenos
Aires, del 5 al 8 de mayo, un foro sobre la esclavitud moderna titulado:
“Viejos problemas en el nuevo mundo”, copatrocinado por la Arquidiócesis de la
capital de Argentina y por el Instituto Ortodoxo Patriarca Atenágoras de
Berkeley en California. Con este motivo Francisco envió un video mensaje.
La
finalidad de esta iniciativa es reunir a profesionales, políticos, teólogos y estudiosos
procedentes de América Latina y de otras regiones, para continuar el diálogo
comenzado en el I Foro, incluyendo otras cuestiones como la salud pública, la
tecnología y las comunidades vulnerables.
En
encuentro anterior, titulado “Pecados ante nuestros ojos”, se celebró en
Estambul del 6 al 7 de febrero del año pasado, gracias a la colaboración entre
el Patriarca ecuménico Bartolomé I y el Arzobispo de Canterbury, Justin Welby,
Primado de la Comunión anglicana. Al término del foro, que se había concentrado
sobre la plaga de la trata de seres humanos, Bartolomé I y Welby firmaron una
declaración conjunta en la que manifestaban su empeño común para desarraigar
todas las formas modernas de esclavitud.
En
su video mensaje, el Papa Francisco saluda a los participantes en este II Foro
dedicado a los “Viejos problemas en el nuevo mundo”, y afirma que lo consuela
saber que comparten la misma preocupación por las víctimas de la esclavitud
moderna. Esclavitud que, como dice el Santo Padre, “no es algo de otros
tiempos”; sino “una práctica que tiene raíces hondas” y se manifiesta aún hoy y
en muchas formas diversas como el tráfico de seres humanos, la explotación del
trabajo a través de deudas, la explotación de niños y la explotación sexual,
sin olvidar los trabajos domésticos forzados, cuyas víctimas ascenderían en el
mundo a 40 millones de personas.
Después
de algunas consideraciones el Papa Bergoglio manifiesta su deseo de que este
Foro tenga buen éxito, a la vez que pide al Señor que bendiga a todos ellos y
el trabajo que están haciendo.
Queridos
hermanos y hermanas:
Acogí
con agrado la invitación para dirigirles un saludo a ustedes, que están
participando en este Fórum sobre las formas modernas de esclavitud: “Viejos
problemas en el nuevo mundo”, organizado, por la Arquidiócesis ortodoxa de
Buenos Aires, guiada por el querido Metropolita Tarasios, y por el Instituto
Ortodoxo Patriarca Atenágoras de Berkeley en California y cuenta con el
patrocinio del Patriarcado ecuménico. Antes de nada, manifiesto mi más sentido
agradecimiento al Patriarca ecuménico, Su Santidad Bartolomé I, y al Arzobispo
de Canterbury, Su Gracia Justin Welby, que el año pasado inauguraron estos
Fórum. Me consuela saber que compartimos la misma preocupación por las víctimas
de la esclavitud moderna.
La esclavitud no es algo
de otros tiempos
La
esclavitud no es algo de otros tiempos. Es una práctica que tiene raíces hondas
y se manifiesta todavía hoy y en muchas formas diversas: tráfico de seres
humanos, explotación del trabajo a través de deudas, explotación de niños,
explotación sexual y de trabajos domésticos forzados son algunas de las tantas
formas. Cada una es más grave y deshumana que las otras.
A
pesar de la falta de información que tenemos a disposición desde algunas
regiones del mundo, las cifras son dramáticamente elevadas y, muy
probablemente, subestimadas. Según algunas estadísticas recientes, habría más
de 40 millones de personas, hombres, pero sobre todo mujeres y niños, que sufren
la esclavitud. Solo para hacernos una idea podemos pensar que si vivieran en
una única ciudad, sería la más grande megalópolis de nuestro planeta y tendría,
más o menos, cuatro veces más la población de toda el área urbana de Buenos
Aires y gran Buenos Aires.
Nadie puede lavarse las
manos
Ante
esta realidad trágica, nadie puede lavarse las manos si no quiere ser, en
cualquier modo, cómplice de este crimen contra la humanidad. Una primera tarea
que se impone es poner en acción una estrategia que permita un conocimiento
mayor del tema, rompiendo ese velo de indiferencia que parece cubrir la suerte
de esta porción de la humanidad que sufre, que está sufriendo.
Parece
ser que muchos no desean comprender el alcance del problema. Hay algunos que,
al estar involucrados directamente en organizaciones criminales, no quieren que
se hable de esto, simplemente porque sacan elevados beneficios gracias a las
nuevas formas de esclavitud.
También
está quien, aun conociendo el problema, no quiere hablar porque se encuentra
allí donde termina la “cadena de consumo”, como consumidor de los “servicios”
que ofrecen hombres, mujeres y niños convertidos en esclavos. No podemos
hacernos los distraídos: todos estamos llamados a salir de cualquier forma de
hipocresía, afrontando la realidad de que somos parte del problema. El problema
no está en la vereda de enfrente: me involucra. No nos está permitido mirar
hacia otra parte y declarar nuestra ignorancia o nuestra inocencia.
Actuar en favor de quienes
son convertidos en esclavos
Una
segunda gran tarea es la de actuar en favor de quienes son convertidos en
esclavos: defender sus derechos, impedir que los corruptos y los criminales
escapen de la justicia y tengan la última palabra sobre las personas
explotadas. No es suficiente que algunos Estados y Organismos internacionales
adopten una política particularmente dura al querer castigar la explotación de
los seres humanos, si después no se afrontan las causas, las raíces más
profundas del problema.
Cuando
los Países sufren pobreza extrema, sufren violencia y corrupción, ni la
economía, ni el marco legislativo ni las infraestructuras de base son eficaces;
no logran garantizar la seguridad ni los bienes ni los derechos esenciales. De
este modo, es más fácil que los autores de estos crímenes sigan actuando con
total impunidad. Además, hay un dato sociológico: la criminalidad organizada y
el tráfico ilegal de seres humanos eligen sus víctimas entre las personas que
hoy tienen escasos medios de subsistencia y todavía menos esperanzas para el futuro.
Para ser más claro: entre los más pobres, entre los más postergados, los más
descartados.
La
respuesta de base reside en crear oportunidades para un desarrollo humano
integral, iniciando con una educación de calidad: este es el punto clave,
educación de calidad desde la primera infancia, para seguir generando después
nuevas oportunidades de crecimiento a través del empleo. Educación y empleo.
Este trabajo requiere
valentía, paciencia y perseverancia
Este
trabajo inmenso, que requiere valentía, paciencia y perseverancia, necesita un
esfuerzo común y global por parte de los diversos actores que componen la
sociedad. También las Iglesias deben empeñar su tarea en esto. Mientras
individuos y grupos especulan vergonzosamente sobre la esclavitud, nosotros cristianos,
todos juntos, estamos llamados a desarrollar cada vez más una mayor
colaboración, para que se supere todo tipo de desigualdad todo tipo de
discriminación, que son precisamente las que hacen posible que un hombre pueda
hacer esclavo a otro hombre. Un compromiso común para afrontar este desafío
será una ayuda valiosa para la construcción de una sociedad renovada y
orientada a la libertad, a la justicia y a la paz.
Deseo
que este Fórum tenga buen éxito; pido al Señor que los bendiga a ustedes y bendiga
el trabajo que están haciendo. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí.
Gracias.
María
Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
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