A pesar de la crisis, el programa de Supervivencia
Infantil de la organización ha registrado la recuperación de más de 4.000 niños
desde el 2016
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Carlos Zapata |
Circula el informe de Cáritas en Venezuela
que coloca en contexto la situación social al indicar que el país atraviesa “lo
que quizás podría ser la peor crisis de su historia reciente. Se constatan
niveles de extrema pobreza, agudización de la violencia e inseguridad,
deterioro significativo de la calidad de vida (manifestado en la precarización
de la salud y la seguridad alimentaria), precarización de las condiciones
laborales y estudiantiles, y, en general, vulneración de derechos de la
población”.
Quienes elaboraron el informe
ofrecen testimonio de lo que han constatado: en las parroquias más pobres del
país, las necesidades humanitarias intensas, sobrellevadas
desproporcionadamente por los grupos más vulnerables y empobrecidos de
población en pobreza extrema, afectan dramáticamente a niños menores de 5 años,
personas con enfermedades crónicas y población en situación de dependencia
(ancianos, huérfanos, privados de libertad).
Denuncian
que las mujeres y niñas enfrentan a la vez una carga desproporcionada de
vulnerabilidad y responsabilidad de cuidado familiar en situaciones adversas.
Entre estos grupos el sufrimiento es sensible y extenso causando un gran
desgaste familiar, económico, social, afectivo y espiritual.
La situación alimentaria y de
salud no puede ser más acuciante y requiere de atención de emergencia: “Las
cifras oficiales divulgadas por el Estado muestran que entre el 2015 y el 2016,
11.400 niños murieron antes de cumplir su primer año de vida (33% más) y 65%
más mujeres perdieron la vida durante el embarazo o el parto. Se ha registrado
incremento en los casos de malaria reportados, reaparición de enfermedades
tropicales erradicadas, carencia casi total de métodos de detección de casos de
tuberculosis y deterioro sensible de la expectativa de vida de personas con
VIH, de trasplantados y de pacientes necesitando medicinas de alto costo”.
También evidencian como la
contracción de la producción nacional de alimentos y medicinas, la disminución
sostenida de ingresos petroleros y el control absoluto de estas divisas por el
Estado, han contribuido a una escasez de medicinas estimada sobre el
90%. Particularmente la escasez de alimentos ha sido
reconocida este año por representantes oficiales que han confirmado una
disminución de la oferta calórica agregada en el país y, más recientemente,
ratificada por los informes de la FAO a nivel mundial y regional.
El Observatorio
Venezolano de la Violencia reportó 28.000 víctimas de
homicidio en 2016, convirtiéndose en el segundo país más violento de
Sudamérica.
El proceso de migración forzada,
resultado de la precarización de la calidad de vida, está teniendo
consecuencias a nivel regional. Si bien los niños migrantes se encuentran en
situación de extrema vulnerabilidad, no lo están menos los niños que han sido dejados
atrás en Venezuela por padres que han migrado buscando mejores condiciones de
vida.
Cáritas reporta “que en las
parroquias más pobres en las que trabajamos la Desnutrición Aguda Global se ha
duplicado en un año, pasando de 8.2% en Octubre del 2016 a 16.2% en Diciembre
del 2017, lo cual alcanza y supera ya el umbral establecido por la OMS para
definir una emergencia humanitaria de carácter nutricional”.
El Sistema de Monitoreo
Centinela de la Desnutrición Infantil detectó, desde agosto del 2017, que el
85% de las familias están recurriendo a fuentes de acceso al alimento inusuales
y degradantes como la mendicidad y los contenedores de basura, el 80% ya ha
deteriorado su bienestar nutricional reduciendo el número de comidas a una por
día, recurriendo a alimentos inseguros y sacrificando la alimentación de
personas en la familia, generalmente las mujeres. El 42% de las familias
reportan estrategias de colapso por la venta de sus activos familiares para
comprar alimentos o la fragmentación definitiva del núcleo familiar para bajar
el nivel de consumo.
Los
hallazgos de Cáritas han sido, no obstante, en algunos aspectos esperanzadores: El programa de Supervivencia
Infantil de Cáritas ha registrado la recuperación de más de 4.000 niños desde
el 2016. Esto ha demostrado que, aún en medio del
empeoramiento de situación económica, alimentaria, social y política, la acción
humanitaria es efectiva, pertinente y relevante para evitar el daño de esta
situación sobre los más vulnerables del país. Dejando claro que la emergencia
humanitaria en Venezuela no es producto de un desastre natural, tampoco de un
conflicto armado, alertan sobre la demora en poderla visibilizar y clasificar
pues, como una emergencia humanitaria compleja, cuesta vidas cada día.
Pero
también demuestran que la solución es posible. Sobrevivir o migrar no pueden ser la
única opción que le quede a los venezolanos. Una respuesta urgente a este nivel
puede salvar muchas vidas, aliviar el sufrimiento de miles de venezolanos y
comenzar la rehabilitación de todas las potencialidades del país.
Por
último hacen un llamado crucial: “Cáritas exhorta a despolitizar esta problemática ya que se
trata de vidas que merecen un tratamiento digno y compasivo. Cáritas ratifica
que está dispuesta a trabajar en espacios de cooperación y respeto, más allá de
las diferencias, a favor de los que hoy sufren sin distinciones de posiciones
políticas”.
Macky
Arenas
Aleteia Venezuela